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El Salvador frente a viejos retos

La victoria de Nayip Bukele en los comicios presidenciales del pasa­do 4 de febrero en El Salvador fue contundente. Ocurrió tal como va­ticinaron observadores, académicos y hasta el mismo mandatario. La ventaja fue tan grande que el can­didato no esperó al anuncio oficial; él informó, horas después del cierre de los colegios electorales, que sería presidente por cinco años más, y que para ello contaba con el favor de más de 1,6 millones de electores. En ese momento solo se había contabilizado el 70 % de las boletas, hoy conoce­mos que la cifra definitiva superó los 2, 5 millones.

 

En septiembre del año 2019, en su primera intervención en ONU, Bukele se tomó un selfie desde el podio del orador. “Es un privilegio y honor que quise compartir con todo el mundo, ya que el mundo, el nuevo mundo, ya no está en esta Asamblea General, sino al lugar a donde irá esta foto, a la red más grande del mundo, donde miles de millones de personas están conectadas prácticamente todo el tiempo y en todas las facetas de la vida”, dijo. Foto: Tomada de ONU Noticias

El acto para dar a conocer el triunfo concentró a miles de segui­dores en el centro histórico de San Salvador: “Hemos roto todos los ré­cords de todas las democracias en toda la historia, dijo. El pueblo sal­vadoreño habló fuerte y claro. Si eso no los convence, señores periodistas, de las ONG, de organismos inter­nacionales, de la ONU y de la OEA, nada los va a convencer”.

A pesar de las cifras, existen de­nuncias y reclamos por irregulari­dades, mayormente vinculadas a los resultados de la Asamblea. El magis­trado del Tribunal Supremo Electo­ral (TSE) Guillermo Wellman asegu­ró que las anomalías en el escrutinio se debían a “errores humanos” y que “no son consecuencia de irresponsa­bilidad ni mala fe del organismo co­legiado”. La indicación fue abrir las urnas y acometer el conteo manual, proceso aún inconcluso.

 

Blindaje total

Con estos comicios se estrenó la nue­va estructura del legislativo, reduci­do de 84 a 60 escaños. Según resulta­dos preliminares, 58 de esas curules fueron ganadas por candidatos de Nuevas Ideas, el partido de Bukele.

La ley de partidos políticos de El Salvador establece que para que una agrupación política se mantenga en el registro debe obtener no menos de 50 mil votos en los comicios legislati­vos y contar con al menos un diputa­do en la Asamblea Legislativa.

Antes de las elecciones, la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) realizó un estudio a boca de urna cuyos resultados se confirmaron con el voto popular y permiten augurar la suspensión de algunas organi­zaciones. El académico Omar Se­rrano, vicerrector de Protección Social de de la UCA declaró que “nos acercamos a un régimen o de partido único o de partido he­gemónico. El partido hegemónico es un partido predominante que tiene otros partidos pequeños que son de ornato para aparentar plu­ralidad”.

 

Razones de una victoria

Bukele, de formación publicista, proviene de una familia de migran­tes palestinos. En apenas cuatro años de mandato introdujo el bitcoin como moneda oficial; organizó en tiempo récord los Juegos Centroa­mericanos y del Caribe; declaró el estado de excepción para “meter en cintura” a las bandas criminales; y ha convertido a El Salvador en uno de los países más seguros de Amé­rica Latina. Todo ello sustenta el 90 % de popularidad con que llegó a las urnas.

En el año 2015 El Salvador en­cabezaba la lista de países con más homicidios per cápita. Las pandillas o maras se habían vuelto un verda­dero azote. Al cierre del 2023, luego de cinco años de gobierno de Bukele, la tasa de asesinatos descendió de 36 a 2,4 por cada 100 mil habitantes.

“Las pandillas fueron una re­ceta importada”, explicó Buke­le en su discurso del pasado 4 de febrero. Recordó a los desplazados de la guerra que fueron a EE. UU., donde incorporaron la cultura del pandillerismo: “Después el presi­dente (William) Clinton decidió que los iba a deportar, añadió. Nos mandaron a los pandilleros en 1997 y, para poste, nos impusie­ron otra receta: que aprobáramos la ley del menor infractor para que no pudiéramos arrestar a esos que estaban viniendo y que en ese tiempo eran menores de edad. ¿Y qué pasó? Las maras crecieron hasta que llegaron a controlar el 85 % del territorio nacional y ase­sinaron a más de un centenar de miles de salvadoreños”.

La postulación de Bukele a un segundo mandato fue polémi­ca desde el punto de vista legal pues la carta magna salvadoreña privilegia la alternancia en el po­der. Hoy, una vez consolidada la victoria, el mandatario debe asu­mir otros (viejos) desafíos frente a los cuales no bastan los golpes de efecto mediático ni las habilidades comunicativas del joven ejecutivo que destroza paradigmas y se hace autorretratos en las Naciones Uni­das: la economía de la nación cen­troamericana solo creció un 2,3 % en el 2023; la deuda externa as­ciende al 85 % del pib; y un tercio de la población sigue viviendo en la pobreza.

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