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Agustín Bejarano: de Arcanos y Demiurgos

Una excelente opción para disfrutar de buen arte durante este período veraniego la ofrece la galería Collage Habana, ubicada en el céntrico bulevar de San Rafael, en la capital, donde se encuentra instalada la exposición Los Arcanos del Demiurgo, de Agustín Bejarano Caballero (Camagüey, 1964), cuyas tesis pictóricas echan anclas en sus orígenes y en la cultura universal a través de una simbología con representaciones diversas que lo sitúan como un ensayista de su tiempo, y también del espacio vivido por sus antepasados.

 

Vocación, 2023. Acrílico sobre lienzo. 156 x 200 cm

 

La creación de sus mundos paralelos está estructurada con la magia de sus dibujos subordinados a una técnica que despierta la conciencia de los demás. Por medio de trece de sus más recientes piezas el espectador tiene la posibilidad de abandonarse al misterio, de penetrar —o despertar— en universos conocidos; como pensamientos y tautologías expresados de distintas maneras. Cada uno de sus cuadros establece un diálogo que insta a sentir un retorno, una mirada reflexiva y crítica hacia el pasado, el presente y el futuro.

En sus palabras incluidas en el catálogo de la muestra, este artífice subraya que en la estructura de estas obras “tuve en cuenta el diverso y amplio registro de sugerencias y sinuosidades que ha caracterizado las obras y conformado el espectro de la serie Los Ritos del Silencio. Ese amplio registro me ha permitido realizar y mantener un lenguaje diverso y motivador, también ha posibilitado que cada exposición o segmento de esta macro serie tenga una independencia y a la vez una coherencia, continuando con lo novedoso como premisa.

“Los Arcanos del Demiurgo —agrega— lo hace desde la intimidad que permiten las escenas interiores, donde la arquitectura es coautora del diálogo que proponen los cuadros. Desde su emblemática serie Los Ritos del silencio, iniciada en el año 2002 y que con esta exposición también celebra sus dos decenios, en toda la creación posterior de Bejarano se establece una enjundiosa introspección en la vida interior del hombre, en sus problemas y costumbres. Cada obra que surge posee el distintivo sello de la originalidad, al recrear códigos inherentes al individuo contemporáneo mediante testimonios y huellas que asimismo tienen que ver con los temas religiosos, tanto cristianos y católicos, como de la herencia africana, amén de sus reflexiones en torno a la vida íntima del hogar cubano, con sus reminiscencias, en un cosmos conformado desde disímiles experiencias familiares que él no referencia como un cronista o historiador, sino como lo que realmente es, un gran pintor.

En Los Arcanos del Demiurgo vuelve a estar presente el diminuto personaje que nació con Los Ritos… Sencillo, a veces pensativo y cabizbajo, tal figura que sintetiza a la sociedad insular, aquí adquiere una significación de Demiurgo, que proyecta su meditación desde un sillón, una mesa, un espacio del hogar para convertirse en artífice o alma que revive su propia historia en su espacio cerrado.

Según su etimología, el Demiurgo (del griego démos, pueblo, y érgon trabajo: creador, artífice) es un “supremo artesano” y un maestro, término que en el griego antiguo se aplicaba al trabajador en general, condición que retoma Bejarano para identificar esta mística entidad que aparece, una y otra vez, narrando historias y sirviendo como motivador de sensibilidades y emociones entre los espectadores.

Esta figura, de trascendental importancia en la interpretación de estos cuadros, dispone de su propio Arcano (del latín, arcānus), relativo a una cosa o sujeto secreto, recóndito, reservado. Se trata de una energía oculta y misteriosa que puede adivinar o profetizar el futuro. Ese, justamente, es el papel sicológico de este singular hombrecillo.

Desde muy joven, Bejarano concibe el acto de crear como un catalizador que ha hecho posible que cada una de sus obras se convierta en, además de extraordinaria, memorable; en lo cual indiscutiblemente intervienen las atmósferas serenas y armoniosas, donde la tranquilidad interviene en conjunto con la técnica que utiliza.

“Esta serie surgió de unos dibujos que realicé en Estados Unidos y que agrupé bajo el título de Interiores. Lienzos de grandes formatos, pintados con acrílico o técnica mixta, definen los soportes que vengo usando hace años (…). De nuevo la migración, la diáspora, el desarraigo y demás lastres que suponen desprenderse del hogar materno (…), célula fundamental de la sociedad (…), donde se (…) estructura la génesis cultural del ser”; afirma el artista.

“Esta exposición —expresa— es un canto de amor a lo nuestro, a valores que nos pertenecen y son cuestión de orgullo. De eso tratan mis Interiores (…). Sobre el tema yo no digo nada, dejo el diálogo abierto a partir del lenguaje sugestivo de cada cuadro”.

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