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Hace 90 años: la intervención del “pulpo eléctrico»

En una oficina apenas alumbrada por dos pedazos de vela, el líder revolucionario y antiimperialista Antonio Guiteras Holmes promulgó la intervención oficial de la mal llamada Compañía Cubana de Electricidad, el 14 de enero de 1934. “Fue el primer alto funcionario cubano que antepuso los intereses del país a las compañías imperialistas. Con anterioridad, ningún gobernante había osado afectar los intereses de las empresas yanquis…»

(Foto: tomada del periódico Adelante)

Esta valoración hecha por el historiador cubano José A. Tabares del Real describe con toda exactitud a una de las figuras más descollantes de la llamada Revolución del 30 en la Cuba del siglo pasado.La poderosa y soberbia propiedad del monopolio norteamericano Electric Bond and Share se resistía a acatar 41 demandas exigidas por los obreros y empleados a través de su organización sindical, quienes dieron un plazo de 48 horas para que fueran aceptadas..

La patronal concedió algunas reivindicaciones, pero esquivaba las más importantes.  A pesar de insistentes gestiones de la Federación Sindical de Plantas Eléctricas, Gas y Agua así como de la Secretaría de Trabajo, no había solución al conflicto. Agotado el plazo y ante la arrogancia de los representantes del imperio, comenzó la huelga que paralizó el 90% del servicio eléctrico en la Isla con afectación en los tranvías, telefonía, tirada de  periódicos y otras actividades.

Las circunstancias eran tensas. Como secretario de Gobernación Guiteras acudió a las oficinas de la Compañía bautizada por el pueblo como “el pulpo eléctrico” porque sus tentáculos se extendían por todo el país y por las altas tarifas que imponía a sus usuarios.

Se reunió con representantes obreros y directivos estadounidenses. En acto soberano, le comunicó al administrador Archibald Jones: “Dentro de una hora los obreros de la compañía eléctrica irán a una huelga justa; el gobierno no puede esperar en forma alguna confrontar tan grave situación ni tampoco obligar a sus obreros por la fuerza a trabajar, sino accediendo a sus justas peticiones.”

No obstante la advertencia, los funcionarios norteamericanos continuaron sus evasivas con el perverso fin de empeorar la situación, acrecentar las protestas populares, desestabilizar al gobierno -que no tenía el reconocimiento de Washington- y finalmente provocar caos que sirviera de trillado pretexto para el desembarco de marines como “protectores”  de los intereses del imperio.

Desde su asiento el líder revolucionario expresó enérgico: «Sigan ustedes discutiendo, que yo voy a dar corriente eléctrica al pueblo». Así lo hizo y en la madrugada del día 14 a la luz de un candil en un local del Capitolio Nacional –otrora sede del Congreso- dictó el Decreto 172 que disponía la intervención de la prepotente Compañía y designó a un trabajador como su administrador provisional.

Guiteras encabezaba la vertiente genuinamente de izquierda en aquel gabinete presidencial heterogéneo al estar integrado por elementos derechistas y demagogos prestos a servir a los intereses de Estados Unidos.

No fue esta la única ley que puso en práctica desde la Secretaría de Gobernación y en el contexto de  un programa de reformas sociales de gran repercusión popular como la implantación de la jornada laboral de ocho horas, institucionalización de un sistema de seguros y retiros para los obreros, autonomía universitaria y la rebaja de los precios de los artículos de primera necesidad, entre otras disposiciones.

La Compañía pasó a manos cubanas, sin embargo una componenda entre Fulgencio Batista, jefe del Ejército, Jefferson Caffery, embajador norteamericano y Carlos Mendieta, derrocó al timorato presidente Ramón Grau San Martín, el 15 de enero de ese año y tres días después quedó instaurado un régimen títere cuya primera disposición fue devolver a los monopolios yanquis las prebendas y propiedades que enriquecían los vínculos de la dependencia neocolonial de la Isla

Perseguido y en el clandestinaje, Guiteras continuó la lucha revolucionaria y antimperialista hasta caer asesinado en mayo de 1935. El 6 de agosto de 1960, el Gobierno Revolucionario hizo realidad el sueño del valeroso líder al poner en manos del pueblo aquella entidad que simbolizaba la voracidad y la explotación.

(Foto: tomada del periódico Escambray)

Para la historia quedó aquel gesto patriótico frente a una de las intocables entidades del imperio. La clase obrera cubana conmemora ese hecho como Día del trabajador de la electricidad.

 

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