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Gotas en el mar

Pareciera una empresa salida del fondo del océano, mas su historia emerge. Tras 28 años de creada, consolidando su gestión económica y de servir con personal altamen­te calificado a navieras cubanas e internacionales, conquistó la con­dición de colectivo Vanguardia Na­cional, mérito a sostener con resul­tados superiores.

 

42 x + de 4 mil: la fórmula de Selecmar, una empresa para la marinería. Foto: Ana Margarita González

Selecmar, creada en difíci­les circunstancias en el año 1995, cuando colapsaron las principales navieras cubanas, surge de la uni­ficación de cuatro agencias y una empresa especializada, primero, para ofrecer personal calificado a cruceros, y debutar con el Costa Playa, que llegó al puerto habane­ro el 2 de diciembre de ese año.

Una revisión de los precios de cobro a las navieras internaciona­les y del total de los procederes eco­nómicos devino la revitalización de los fondos de la entidad, que desde hace un trienio logra utilidades y eleva los ingresos en moneda nacio­nal y en divisas.

Selecmar está formada por gente de mar y de tierra, y curio­samente, en la entidad laboran solo 42 especialistas; sin embargo, tie­nen mil 37 enrolados en disímiles embarcaciones y 4 mil en la base de datos, aptos para navegar (42 x + de 4 mil), cuyos oficios se relacionan con la hotelería, el entretenimiento y la marinería.

Pueden encontrar cubanos a bordo de yates, cruceros, buques de pasaje, en plataformas petroleras; oficiales de cubierta y máquina, personal subalterno en medios flo­tantes de carga o pesca. Además, la compañía ofrece la contratación de fuerza de trabajo calificada y alta experiencia en servicios de consul­toría, asesorías, inspectores, entre­namientos y profesores; todos con la documentación y preparación exigida por organismos y normas internacionales.

 

Solos, una gota; juntos, el mar

Los juristas Jany Méndez Martí­nez, especialista principal de ne­gocios (exsecretaria de la sección sindical), y el director Manuel Lá­zaro Corujo Bosque son enciclope­dias de Selecmar.

 

Débora Évora, una joven en el mar, como muchas que tiene la compañía. Foto: Cortesía de Débora Évora

Ellos mantienen el diálogo sis­temático con la gente que está en el mar, lo que se evidencia en fo­tos y mensajes, como los mostrados por Débora Évora y Patricia Gar­cía, tercer oficial (maquinista) y segunda oficial (de cubierta), res­pectivamente, que cuentan de sus aventuras marítimas.

Solos, una gota; juntos el mar, parece ser el derrotero de mujeres y hombres, de quienes sostienen o se preparan para alimentar la fuerza laboral que más de 40 navieras em­plean en el mundo.

“Las tripulaciones de cada bu­que son dobles; unos se enrolan por seis meses y luego reciben un relevo por igual tiempo. Eso exige la cons­tante captación de jóvenes, mujeres y trabajadores que se preparan y alis­tan en las diferentes materias según la especialidad, además de los mari­nos que se forman en las escuelas del sector. Son indispensables la actitud médica y la suficiencia en idioma in­glés”, aseguró Corujo Bosque.

Armando Medina Remis es una gota gruesa. Desde los 23 años na­vega y aunque en este momento está en tierra mantiene en activo títulos, competencia y experiencia para echarse a la mar; es ingeniero en instalaciones energéticas nava­les y Máster en Ciencias Técnicas.

“Lo más difícil para ser marine­ro es interiorizarlo; es una vida muy dura, de mucho riesgo y disciplina; en cada barco cada quien cumple una función y todos dependen de los demás. Soy de Santa Fe, crecí entre hombres de mar; mi mamá fue pro­fesora de la escuela Andrés Gonzá­lez Lines, y navegaré mientras las facultades me lo permitan”.

Así, muchos especialistas aspi­ran o disfrutan de oficios para gen­te temeraria, y de otros que estén dispuestos a seguir transformando la gestión empresarial en aras de resultados más atractivos para los trabajadores y la economía del país, entre mar y tierra.

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