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El Treme
se bancariza

Antes, mucho antes de que se hablara de la bancarización, ya Tremebundo tenía problemas con la tecnología. La tarjeta magnética a nombre de Trivaldo González y García, que es su nombre real, la conocían de memoria en la agencia bancaria cerca de su casa.

El Treme, como le dicen de cariño en el barrio, nunca daba pie con bola en el cajero. No ahora que la mitad de tales artefactos ni dan ni dicen dónde hay, sino cuando todos funcionaban.

Él se pasaba horas frente a la pantallita azul, como si estuviera viendo una serie turca, para desespero de la gente en la cola, y le pedía permiso a una tecla para apretar la otra. No pocas veces la metía al revés (la tarjeta), y se le trababa (el cajero).

El asunto no mejoró cuando al fin se hizo de un teléfono celular y se puso en línea con Etecsa. Un compañero de trabajo le instaló Transfermóvil, al parecerle la aplicación más apropiada para el Treme, porque él jamás estuvo EnZona.

El pin, el ID, el escáner, las recargas, todo se le trocaba al Treme, quien llegó a ser quizás el tipo más ahorrativo de Cuba, con todo el dinero metido en su cuenta bancaria.

Pero eso cambió — ¡oh, milagro!— el día que anunciaron la bonificación del 6 por ciento para los pagos por canales electrónicos. “¡Lo que tienen que hacer es poner código QR en la guagua!”, le oyeron protestar ayer en la parada.
                                                                                                            PAQUITO

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