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Difícil no es dar jonrón, difícil es cambiar

Hace solo una semana hablamos del tema con humilde opinión. Las autoridades deportivas de La Habana hicieron todo lo que correspondía en corto plazo. Yasmani Tomás había solicitado jugar con Industriales en la Serie Nacional y ellos presentaron lo que establece el Capítulo XV del Reglamento de la Serie, excepto uno.

Yasmani Tomás cuando jugaba con Industriales. Foto: Ismael Francisco

En esencia se debe elaborar un expediente con la solicitud del jugador, aval de aceptación del Director Provincial del Deporte y del equipo de recepción del jugador, criterio por escrito de las autoridades del territorio y copia de carné de identidad y demás documentos acreditativos del deportista. Esto último, para no darle rodeos, se refiere a un proceso de repatriación que significa solicitar la residencia permanente en Cuba, algo que Tomás ha manifestado no le interesa pedirlo. Y es su derecho.

Más allá del caso específico de Tomás (pudieran ser otros tantos más), lo incomprensible y hasta contraproducente resulta que peloteros no repatriados nos representaron en el último Clásico Mundial de Béisbol, en el que fuimos cuartos con un orgullo patrio tremendo. Es decir, ¿se puede representar a Cuba sin haberse repatriado y no se puede jugar la Serie Nacional sin esa condición?

Pero hay más. Ese dichoso y riguroso trámite lo han realizado muchos peloteros y otros deportistas de varias disciplinas. Pero en la concreta se ha quedado en pura formalidad, porque muchos siguen viviendo fuera de Cuba y solo vienen puntualmente a jugar, visitar familias y amigos, o recrearse. Sobran los ejemplos: Arruebaruena, Drake, Mujica, Robertlandy Simón, etcétera.

No descubrimos el agua tibia si afirmamos que hay más de 400 peloteros cubanos en todas las categorías que intentan o han llegado a ligas profesionales, muchos de los cuales quisieran regresar a nuestros Clásicos y jugar una, dos o las temporadas que decidan. ¿Por qué frenar ese impulso con la «cuña de la repatriación obligatoria»? ¿Acaso no aumentaría el poder de convocatoria de la propia Federación Cubana de Béisbol y mejoraría más el espectáculo de las Series Nacionales que vinieran quienes quisieran jugar solo cumpliendo el reglamento establecido para el certamen y no una norma migratoria que por demás no es obligatoria para ningún ciudadano emigrado?

Quedarse detenido o parapetarse en que lo acordado en un contexto determinado hay que cumplirlo, sin análisis puntuales o discusiones con decisores superiores para cambiarlo, refleja un alejamiento al nuevo escenario que vive no solo el deporte cubano, sino mundial, pues no solo a Cuba se le van campeones y deportistas que después desean retornar.

Es un fenómeno mundial el robo de talentos o la emigración hacia ligas, campeonatos y naciones del primer mundo. Pero ante ello se impone derribar cortapisas o impedimentos para un regreso lógico de quienes no llegaron a sus sueños o llegaron, pero ya su rendimiento no les alcanza para mantenerse allí y quieren concluir sus carreras deportivas en su país natal.

Yasmani Tomás es el caso puntual ahora. Muchos más pudieran venir en el béisbol y otros deportes si damos un paso adelante en este aspecto. Es una pena que el título sea cierto todavía: «Difícil no es dar jonrón, difícil es cambiar y ser consecuente con los cambios».

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