La Liga y las canastas que cayeron fuera

La Liga y las canastas que cayeron fuera

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Con el triunfo de Capitalinos, que consiguió su octava corona tras ocho años de espera, cerraron las cortinas de la Liga Superior de Baloncesto (LSB) varonil. Una vez más los seguidores de este deporte y los propios atletas sintieron el sabor agridulce que les dejó este evento. Si bien el principal mérito que tuvo el torneo fue su realización, todavía quedan deudas por saldar para que llegue a parecerse al espectáculo que una vez fue.

 

 Foto: Jorge Luis Coll Untoria

 

Desde el punto de vista deportivo, la competencia resultó atractiva, con varios equipos peleando por acceder a la postemporada o por mantener la categoría, tanto fue así que hasta la última jornada no se conoció el cuarto clasificado a los play off. Sin embargo, haber sido una campaña reñida no significa que el nivel de juego haya sido elevado. Por enésima ocasión se evidenciaron deficiencias técnico-tácticas, bajos porcentajes de efectividad, poco juego colectivo, así como quejas reiteradas en cuanto al arbitraje.

Por otra parte, más allá de las acciones dentro de la cancha, la atención a los basquetbolistas en cuanto a alojamiento, transporte y alimentación dejaron mucho que desear, no obstante al esfuerzo hecho en las actuales limitaciones económicas. En ocasiones dos conjuntos se vieron obligados a compartir el mismo ómnibus y luego debían hospedarse en sitios que no están a la altura de una competición nacional. Mención aparte lleva el tema de la comida, muchas veces huérfana de plato fuerte.

Igualmente, sin necesidad de hacer grandes gastos, se podrían haber engalanado las instalaciones, pues muchas necesitan de mantenimiento, que incluye elementos tan básicos como la limpieza o la pintura. Otro aspecto que no se ha logrado solucionar es el relacionado con los uniformes, tanto es así que varias veces en los partidos los equipos jugaban con camisetas del mismo color y solo se diferenciaban por los shorts.

Resulta vital no quedarse solo en la satisfacción del deber cumplido. El baloncesto cubano tiene una tradición y cuenta con una afición que lo respalda a pesar de un escenario adverso, sin transmisiones televisivas y prácticamente sin incentivos: solo el amor por el juego. Y eso hay que valorarlo.

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