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Erick González: “mi pasión por el arte es una necesidad” (+ Fotos)

Por Manuel Eduardo Jiménez Mendoza

 

La obra del artista visual villaclareño Erick González Díaz, transita desde el paisaje hasta la abstracción, en tanto recorre los tiempos modernos con colores claros y fuertes, para atraer al espectador y llevarlo hacia un mundo diverso. Él tiene la facilidad de hacer por el arte una forma de vida, de vivir bajo el lienzo, de buscar en su marcha citadina la expresión de la pintura como existencia.

 

Foto: Cortesía de Erick González Díaz

 

No solo Erick es pintor, grabador, dibujante, pues dice ser, ante todo, profesor y en ese universo trasciende para trasmitirles a los jóvenes su interés por el arte y de una forma, digámosle humana, transferir eso que tiene dentro que no es más que el pago por los que, en otro tiempo, hicieron por él. Talleres, clases, conferencias…, enmarcan al artista en su mundo profesional y su espíritu de pedagogo. Basta sentarse a conversar y entender su naturaleza creativa, y aprender de referentes en su obra, además de rememorar sobre los primeros creadores que dejaron su impronta en la abstracción en Cuba, así como conocer sus vivencias del día a día, de su historia de vida en un ejercicio que forma parte de lo mejor que el hombre crea.

Este artífice asume que el arte, tal sentenció Martí, “no puede, lo afirmo en términos absolutos, ser realista, pierde lo más bello, lo personal”.

Bajo esas premisas conversé con este “joven” artista que ya supera los cuarenta años pero, desde la pintura, es un niño que tiene trazado un futuro esperanzador para la abstracción cubana.

¿Cómo llega el niño Erick a enamorarse de la pintura que, incluso, en un momento de su adolescencia lo hace dejar sus estudios de arquitectura en la Universidad Central Marta Abreu, de las Villas, para dedicarse por completo a las artes visuales?

—Yo siempre parto de un criterio, que el arte es el reflejo de la realidad y que cada artista es hijo de su tierra y del momento histórico que le toca vivir. Desde muy niño comencé con esta inclinación por las artes plásticas y mi vocación se materializó desde muy temprano en la Galería de Arte Leopoldo Romañach, en un taller que había allí donde tuve varios instructores, como Iduma Sánchez, Amalia Calleja, y recuerdo también que Fernándo Betancourt fue mi profesor desde bien niño, estando él recién egresado de la Escuela Nacional de Arte.

Luego, ingresé en la carrera de arquitectura en la Universidad Central Marta Abreu, hasta que me presenté a una convocatoria en la escuela profesional de arte Samuel Feijó que en ese entonces era el nombre que recibía la academia y ahí empezó mi ejercicio profesional dentro de las artes plásticas,  imbuido por varios profesores que hoy en día son maestros de la vanguardia villaclareña, como Lorenzo Veloz, Ramón Ramírez, Edelso Machado Sosa, Amílcar Chacón, Juan Ramón Valdés, Alcides, recientemente fallecido, y Humberto Díaz.

Pienso que tuve una formación bastante sólida, muy exigente, y que gracias a ese hábito de trabajar a diario con tenacidad,   siento que hoy es algo que me caracteriza. Quisiera mencionar también a Javier Gazapo,  uno de los artistas más destacados, que fue quien me formó para poder enfrentar todas esas pruebas de ingreso a la academia, le estoy muy agradecido; actualmente vive en Islas Canarias, y hace poco estuve compartiendo con él y fue como revivir aquel tiempo.

Me comentabas que te refugias para pintar en el “día a día”, porque el hombre “es hijo de su tiempo y del lugar en el que le toca vivir”. Entonces, imagino que las marinas y el paisaje tienen mucho qué ver con tu entorno, con el lugar donde vives.

—En una ocasión una periodista me preguntó sobre las musas de una manera muy jocosa y le dije, mira yo te voy a decir algo, el entorno que me rodea es mucho más fuerte que cualquier musa. El paisaje que hago, el que me gusta hacer, es el que llevo a un espacio tan serio como una galería; tiene que ver con mi obra abstracta e informalista, a pesar de tener esa intención académica detrás de todo lo que hago, pero sí, si tiene que ver con el abstraccionismo, sobre todo en la gestualidad, en el color, en la forma y la manera de concebir ese paisaje.

 

 

En otros momentos también te has referido con mucha fuerza al paisaje.

—Sí, ante todo soy un defensor de este género, que es muy fuerte en la formación de un artista. Para mí es necesario ese diálogo con el paisaje, con el entorno que me rodea.  Mis trabajos hablan de historias, de erosión, de abandono, del paso del hombre. Muchas veces me limito a representar una orilla, una orilla sucia (me refiero al aspecto visual que da la idea de abandono, de que ahí existió en un momento determinado una casa de un pescador, entiendes, elementos históricos).

Mi creación tiene un carácter patrimonial muy fuerte, no es un paisaje que responde a la simple búsqueda de un mercado, ni tiene sentido hedonista, soy enemigo de esos conceptos, y muchas veces suelen ser vanos a pesar de que el hedonismo puede ser un recurso dentro de la obra de cualquier artista y eso lo aplaudo, porque bien manipulado, trazando buenos códigos son bien reconocidos y yo valoro eso, pero para nada es mi intención, nunca representaré un paisaje hedonista, ni que responda a un mercado determinado.

Cuáles han sido tus mayores referentes y, obviamente, los que más han nutrido al artista que ya eres.

