Santiago de Chile.- Nadie dijo que sería fácil el torneo beisbolero, de estos Juegos Panamericanos, a pesar de la ausencia de Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico. Nadie tampoco puede decir que Cuba tras su derrota contra Venezuela (6-5) no podrá levantar el título. Pero la realidad es que ahora todo se ha enredado y no hay otra opción que ganarle a Brasil para aspirar a seguir en competencia.
Las causas de la derrota pudieran ser las mismas que desde hace tiempo nos privan de podios. Falla el bateo oportuno con hombres en circulación, el relevo flaquea en momentos imperdonables y errores costosos (que forman para del juego de pelota) nos privan de éxitos que casi siempre terminan costando campeonatos. Así nos sucedió en aquel primer partido contra México en los Centrocaribes de El Salvador y luego nos quedamos esperando revancha.
De la derrota en cuestión (por cierto, el estadístico Arnelio Álvarez nos recordó que hacía 68 años Venezuela no nos ganaba en Juegos Panamericanos) solo nos quedamos con la reacción feliz de un emergente como Yurisbel Gracial; en tanto deudas de Yoelkis Guibert con par de ponches en la hora cero y un cuerpo de serpentineros más bateado de lo normal pusieron la cara roja a nuestro equipo.
Nada está perdido aún. Obligados sí a superar una piedra brasileña que ha sorprendido con par de sonrisas y un pitcheo que ha guardado su mejor carta para Cuba. José Ramón Rodríguez será el encargado de la apertura con seguramente cambios en la alineación en busca de ese engranaje del cuarto al sexto turno. Será otro partido de todo o nada y los siete inning que obligan a cambios de estrategias: anotar temprano y permitir las mínimas.
Este equipo no admite otra opción que pelear el oro. No es reiteración. Es la única variable que pase lo que pase no podrá justificarse jamás.
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