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Doctor Luis Velázquez Pérez, apasionado por la ciencia

Escogido entre los graduados más inte­grales del país pertenecientes al primer contingente del Destacamento de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay por la provincia de Hol­guín, le correspondió recibir el título de médico de manos de Fidel, firmado por él. En ese emotivo momento el joven le comentó: “Bueno, ya terminé la carrera”, pero el Comandante en Jefe lo inte­rrumpió y le dijo: “No, tú recién empiezas tu ca­rrera, tienes que avanzar, hay todo un camino por delante y mucho que aportar al país”.

 

Luis Velázquez Pérez ocupa la presidencia de la Academia de Ciencias desde hace seis años. Foto: Joaquín Hernández Mena

 

Entre los numerosos premios recibidos por los resultados del tratamiento de las ataxias se encuentra el Georg Foster, que entrega la fundación Alexander von Humboldt, de Alemania. Foto: Cortesía del Doctor en Ciencias Luis Velázquez Pérez

“Esas palabras tuvieron un gran impacto en mí, marcaron mi vida”, confiesa el Doctor en Ciencias Luis Velázquez Pérez, aquel graduado que desde hace seis años preside la Academia de Ciencias de Cuba y en mayo del año 2023 recibió el Título Honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba.

Le solicité la entrevista con motivo del Día de la Ciencia Cubana, que se celebra hoy 15 de enero, y no tardó en concedérmela. Nos reunimos en su casa del Vedado, llegó disculpándose por la demo­ra a causa de un intercambio con una científica estadounidense, y tras un agradable prólogo de café, facilitado por su esposa, nos acomodamos en la última habitación, no solo porque está acondi­cionada como oficina, sino además para alejarnos de los ladridos amistosos de su diminuta chihua­hua.

 

Un proyecto profundamente humano

Desde su juventud no dudó en echar para adelan­te en ese camino que le señaló Fidel y en el cual se empeñó en aportar como profesional de la salud. Así lo hizo cuando por azar se vinculó a una obra profundamente humana: el estudio y tratamiento de las ataxias, afecciones degenerativas de carác­ter hereditario.

Tal fue su entrega a esta tarea que se convirtió en fundador y director del Centro para la Investi­gación y Rehabilitación de las Ataxias Heredita­rias (Cirah) por casi 20 años, institución radicada en Holguín, uno de los lugares de mayor prevalen­cia de esta grave enfermedad del sistema nervio­so, aunque existe en todo el país.

En un libro de su autoría, destinado a dar a conocer esta dolencia entre el público no especia­lizado, reseñó la difícil situación de los enfermos. Muchos requerían ayuda para caminar, otros es­taban confinados a sillas de ruedas o a la cama, padecían de ansiedad, depresión, ideas suicidas, agresividad, manifestaciones de pesimismo, te­mores e inseguridad por la vida. Algunos habían sido abandonados por sus seres queridos, aten­didos por vecinos o por prestaciones sociales del Estado.

Velázquez y sus colaboradores lograron poco a poco ir revirtiendo la situación con gran sensi­bilidad, consagración y perseverancia.

Una de sus primeras satisfacciones por los buenos resultados fue recibir, nuevamente de ma­nos de Fidel en 1998, el Premio Relevante con dis­tinción especial en el Fórum de Ciencia y Técnica.

“El Comandante en Jefe se preocupó porque estos enfermos recibiesen la mejor atención, y fa­cilitó el financiamiento para adquirir la tecnolo­gía de primer nivel que se necesitaba”, recuerda.

“Un estudio de las personas que estuvieron recibiendo los protocolos de tratamiento duran­te cinco años arrojó resultados muy impactantes, apreciamos en ellos optimismo, una manera di­ferente de afrontar la vida, porque el objetivo es no solo mejorar la marcha y otros síntomas, sino desarrollar una resiliencia ante este serio proble­ma de salud. Se ha demostrado que con la rehabi­litación se retrasa la progresión de la enfermedad. La institución ha trabajado también con las fami­lias, las cuales tienen a su alcance un programa de diagnóstico predictivo, dentro de este el prenatal”.

El Centro cuenta con numerosos premios na­cionales e internacionales y ha llevado su expe­riencia a otros países latinoamericanos. Por el prestigio conquistado ha recibido a pacientes de distintas latitudes, incluso de Estados Unidos.