—Desde los inicios, en cuanto a la pintura, el dibujo, el grabado, mi obra tuvo una inclinación hacia el expresionismo figurativo y el expresionismo abstracto; de ahí parto, de grandes referentes dentro de la historia del arte, por ejemplo William Orpen, Antonio Saura, en alguna que otra ocasión toqué puntos en la obra de Francis Bacon, y junto con eso alguna que otra temática del paisaje con  referentes impresionistas y posimpresionistas. He mezclado todo lo que he recogido de esas influencias que te mencioné, hasta que poco a poco mi  obra fue sintetizándose para caer definitivamente en la abstracción, ir eliminando modos de hacer, quizás desde el punto de vista formal. Esa obra figurativa, en la que se destacaba la figura humana, fui desechándola hasta caer en la abstracción. Una abstracción un poco lírica, en ocasiones dramática, aunque no quisiera usar esa palabra…

…yo la veo como una abstracción matérica…

—Exacto. Es una obra matérica donde aparecen nuevos referentes como el español Antoni Tàpies, el chileno Roberto Matta y bueno, como es de esperar me adentro en la vanguardia cubana. Incluso, en mi etapa de estudiante había asimilado algo de la obra de estos abstraccionistas que en nuestro país tuvieron un boom grande dentro de la historia del arte, sobre todo en la década de los años cincuenta del pasado siglo. Volver a retomar, buscar, leer sobre la obra de estos artistas para mí fue algo genial, colarme de a lleno en la obra de ellos.

Dónde te sientes mejor, en las realizaciones de las marinas, en los grabados, en la abstracción…

—Es una pregunta difícil de responder, incluso creo que no tengo respuesta, pero algo debo decir y yo realmente me siento bien dentro del arte. En ocasiones he sentido la necesidad de hacer un arte lo más inteligente posible, donde siento la libertad de expresarme de una manera bien espontánea a través del color, de las líneas, de las textura… y he recurrido a esta obra que es tan fuerte, porque la expresión es algo enérgico, desde el punto de vista expresivo, en el pensamiento de un artista y he realizado cosas gráficas en el grabado, obras figurativas y entonces en otros momentos he sentido buscar un espacio íntimo, pintar un paisaje, el paisaje que me interesa, salir, pintar del natural, todavía soy ese artista que sale con un caballete y pinta al natural, me gusta hacer un buen estudio al natural.

… es como lo que le están llamando los sicólogos, salir de la “zona de confort”…

—Efectivamente. Me he dado cuenta que con muchas horas dentro del estudio corres el riesgo de repetirte, repetir la forma, repetir el color, se te puede volver en una cocina, en una receta, y necesito buscar otro espacio para después colocarme en toda la parte experimental dentro de mi arte, combinar lo mismo el grabado, la pintura, el dibujo, he sentido por momentos el deseo de hacer un dibujo académico a partir de un soporte como el papel Graf, el carboncillo, la tiza, una crayola pastel. Yo creo que un artista no es precisamente un pintor, un pintor es alguien que pinta y puede tener cierto oficio en la pintura, pero un artista es algo más amplio, es buscar dentro de la historia del arte todo los referentes que te interesen para poder reflejarlos en tu obra y poder proyectarte hacia el futuro.

… en eso se resume tu día a día…

—Sí, mi obra no es más que el día a día, el poder llenar espacios. En momentos determinados he tenido la necesidad de ponerle freno a eso porque aunque no lo creas es peligroso.

Existe un Erick que no solo toma el óleo y el lienzo, sino que trasciende los esquemas del arte y se vuelve pedagogo. Qué opinas del profesor que eres.

—Para mí eso es una necesidad, trabajar con jóvenes, mayormente con jóvenes porque pocas veces he trabajo con niños, no es que deseche el criterio de los niños, mi idea es apoyarlos en un momento determinado, pero mi trabajo va encaminado a trabajar con los jóvenes y sobre todo en los talleres de la Uneac, es una labor  que  responde a una necesidad personal y en la vocación de esos jóvenes interesados que aspiran a ingresar en la academia y deben  tener una preparación para enfrentar esas pruebas que tienen tanto rigor y no solo esto, también algunos jóvenes optan por empezar a estudiar arquitectura en la universidad, y esa formación es básica para todos.

En estos momentos una de tus obras participa en la segunda edición del Salón nacional de arte abstracto Antonio Díaz Peláez, coméntame sobre este movimiento en Cuba.

—Hace alrededor de dos o tres años, en medio de la Covid-19 me di cuenta que existe un renacer del arte abstracto a nivel nacional y que se crea un movimiento de la abstracción donde surgen varios artistas defensores de este género, un movimiento muy incomprendido a lo largo de toda la historia, dañado o subvalorado en algunos salones debido a diversas presiones. Y decidí  formar parte de este movimiento que se está gestando en el país, donde surgen figuras ya establecidas dentro de la vanguardia cubana que están apoyando este movimiento. Te voy a poner un ejemplo, el caso de Posonar Torres, a quien respeto y valoro mucho su obra.

… ¿Posonar Torres fue el curador de este salón? …

—No. Fue Abenamar Bauta, quien es el líder de este movimiento, es el artista que nos convoca y que además crea este grupo de abstractos en Cuba. Es curador de la Galería Belkis Ayón en este espacio que está ubicado en 23 y C, en el Vedado capitalino. Él ha luchado mucho por este movimiento. Además, es un abstraccionista muy bueno.

Futuros proyectos

—Ahora estoy trabajando en un proyecto grande para el mes de septiembre convocado por el Consejo Provincial de las Artes Plásticas, diseñado por el crítico Walfrido Revilla y, ahora para el mes de agosto tenemos otro acá en la UNEAC de Remedios convocado en conjunto con la Galería Carlos Enríquez.

Entonces, Erick no deja de pintar…

—… No. Para mí el arte y la pintura tiene un sentido único, es parte de mi vida.

 

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