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La Polémica: La posible actuación de Cuba en los Juegos Olímpicos 2024

En un año olímpico siempre es atractivo acercarse a lo que pudiera cosechar nuestra delegación en la cita que tendrá por sede la capital francesa. Tres opiniones con las que puede coincidir o no, pero que solo pretenden aportar elementos de análisis en un contexto deportivo nacional e internacional bien complejo. Oficialmente Cuba aspira a ubicarse entre los 20 primeros. ¿Qué piensa usted?

Puede haber luz en París

¿Maldita opinión?

Entre nombres puntuales anda el juego

 


Puede haber luz en París

Por Jorge Luis Coll Untoria

A 208 días para que arranquen los Juegos Olímpicos de París 2024, ya comienza a conformarse la polémica alrededor de la posible actuación de Cuba, que, con un poco de optimis­mo, pudiera aspirar a un resultado similar al de la cita de Tokio 2020.

Las declaraciones del director general de Alto Rendimiento del Inder, José Antonio Miranda, en las que anunciaba que 15 atletas recibi­rán todas las atenciones en el tiem­po que resta hasta el inicio de los Juegos levantaron opiniones encon­tradas. Sin embargo, no se antoja una medida descabellada, pues te­niendo en cuenta el contexto socio-económico del país parece preferi­ble optar por lo seguro con el fin de cumplir el propósito y mantener un puesto entre las 20 primeras nacio­nes del medallero.

Además, es válido destacar que Noruega, ocupante del vigésimo lu­gar en la tabla de preseas de la lid japonesa, se agenció cuatro metales dorados, cifra a la que pudiera ac­ceder la delegación cubana apoya­da en el desempeño de figuras de élite como los campeones olímpicos Mijaín López, Luis Alberto Orta, Arlen López y Julio César La Cruz, a quienes se suman fuertes aspi­rantes al oro como los monarcas mundiales Yarisleidis Cirilo y Ga­briel Rosillo.

Por si fuera poco, ese listado pu­diera crecer con otros candidatos y también, como suele suceder, con la aparición de alguna figura eléctri­ca capaz de sorprender con un título inesperado.

Cierto es que Cuba ya no es la potencia deportiva que fue en el decenio de los noventa e incluso a inicios del siglo XXI. No obstan­te, en un evento como los Juegos Olímpicos, en los que alcanzar un primer puesto se torna en extre­mo complicado y solo se logra con atletas probados en los más com­plejos escenarios, da la impresión de que a la Mayor de las Antillas todavía le alcanza para imponerse a delegaciones que han conseguido superarla en las recientes edicio­nes de juegos regionales y conti­nentales.

Así las cosas, de cara a París parece posible percibir algo de luz. Habrá que ver luego, en un futuro más lejano, si el relevo generacional permitirá ciertos sacrificios en pos de conseguir un resultado.

 


¿Maldita opinión?

Por Daniel Martínez

Le juro que tengo dudas sobre cómo iniciar este diálogo. Quizá, alguien me sugeriría que para quedar bien o evitarme una encendida polémica levantara ciertas ban­deras o incluso me cu­briera con el pesado y a veces patético camisón del chovinismo.

Pero no puedo hacer­lo, por eso, a riesgo de no salir ileso lanzaré mi sin­cera opinión. No creo que en los Juegos Olímpicos de París 2024 el deporte cubano iguale su actua­ción de Tokio 2020.

Antes de que desee aferrarse sobre mi cue­llo o bombardearme con epítetos ofensivos desde la distancia y la “segu­ridad” que dan las redes sociales, le ratifico que reverencio a nuestros deportistas.

Sus hazañas, escritas en infinidad de ocasiones con coraje y pasión, han demostrado la infinita capacidad de superación que adorna a los que ha­bitamos este archipié­lago, y es digno de ser aplaudido.

Sin embargo, hay ciertas realidades (to­dos saben a lo que me refiero) que golpean como puños a nuestra sociedad y por ende al deporte, por eso estimo que en la cita parisina Cuba tratará de enco­mendarse a la tradición ganadora del boxeo, la lucha y el judo, sin ol­vidar las positivas no­tas que podrían dar el tiro, el taekwondo, el canotaje y el atletismo (muy lacerado en los úl­timos tiempos).

