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Andy Pereira

Con 34 años son muchos los recuerdos deportivos y de preseas que tiene el hijo de Andrés y Mayté. En estos Juegos Panamericanos sumó un oro en doble masculino y plata en el individual del tenis de mesa. Andy Pereira es la figura más conocida de su disciplina de esta generación y hoy uno de los atletas más felices de la delegación cubana.

 

 

Andy conversa relajado. Está acostumbrado a eso desde que empezara a ganar temprano en la categoría 9-10 años. Fue el iniciador de las becas internacionales en su deporte y acumula varios títulos en Juegos Centroamericanos y del Caribe, el último de ellos en San Salvador 2023.

Andrés y Mayté deben estar orgullosos del niño que practicó béisbol y hasta pensó ser boxeador, pero finalmente se clavó en el pecho el ping-pong, que de hobby y diversión pasó a ser la razón de su vida.

“Pienso que esta plata es un resultado histórico, no solo para mí, sino para el tenis de mesa cubano que no había tenido un finalista en el single masculino. Además, nunca habíamos obtenido dos medallas de oro en Panamericanos, después del primer y único título logrado en Indianápolis 1987. Es decir, hicimos historia.

“Este subtítulo panamericano es grande. Igual no quería haber perdido la final, mas competía con Hugo Calderano, uno de los mejores del mundo y no está en el cuarto lugar del ranking por gusto. Se me hizo bastante difícil, aunque salí a darlo todo.
“No pensé llegar a esta instancia, pues el nivel de los jugadores era alto. Tuve que vencer a tres jugadores entre los diez mejores del mundo y fue un gran reto, algo casi inesperado. Estar en esa final es lo más grande que he vivido en el tenis de mesa.
“El buen momento que vive nuestro deporte se lo atribuyo a las gestiones de la Federación. Hicimos base de entrenamiento en China y una en Chile para ultimar detalles. También a la unidad interna como equipo, así como al apoyo de la Federación y del Inder.
“Me mantengo con la intención de retirarme. No porque esté terminando como deportista, sino porque quisiera dedicarles tiempo a mi hija de 5 años, que es mi motor impulsor, y a mi familia, a mis padres. Sin embargo, quizás pueda valorar de nuevo esa idea. Este resultado abre muchas puertas. Un segundo lugar me permite estar entre los 100 mejores del mundo, algo que no había conseguido antes ningún cubano…”.

El hijo de Andrés y Mayté respira aliviado. Entrar en la historia no es fácil. Y él ya lo logró.

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