Cocinar en el campo, la pasión de Hilda

Cocinar en el campo, la pasión de Hilda

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A sus 64 años de edad Hilda Concepción no ha pensado en la jubilación y sigue  aferrada al trabajo, “y no es porque mi economía lo necesite, no; lo hago para  seguir sintiéndome útil”.

 

Foto: Jorge Pérez Cruz

 

Lo afirma sin apartarse de los preparativos del almuerzo que elaboraba con destino a  los integrantes del Frente 1, de corte mecanizado de la Empresa Agroindustrial Azucarera Antonio Guiteras, que el  día del encuentro cortaba cañas en tierras de la unidad básica de producción cooperativa (Ubpc) Velasco 20, del tunero municipio de Puerto Padre.

Argumenta que reconoce la importancia económica de la zafra y la importancia de apoyar a todos los trabajadores que la hacen posible en estos tiempos difíciles; y, por esa razón hace oídos sordos a  las sugerencias de familiares y amigos, “este es un sacrificio necesario y estoy dispuesta a continuar en la tarea”, enfatiza en tono convincente.

La encontramos en un área  cercana al cañaveral apurando el fuego de un fogón de leña, desafiando el calor y los efectos del molesto humo, y sin perder su acostumbrado buen carácter respondió al saludo matinal y no faltó la invitación a un buen café o un guarapo, “de acuerdo con los gustos”, dice sonriente.

“Volveré a la cocina de gas o de petróleo, según las disponibilidades”, asegura y comenta el interés de los directivos por resolver la situación y devolverle otros medios para la cocción de los alimentos de “mis otros hijos”, porque así denomina a sus compañeros, en mayoría de menor edad que ella, y todos integrados como en una gran familia.

Con envidiable energía  se mueve de un sitio a otro a un ritmo convertido en rutina tras seis años compartiendo suerte y retos con ese equipo que “se esfuerza mucho y lucha para cumplir las entregas de caña al ingenio Antonio Guiteras”, reconoce

Y por esa razón hace hasta  lo imposible  y sortea   escaseces en los aseguramientos   y las enfrenta con actitud innovadora, “muchas veces traigo algunas  que otras especias  que ayudan a mejorar el sabor  buscando siempre más  calidad. Ellos se la comen toda y celebran mi sazón”, expresa con picardía.

“Yo siempre procuro tratarlos bien,  porque los veo dándolo todo,  todos los días, y eso merece elogios  y buenas atenciones. A mí me gusta estar aquí y lo que hago también me gusta, y ya veo a esos muchachos como a mis propios hijos, y sigo apoyándolos desde la retaguardia en sus esfuerzos por cosechar todas  las cañas.”

Los argumentos consolidan la responsabilidad con la que realiza su importante misión; y, devienen fuerza mayor que la ayuda a abandonar el calor de las sábanas hasta en jornadas invernales  a las  4:00 A.M y a las 5:30 A.M iniciar un turno que la aleja durante 24 horas del sosiego hogareño,  porque ha convertido los campos y los compañeros en una extensión de su cocina y   de su familia.

Por decisión propia   elabora agregos al menú diario y para extenderlo, “le hiervo viandas, invento postres…., para que se llenen”, como muestra de que las dificultades no la paralizan, por el contrario despiertan su vocación de servicio.

Aunque Hilda se sabe imprescindible en el grupo, no se vanagloria ni de su posición, ni por los halagos   habituales y conserva  la ternura maternal, “ellos me quieren a mí muchísimo”, comenta y son evidentes en esos sentimientos expresados en piropos a su belleza natural, al buen ser humano que lleva dentro y exterioriza con sonrisas y la disposición perenne de colaborar.

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Un comentario en Cocinar en el campo, la pasión de Hilda

  1. Bonita historia mis felicitaciones para Hilda las mujeres de esa epoca son muy laboriosas ya casi no quedan.La labor de alimentar a los demás es muy humana y muy reconfortante cuando cumples tu tarea y mire que hay que hacer magia en estos tiempos.

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