 

Una nueva misión con la misma entrega

Siempre está deseoso de hacer más y saca tiempo donde parece que no hay. Me cuenta que al acos­tarse no olvida colocar una agenda al lado de la cama por si se le ocurre una buena idea anotarla enseguida para que no se le olvide. “Cada tarea que emprendo la hago con mucha motivación”, agrega, y así sucedió con la presidencia de la Aca­demia de Ciencias.

“La aspiración es que Cuba tenga una econo­mía basada en el conocimiento, que las decisiones que se adopten estén avaladas por investigaciones y el método de pensamiento sea científico porque estamos ante problemas complejos que necesitan la integración de diversas áreas”.

Son varios los cambios que ha impulsado para lograr ese propósito y los sintetiza en tres accio­nes: “Analizamos la necesidad de que la Academia tuviera una representación mayor y por primera vez en la historia de la institución hicimos una nominación de 20 nuevos académicos de honor, de casi todas las provincias. Hay que resaltar que el 37 % de la membresía es femenina, es en el mundo la que más mujeres tiene. Lo segundo fue abrir fi­liales, las cuales han sido un motor impulsor para atraer a jóvenes, y una tercera labor fue crear la comisión de científicos asociados a la Academia de Ciencias.

“El Presidente de la República ha propiciado que los académicos formen parte de los consejos técnicos asesores de los organismos de la Admi­nistración Central del Estado. De tal manera que asesoren sobre políticas y decisiones a tomar en temas complejos. Hay también una gran repre­sentación de académicos en el Consejo Nacional de Innovación que encabeza Díaz-Canel.

“Hemos promovido la constitución de gru­pos temporales de trabajo para abordar temas de prioridad para el desarrollo del país, lo que ayu­da a la integración, un empeño en el que hay que avanzar más.

“Nos proponemos crear una Academia de Ciencias joven dentro de la propia institución para ir empoderando a esa nueva generación.

“Tenemos firmados convenios de colaboración con diversos centros científicos del mundo, inclu­so con la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia con sede en Estados Unidos. Hace tres años que estamos trabajando en conjunto, y el ob­jetivo es establecer puentes de colaboración entre los científicos estadounidenses y los cubanos”.

 

La condición de Héroe es individual y a la vez colectiva

“Considero que los reconocimientos como el Tí­tulo Honorífico de Héroe del Trabajo de la Repú­blica de Cuba, si bien son individuales hay detrás del que lo recibe una contribución importante de muchas personas, colegas, amigos, la familia… Me sorprendió recibirlo y se ha convertido en otro compromiso para seguir adelante.

 

Cuando recibió de manos del Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez el Título Honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba. Foto: Cortesía del Doctor en Ciencias Luis Velázquez Pérez

“Yo soy de una zona intrincada de Holguín y mi entorno era campesino, sin embargo, mis padres siempre me estimularon a que estudiara; después de adulto mi esposa Cira, mis hijos Frank Luis y Karina —que por cierto no siguieron mis pasos en la ciencia, sino en el ámbito de la cultu­ra— y mi hermano Leonardo, me han apoyado incondicionalmente y eso me ha ayudado mucho.

 

El apoyo de la esposa y los hijos ha sido fundamental para poder llevar a cabo sus responsabilidades. Foto: Cortesía del Doctor en Ciencias Luis Velázquez Pérez

“No sabría explicar cómo he logrado com­paginar al trabajo en la Academia, la atención a pacientes, la docencia, mi labor al frente de la Co­misión de Salud del Parlatino, contar con más de 200 publicaciones, trabajar en la formación de los jovenes, ser investigador principal de varios pro­yectos de investigación nacionales e internaciona­les, dirigir la Red Panamericana de Ataxias He­reditarias. No obstante creo que hay cuestiones que facilitan el trabajo, como crear equipos, no pensar en lo tuyo solamente, darles oportuni­dades a otros, que haya una colaboración.

“Soy un eterno inconforme, quiero que todo se haga mejor, siempre he sido muy inquieto y no he parado nunca”.

Apasionado por la ciencia y con un perma­nente deseo de hacer, este cubano que ama a su país y a su gente trabaja por el futuro.

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