A ello podríamos su­mar alguna grata sorpre­sa, que históricamente ha subsanado el traspié de un pronóstico casi seguro.

Las opciones enume­radas indudablemente reportarán varios po­dios, mas no deben corre­gir la sangría sufrida por abandonos o decisiones personales de figuras, que en este ciclo olímpico estaban llamadas a rati­ficar sus huellas.

Tal vez usted defien­da con razón y optimis­mo que otros ocuparán el lugar de los que no están, o que incluso con un nú­mero de preseas similar o inferior se pudiera cum­plir con lo trazado. Res­peto esas ideas, pero no las comparto.

La erosión que su­frimos, aunque algún avinagrado de ocasión lo dude, cada día las­tima más. Las últimas incursiones en Juegos Centroamericanos y del Caribe y en Juegos Pa­namericanos (en Chile se cumplió) han señala­do nuestro talento inna­to, pero también un pal­pable retroceso, que en una lid mayúscula como los Juegos Olímpicos puede pesar y mucho.

Les confieso que he sido franco. Los “azotes” iniciales por mi “osadía”, que comenzó siendo ver­bal, ya los recibí en casa. Como me gustaría equi­vocarme de ¿esta maldita opinión?

 


 

Entre nombres puntuales anda el juego

Por Joel García

El ejercicio periodístico de pro­nosticar resultados, número de medallas y hasta el posible lugar que puede alcanzar un país en eventos deportivos pasa siempre por coordenadas tangibles (his­toria, actuaciones recientes y ri­vales), y otras menos palpables (forma deportiva, preparación psicológica y sorteo). No obs­tante, siempre es tentador y más en este 2024, cuando los Juegos Olímpicos llegan por tercera vez en su historia a París.

Cuba debe presentar una co­mitiva bien reducida si la compa­ramos con las tres últimas edicio­nes, pero que trate de ser tanto o más eficiente para ubicarse entre los 20 primeros. Para eso necesita­ría cinco o más campeones, meta que viene logrando desde Londres 2012 (5- lugar 16), Río de Janeiro 2016 (5- lugar 18) y Tokio 2020 (7- lugar 14). Las preguntas claves: ¿con qué contamos para repetir o superar esto?, ¿utópico o realista un quinteto de monarcas hoy?

Después de un año 2023 con par de juegos múltiples de nivel (Centroamericanos y del Caribe y Panamericanos), así como más de 15 campeonatos mundiales, Cuba apuesta a nombres puntuales para su objetivo declarado. Fue­ra de ellos no debe haber muchas sorpresas y son los que decidirán el juego. Casi los podemos decir de memoria al repasar boxeo, lu­cha, judo, atletismo, canotaje, tiro deportivo, taekwondo y ciclismo.

No quiere decir esto que el te­nis de mesa, voleibol de playa u otra disciplina que pueda clasifi­car tengan cerradas las puertas al podio, pero a ese nivel es poca la improvisación. Quienes van a deci­dir este dominó están claritos, cla­ritos. Julio César La Cruz, Arlen López y Saidel Orta son las bujías del boxeo, sin olvidar al veterano Lázaro Álvarez o Erislandy Álva­rez (uno de los dos irá) y a la joven promesa Fernando Arzola.

La lucha tiene tres apuestas casi seguras: Mijaín López, Luis Orta y Gabriel Rosillo, todos en el estilo greco; y dos aspirantes a po­dios: Alejandro Valdés y Yurieski Torreblanca en la libre. Dentro del tatami Idalis Ortiz, Andy Granda, Iván Silva y Maylín del Toro son los más cercanos a las preseas; mientras Leuris Pupo continuará siendo el tirador por excelencia de nuestros sueños.

Desde una canoa, Yarisleidis Cirilo tiene todas las papeletas para levantar la corona, en tanto Lázaro Martínez y Leyanis Pérez son los lí­deres hoy del atletismo, al igual que Rafael Alba en el taewkondo y Arle­nis Sierra en el ciclismo de ruta. Si suma y resta, con más o menos acier­to, la cifra ronda los 20 nombres.

Sobre ellos estarán nuestros ojos y esperanzas. No son épocas de pensar en más de 20 medallas, entre 10 y 14 ya sería exitoso con no más de cinco oros. Anote esos nombres y relea este comentario el 11 de agosto.

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