La otra guerra de la OTAN

La otra guerra de la OTAN

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A solo unos días del inicio de la cumbre de la Alianza del Atlántico Norte (OTAN), que se celebrará en Vilna, capital de Lituania, los días 11 y 12 de julio, la bélica organización aumenta el nivel de “fuego” en contra de la Federación Rusa.

Eso sí, se afana en repetir que es una organización creada para garantizar la seguridad europea, sin olvidar que hablan en nombre del “mundo”.

 

 

Y es que hasta los más incrédulos o desinformados conocen que la tan esperada contraofensiva ucraniana solo ha provocado más muertes entre sus filas y la destrucción de los equipos, nuevos y viejos, que “generosamente” les ha proporcionado Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea.

La guerra actual comenzó desde mucho antes del inicio de la operación militar especial de Rusia en Ucrania, tanto por estrechar el cerco armado contra la Federación Rusa como por la ayuda prestada a Ucrania, previendo lo que hoy acontece.

En eso han sido consecuentes, porque desde su nacimiento el enemigo declarado fue, primero la URSS y ahora la Federación Rusa.

Solo han logrado convertir a Ucrania en un “polígono militar”, donde diariamente se prueban equipos y tácticas en un escenario, sin mayores preocupaciones, ya que la destrucción y la muerte prevalece a miles de kilómetros de sus países.

 

Voto por continuar la guerra

Llama la atención que la propaganda pública de los medios occidentales en general poco habla de la Cumbre, aunque ponen como tema central la entrada o no de Ucrania a la OTAN, insistiendo que la “ayuda” en armas y dinero debe seguir para hacer el mayor daño al enemigo.

 

 

“Tenemos que asumir que la guerra de Rusia va a continuar durante algún tiempo”, señaló Olaf Scholz, canciller alemán. “Todos queremos que la guerra termine cuanto antes”, subrayó Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN.

Ambos insistieron en que el objetivo de todos es alcanzar una “paz justa” y en ningún caso una “paz dictada” por Moscú. Cuanto más territorio recupere Ucrania, más cerca estaremos de esa paz”, añadió, en referencia a la contraofensiva, ya calificada por la parte rusa como una “catástrofe”.

Aunque el “plato fuerte” es Ucrania hay otros temas que se debatirán. Uno de ellos la entrada finalmente de Suecia a la organización, que aún se retiene por Turquía.

Falta por ver cómo influirá en el voto de los turcos la quema del Corán en Estocolmo, lo que provocó el rechazó universal de todos los musulmanes.

Desde Washington también han hecho sus “disparos”. El Presidente estadounidense Joe Biden, asegura que aún no es el momento y, aunque confundió a Rusia con Ucrania, ha dicho más de un vez que Ucrania no entrará en la OTAN.

 

Lo que será, será, y ya está acordado

Miles de millones de habitantes de cientos de países, agobiados por las crisis económica y alimentaria, por las olas de calor, las sequías y otras calamidades conocerán por los medios de comunicación la “exitosa” cumbre una vez concluida, para seguir manteniéndolos alejados de la realidad.

 

 

Otros cientos de millones, que residen en el “jardín” europeo sí estarán atentos, ya que de seguro tendrán que aceptar lo que allí se acuerde y cuyos gobiernos deberán pagar, afectando lo poco que queda de aquel mundo prometido como modelo.

Estadounidenses y canadienses también tendrán lo suyo, sin entender como una nación es capaz no solo de resistir ante la avalancha de sanciones, sino mantener su desarrollo.

Pero peligro, no es casual el anuncio de Washington de aprobar el envió de armas prohibidas, luego de igual acción de los británicos. Por ese camino se llegará a pensar en darle a Ucrania el arma nuclear.

La República Popular China observa con atención, ante el declarado objetivo de invitar al cónclave a países no miembros, como Corea del Sur, Japón, Australia y Nueva Zelandia, de la región Asia-Pacífico, considerada de importancia por la OTAN.

 

 

Poco se habla de las contradicciones internas de naciones dentro la UE y la OTAN, aunque siguen subordinadas a las órdenes de Washington, lo que constituye su propia guerra.

El planeta vive un momento muy peligroso, que acerca la posibilidad de una conflagración mundial, provocada por la desesperación de quienes ven, mejor que nadie, que el mundo está cambiando.

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