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El mundo girará al revés

Por Osvaldo Rodríguez Martínez, especial para Trabajadores

¿Qué pasaría si la Tierra detuviera su movimiento de traslación alrededor del Sol e iniciara otro en sentido contrario? La imaginaria suposición ocasionaría deformaciones en el planeta, la expulsión al Universo de múltiples partes por la inercia y quién sabe cuántas otras consecuencias.

En la política mundial comenzó un proceso que podríamos considerar equivalente y que hace unos días hemos visto acelerarse, justo cuando los gigantes Brasil y China se rencontraron y planearon, tácitamente, reordenar las relaciones planetarias.

Los mandatarios de Brasil (Luiz Inácio Lula da Silva) y de China (Xi Jimping) en Pekin, el pasado 14 de Abril. Foto: AFP – KEN

A mediados de abril, durante su visita a la nación asiática y el encuentro con su homólogo chino, Xi Jinping, el presidente brasilero Luiz Inácio Lula da Silva reveló el objetivo de “equilibrar la geopolítica mundial” y advirtió que “nadie va a prohibir” la profundización de las relaciones entre ambos países.

Una acción precedente demostró hasta dónde podrían llegar las cosas en ese sentido, pues semanas antes, el gobierno brasileño acordó con Beijing comerciar con las monedas propias en sustitución del dólar estadounidense.

“¿Por qué no podemos hacer el comercio en nuestras propias monedas?”, se preguntó Lula da Silva en la toma de posesión de Dilma Rousseff como presidenta del banco de los Brics (grupo integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), en una ceremonia efectuada en Shanghái, la capital económica china, como parte de la visita.

Ante la “osadía”, la diplomacia de Estados Unidos (EE.UU.) reaccionó con mesura sobre el tema y, en contraposición, la arrogancia se convirtió en lamentaciones como las del senador republicano Marco Rubio, quien admitió que en un quinquenio su país perderá la capacidad de sancionar a las economías del mundo.

Se escapa el botín

Con estas novedades, la potencia norteña ve escapar su mejor botín de la Segunda Guerra Mundial: los acuerdos de Bretton Woods (Nuevo Hampshire, EE.UU.), logrados en la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas en julio de 1944.

Como resultado de aquel consenso surgieron el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, con el dólar como moneda de referencia internacional, y el patrón oro establecido en una tasa fija de 35 dólares (usd) por onza.

Posteriormente crearon el control de los bancos a través del código SWIFT, que regula las comunicaciones entre 11 mil organizaciones bancarias y de valores, infraestructuras de mercado y clientes corporativos en más de 200 países y territorios, bajo la rectoría de EE.UU.

Pero los Brics se han propuesto distanciarse del tutelaje económico de Washington con su propia cartera de divisas e incluso ya funcionan sistemas de enlaces (ruso y chino) para transacciones interbancarias.

El Nuevo Banco de Desarrollo de los Brics recibió como su nueva titular a la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, quien considera que el grupo está en «una posición única para liderar el camino» hacia un mundo próspero y un desarrollo sostenible. En la imagen, junto al actual mandatario brasileño Lula Da Silva. Foto: TeleSur

Hacia lo interno del continente americano, mientras la Organización de Estados Americanos (OEA) pierde protagonismo regional por su subordinación a los intereses de EE. UU., los gobiernos con agendas pro latinoamericanas y caribeñas promueven el rescate de mecanismos de integración como los acuerdos político-económicos impulsados por Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y el Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (Alba-TCP).

Este nuevo escenario amplía las posibilidades para que los más débiles puedan tener una alternativa viable frente a la dictadura del dólar, moneda impuesta en las relaciones comerciales, al tiempo que se abren mercados y opciones para captar inversiones en otras divisas.

“Brasil ha vuelto” fue uno de los titulares que ahora repite Lula da Silva al cumplir sus primeros 100 días de gobierno, lapso que ha servido de catalizador para el cambio de visión política-económica pro desarrollo de nuestra región, propósito compartido por otros países con posiciones comunes.

¿Qué puede esperar Cuba?

A esta altura, el lector cubano se preguntará: “¿en qué me beneficia o perjudica que el mundo cambie su dirección de giro?”.

En el siglo XX Cuba sufrió varias rupturas y cambios profundos en sus relaciones comerciales:

A inicios de 1900 la entonces colonia de España se independizó, pero pasó a ser dependencia de Estados Unidos. En la segunda mitad del siglo, tras la ruptura de relaciones con la potencia norteña y el bloqueo económico, comercial y financiero decretado por ella, la nación caribeña renfoca sus vínculos hacia el entonces pujante campo socialista. La desaparición de ese bloque en la década de los 90 sumió al país en profunda crisis.

La victoria electoral de Hugo Chávez en Venezuela ofrece entonces nuevas posibilidades, pero la crisis en esa nación, generada en gran medida por la guerra económica y las sanciones de Estados Unidos, implicó un retroceso.

Durante esa etapa se potenciaron las relaciones económicas con China, Rusia y otras naciones. Se abrió un abanico de vínculos y posibilidades que no resuelven el grave problema de la disponibilidad de divisas para cubrir las necesidades más perentorias.

Cartera de oportunidades de negocios  anunciada por Cuba en la Feria Internacional de La Habana 2022. Fuente: Mincex

Cuba necesita captar entre 2 mil y 2 mil 500 millones de dólares anuales de inversiones para garantizar un ritmo de crecimiento anual en torno al 5 %, según publicó recientemente el académico José Luis Rodríguez, en Cubaperiodistas.

Rodríguez aseguró que, como parte significativa del Programa de Estabilización Macroeconómica que ejecuta actualmente el país, resulta indispensable la renegociación de la deuda vencida y no pagada.

La situación de la economía nacional refleja fuertes impactos externos a lo que se añade la no materialización de algunas medidas de política económica interna que, como explicaron en el Parlamento, no dieron los resultados previstos en el año anterior.

Por estas razones podemos apreciar que el giro geopolítico anteriormente expuesto, pondría a Cuba en mejores condiciones de evadir las férreas medidas del bloqueo de Estados Unidos y el uso del dólar, pero requerirá de convertir al país en un atractivo para la inversión y comercio del grupo Brics.

No se puede esperar, por tanto, que una varita mágica ponga fin a las vicisitudes, porque -en opinión de este periodista- la inserción cubana en el nuevo orden que nace alrededor del archipiélago, dependerá de cuánta confianza se logre trasmitir a quienes pueden interesarles las oportunidades de negocios en la mayor de las Antillas.

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