Los que no creen en imposibles

Los que no creen en imposibles

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“Lo que parece imposible se puede alcanzar si nos lo proponemos con firmeza y actuamos de manera consecuente”, así recordó el General de Ejército Raúl Castro Ruz hace algunos años, una de las enseñanzas de Fidel, que el Líder Histórico de la Revolución cubana demostró a lo largo de su existencia.

 

 

¿Acaso aquel empeño de hace 70 años de un puñado de hombres armados con escopetas de tomar por sorpresa la segunda fortaleza militar de la tiranía no parecía una quimera? Se hizo y si bien no obtuvo el éxito esperado se cumplió lo previsto por el jefe de las acciones del 26 de Julio, quien momentos antes de salir al combate le expresó a sus compañeros que el gesto serviría de ejemplo al pueblo de Cuba, para tomar la bandera y seguir adelante.

Había surgido una nueva vanguardia revolucionaria que pronto re­conocieron los patriotas cubanos, quienes en formidable movimiento de masas le arrebataron al tirano la amnistía que abrió las rejas de la prisión a sus nuevos libertadores.

Y parecía irrealizable que los expedicionarios del Granma, diezmados por la soldadesca, se reorganizaran y formaran un ejército, pero se hizo realidad porque los guiaba un líder, quien al reagrupar en Cinco Palmas un número reducidísimo de hombres y apenas siete fusiles, con fe in­conmovible en la victoria, exclamó: ¡Ahora sí ganamos la guerra!

Unos cuantos cientos de rebeldes vencieron unas poderosas fuer­zas armadas equipadas y asesoradas por Estados Unidos, con lo que rompieron el mito imperante en la época de que se podía actuar con el ejército o sin él, pero nunca en su contra.

Por primera vez en Cuba se hizo posible el anhelo de libertad por la que tanta sangre habían derramado generaciones de cubanos.

Fue necesario entonces organizar nuevos asaltos para derrotar el analfabetismo, la insalubridad, el desempleo, la falta de oportunidades para la mujer y el negro… y lo que parecían males entronizados en la sociedad, fortalezas imposibles de derribar, fueron cayendo una a una para convertirse en logros de un proceso revolucionario empeñado en conseguir toda la justicia.

Pronto el mundo fue testigo de lo inverosímil: que una pequeña na­ción subdesarrollada se declarara socialista a 90 millas del imperio más poderoso de la Tierra, y durante más de seis decenios los cubanos, en medio de obstáculos que parecían insalvables han seguido vencien­do imposibles, como lo hicieron cuando Cuba se quedó sola tras el de­rrumbe de la URSS y el campo socialista, y muchos pensaron que había llegado el fin de la Revolución.

Esa historia pasada y más reciente demuestra que es preciso vencer los desafíos de hoy, como nos enseñó Fidel, si nos proponemos hacerlo con firmeza y actuamos de manera consecuente. Así ocurrió cuando el azote de la COVID-19, que nuestros científicos fueron capaces de crear vacunas propias que salvaron a la población de la enfermedad y la muerte.

En su empeño por asfixiarnos, el vecino del norte ha ido agregando al genocida bloqueo nuevas medidas, como la inclusión de Cuba en la arbitraria lista de los países que supuestamente promueven el terro­rismo; la aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton, que permite tomar acciones en tribunales estadounidenses contra empresarios de cualquier nación que legítimamente establezcan relaciones comercia­les y de inversión en Cuba; la persecución de los suministros de com­bustible que Cuba necesita importar; la demonización de los servicios médicos que prestan profesionales cubanos en decenas de países; y la existencia de una lista también arbitraria de entidades cubanas con las cuales se prohíbe a los estadounidenses relacionarse. Pero no han logrado detenernos.

En días recientes, en las sesiones de la Asamblea Nacional del Po­der Popular, se evidenció que la dirección del país tiene puesto su centro de atención en los problemas más acuciantes que afectan a la población: la inflación, el delito, la corrupción y las ilegalidades y las indisciplinas sociales; los precios abusivos y especulativos, las agudas carencias en la alimentación, la necesidad de que los jóvenes sientan que pueden realizar su proyecto de vida dentro de su patria…

Un diputado comentó que en una ocasión un científico al decirle a Fidel que alcanzar determinado propósito era imposible, este le con­testó que lo imposible era lo que demoraba más en lograrse. Y si bien las cuestiones tratadas en el Parlamento no se resolverán de un día para otro requieren medidas firmes, inteligentes, audaces, creativas, realistas, que bien conducidas, con elevada exigencia y control en su ejecución alcanzarán su objetivo y no admiten prolongadas esperas porque resultan estratégicas para la perdurabilidad de la Revolución.

Los asaltos de estos tiempos están bien definidos y para esos nuevos combates la nación cuenta con la mejor tropa, como la definió Fidel: el pueblo.

Acerca del autor

Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …

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