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Demajagua: Donde la patria tiene su altar sagrado

El significado de celebrar alcanza una connotación especial cada año entre los habitantes de la comunidad Demajagua en los días previos al 10 de octubre, y es que en esa fecha de 1868 se abrió para los cubanos el lar­go camino de luchas por la conquista de sus sueños de independencia.

 

Cruce de carretera para conectar fuente de abasto de la comunidad de la Demajagua. Foto: Delegación de Recursos Hidráulicos Granma

 

Fraguar obras que permanez­can para el bien común y otras que apunten a la evocación constante de la historia, lo que también nos salva como nación, se fijan en las agendas de los organismos e instituciones de la provincia de Granma.

Esta vez se dieron nuevamen­te retoques a toda la jardinería que conforma el paisaje del Monumento Nacional y se le dio tratamiento téc­nico al legendario árbol del jagüey, sobre el que se sostienen las ruedas dentadas del ingenio azucarero que en el siglo XIX se avistaba como un magnífico coloso.

Igualmente, y de acuerdo con Damaris Díaz Solá, al frente del Parque-Museo, recibieron re­paraciones las tarjas de bronce que conforman la decoración de las piezas ubicadas en el espa­cio abierto, así como la suntuosa campana que en la fecha señalada llamó con su redoble a los hom­bres, negros y blancos, para que fueran libres y se inclinaran por la esperanza que siempre supone la insurrección.

Por su parte, Daniel Javier Ortiz Leyva, director de Cultu­ra en Manzanillo, municipio al que pertenece el histórico lugar, y especialistas de la Oficina de Patrimonio realizaron labores de conservación en el enclave y pre­pararon junto a los trabajadores de la institución el montaje de un nuevo proyecto en la sala exposi­tiva, la cual fue objeto de un impor­tante remozamiento.

Destacó como novedad la pre­sentación de un recorrido virtual de­sarrollado por Cinesoft, de Santiago de Cuba, que abarca aquel grito de libertad, el devenir de las gestas li­bertarias y en especial el papel de sus protagonistas. El material está hecho de modo afín para los gustos de todas las edades.

Más allá del entorno solemne las ejecuciones alcanzaron tam­bién la comunidad donde se esta­blecen cerca de un centenar de fa­milias.

Entre los propósitos más sensi­bles estuvo la eliminación de los pi­sos de tierra, la mejora física de los inmuebles que brindan servicios y el acondicionamiento de viviendas y del ornato público, los cuales ha sido recibidos con beneplácito por parte de los habitantes y por quie­nes en estos días han tenido como destino el icónico paraje.

Otra acción a favor de esa loca­lidad, y la de mayor envergadura, es la instalación de redes de acueducto para el abasto de agua potable: un anhelo postergado por decenios y que hoy rinde frutos.

Afirma Yasel Vázquez Arias, subdelegado adjunto en funciones de la Delegación de Recursos Hidráu­licos en la provincia, que con esta obra, de un valor superior a los 5 millones de pesos, se favorecen unas 300 personas y que la ejecución se efectuó con la eficacia debida a fin de obtener un beneficio con marca­do impacto social y el consiguiente reconocimiento.

Para ello se realizaron las prue­bas necesarias —acotó— con la in­tención de corregir sobre la marcha y dar soluciones técnicas oportunas.

“La conmoción ha sido impresio­nante. Antes de este emplazamiento el agua se distribuía en pipas y en ciclos prolongados dada la escasez de combustibles. Ahora cada familia recibe en su hogar el preciado líqui­do y eso es calidad de vida”.

 

Donde la nación vibra

Coinciden quienes la visitan que en Demajagua se experimenta una es­piritualidad singular, tal vez por su geografía, entre pequeñas elevacio­nes y la calidez de las aguas del golfo de Guacanayabo, o por los retazos de historias que llegan de cada margen del terreno u objeto de la época.

Fue en este lugar donde por vez primera se alzó una bandera trico­lor, ajena a la de España, por la que se clamaba lealtad a las convicciones de un empeño de nacionalidad re­cién surgido entre los patricios ba­yameses más preclaros y radicales.

Uno de ellos, Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, cargó aquí con la responsabilidad tremenda de liberar a sus esclavos, nombrarlos hermanos y convidarlos a seguirle en su afán emancipador.

En este pedazo de tierra, Altar Sagrado de la Patria, se proclamó el inicio de la lucha por la independen­cia, surgió el ejército de revoluciona­rios llamados posteriormente mam­bises, y se dieron los primeros pasos hacia un destino ya para siempre de los cubanos.

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