RETRATOS: “Yo siempre quise ser maestra”

RETRATOS: “Yo siempre quise ser maestra”

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Los domingos de Yisel Soler Calzadilla son atropellados: “Es que en la casa se acumulan muchas cosas: lavar, limpiar, preparar los uniformes de sus dos hijos…”. Confiesa que la mayor parte del tiempo de la semana está en la escuela primaria Osvaldo Sánchez, ubicada en el reparto Martí, en el Cerro, de la cual es directora.

Foto: Agustín Borrego Torres

De baja estatura y rostro aún juvenil, no puso reparos cuando el anterior director, Pedro Pablo Rojas, la propuso como reserva y un día, finalmente, ella asumió la dirección. Ahora, reconoce, es una tarea que exige rigor y entrega.

“Yo siempre quise ser maestra, nací con esa vocación y cuando llegó la oportunidad, no lo pensé”. Dice que sus padres entendieron su decisión. Recuerda con amor a Palma Soriano, en Santiago de Cuba, lugar donde transcurrió parte de su infancia.

“Soy hija única, crecí en el seno de una familia sencilla, con el ejemplo de mis padres, los dos eran profesores de un preuniversitario; mi mamá, Vivian, era maestra de inglés, y mi papá, Reinaldo, máster en Cultura Física, daba clases de Educación Física”, añade.

De ellos bebió el interés por el magisterio, hecho que se concretó, en la capital cubana. “Cuando tenía siete años, mi familia vino a vivir para La Habana.

“Y estando en el Instituto Preuniversitario en el Campo Ernesto Dimas, en Melena del Sur, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz hizo el llamado a los jóvenes que cursaban el décimo grado para que se formaran como maestros emergentes. Di mi disposición, así que integré el primer curso.

“Hice prácticas en la escuela primaria Amílcar Cabral, donde yo había estudiado. Me encantó ese nivel, es hermoso enseñar a los pequeños a leer y escribir; aprendí que, si no se logra con algún estudiante, hay que autoevaluarse, indagar qué se está haciendo mal y cambiar de estrategia.

Recuerdo que, en ese primer momento, el impacto fue fuerte. “Quizás por mi baja estatura, los padres me veían como si yo fuera prácticamente una niña y existió un poco de presión. Pero con mi actitud, los fui convenciendo, les demostré que yo sí podía. Y terminé el curso satisfactoriamente”.

Mientras trabajaba, Yisel continuó su superación: “Con esfuerzo, concluí la Licenciatura en Educación Primaria, en el 2013”.

La misión más importante

En enero de 2019, cuando un poderoso tornado azotó a la capital cubana, Yisel había acabado de mudarse para el reparto Martí. En ese entonces, ya era madre de dos niños.

“Aún no me había incorporado a esta escuela porque estaba al cuidado de mi pequeña. Cuando pasé por aquí en la mañana, me percaté del desastre que había ocasionado el fenómeno. Y también seguí todo el proceso de remodelación que se inició y que convirtió a la institución en un lugar con mejores condiciones para alumnos y estudiantes.

“Me incorporé a la Osvaldo Sánchez en el curso escolar 2019-2020. Empecé a impartir clases en cuarto grado. Ya en marzo de 2020 nos azotó la Covid-19 y todo cambió. Estuve realmente poco tiempo en el aula. El antiguo director respondió al llamado realizado para apoyar en los centros de aislamiento abiertos en La Habana y me dejó al frente de la escuela.

“Fue una tarea dura, pero me sobrepuse. Hubo que cambiar maneras de hacer, de impartir clases, de mejorar el dominio de las nuevas tecnologías.

“En tanto, también tenía que ocuparme del cuidado de mi familia, hacer colas para coger los productos, en fin…”, dice hoy y recuerda que, gracias al colectivo, todo salió. El director pasó a laborar en el municipio, y yo me quedé al frente del centro. Debo confesar, que para mí fue como otro ‘tornado’, porque, a partir de la pandemia, empezaron a desarrollarse cursos atípicos y algo atropellados. Por suerte, este curso existe más tiempo para distribuir los contenidos y preparar las clases con más calidad”, afirma.

La escuela, como otros centros docentes, no tiene la cobertura completa de maestros y auxiliares. “Pero todo el proceso sale, de una forma u otra; buscamos alternativas, en algunos casos, hasta he asumido la responsabilidad de ponerme frente al aula; además, como directores, debemos durante la semana impartir una clase, y yo lo hago en sexto”.

Para Yisel el maestro es esa persona esencial, imprescindible en la formación de las nuevas generaciones, y, no obstante, las complejidades del momento que vive el país, son muchos los que, por amor a su profesión, permanecen en sus aulas. “Por eso pienso, que, dentro de la propia comunidad y en los municipios, hay que buscar la vía para estimular a todos los que aportan a este sector”.

Varios años después de haber dado su paso al frente como maestro emergente, asegura que se siente con más conocimientos, tanto para dirigir como para atender a los niños. “Seguiré poniendo mi granito de arena en esta obra cotidiana”, subraya.

 

 

 

 

 

 

Acerca del autor

Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.

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