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El imprescindible René Romero para el deporte de América

Durante mucho tiempo pasó horas y horas, semanas y semanas, meses y meses, años y años, dentro de una pista de canotaje. Es la única pasión que no abandona, aunque hace dos décadas es miembro de la Comisión Técnica de Panam Sports y de su similar en Centro Caribe Sports. Además, ayudó a organizar los Primeros Juegos del Caribe en el 2022.

Mesurado a la hora de explicar cada detalle, el cubano René Romero, Doctor en Ciencias y uno de los brazos derechos de los comités organizadores de las naciones que han preparado citas múltiples en nuestro continente desde el año 2011, se define como un enamorado de su trabajo actual, cuya función esencial es organizar, supervisar y asesorar todos los detalles para un certamen exitoso.

 

 

Le pregunto sobre lo más difícil en esta tarea y tras consultar el último mensaje recibido por WhatsApp nos revela: “El nivel de comunicación, pues tienes que ser muy flexible, coherente e inspirar respeto en lo que dices. Hay que contar con virtud de pedagogo”.

¿En qué medida ayudas a Cuba desde esta posición?, le interrogo al cubano con más alto rango dentro de la organización deportiva de América. “Por supuesto, Cuba tiene de primera mano toda la información: la estratégica y la no estratégica.
Digamos, calendario, pruebas que se convocan y hasta el equipamiento que se usará para si es posible entrenar con ellos”, señala René con orgullo.

Sobre una experiencia positiva que lo haya marcado no titubea en responder: “Los Juegos Centroamericanos y del Caribe en El Salvador.

En nueve meses pudimos montarlos. Además, trabajé con gente joven inteligente, entusiasta y que respondían ante cada tarea, aunque se las enviara a las dos o tres de la madrugada”.

Prefiere no ejemplificar la cara contraria porque “siempre hay preocupación hasta el final, dado que uno quiere lo exquisito. Aquí, en Chile, hay recursos de calidad, sin embargo todos los días vemos algunas cosas que fallan”.

Con tantas responsabilidades fuera de Cuba, René Romero extraña a su familia y no puede dejar de hablar de eso con el corazón apretado. “Me he pasado hasta nueve meses sin ir como ocurrió para los Juegos en El Salvador. La familia se resiente, no obstante llevo 38 años de un matrimonio consolidado, con dos hijas y un nieto”.

Aunque él no se lo cree, todos sus subordinados lo repiten más de una vez: “Es imprescindible. Con él se aprende y crecemos”.

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