La presencia perenne de Chávez en Sabaneta

La presencia perenne de Chávez en Sabaneta

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El 25 de julio de 2019, pocos días después de mi llegada a Caracas, tuve la gratificante oportunidad de conocer personalmente a Hugo de los Reyes Chávez, el padre de Hugo Chávez Frías, y con motivo del décimo aniversario de la  desaparición física del Eterno Comandante vuelvo a la grabación y a los apuntes hechos con singular regocijo.

 

 

Como parte del equipo de la prensa nacional que en ese período daba cobertura a las hazañas cotidianas de nuestros compatriotas en la nación bolivariana  e invitados por la Oficina de Atención a  las Misiones Sociales de Cuba en Venezuela  llegamos hasta Barinas.

Y fuimos a Sabaneta, tierra natal de Chávez y conversamos con su padre Hugo de los Reyes o simplemente El Maestro, como suelen llamarle todavía familiares, amigos, conocidos en alusión a la profesión que desempeñó durante mucho tiempo.

Para el progenitor del inolvidable luchador el espíritu  del niño inteligente, inquieto, con sentimientos excepcionales de humanismo y de muchísimas virtudes más “la mística de Huguito todavía persiste en esta casa de campo, donde pasó muchos años de su infancia”.

La entrevista transcurrió en el amplio portal del inmueble   rodeado de un ambiente bucólico  muy  especial; y, El Maestro, el padre que lo educó con valores que lo exaltaron al corazón de toda Venezuela, de toda América, de todo el mundo; el mismo que lo  acompañó  en sus travesuras infantiles y lo siguió siempre afirma, “aquí persisten sus andanzas, las canciones, la alegría, todos esos recuerdos, todo él está aquí con nosotros. Comandante Chávez. Señor”.

“En la proyección y el liderazgo está la educación del hogar. Y yo tuve la oportunidad, el privilegio, la gracia de Dios, diría yo, de ser su maestro en quinto grado en la escuela Julián Pino, de Sabaneta; buen alumno, por cierto. Una vez lo hice presentar a examen final de pase al sexto para que la gente no pensara que porque era hijo mío iba a eximirlo y sacó los 20 puntos, el máximo, en la escrita y en la oral”, rememora.

Sin el prejuicio del lazo de consanguinidad lo define: “Siempre fue buen alumno, buen deportista, buen hijo, buen amigo y  muy estudioso. Le gustaba mucho investigar la historia   y tenía un gran sentido del compañerismo, muy bueno con sus amigos, sus hermanitos, con todo el mundo. Siempre en la vida fue así, desde niño hasta que murió. Era muy humanitario”.

Esa pasión por la historia lo acercó a Simón Bolívar,  de quien aprendió y aprehendió principios emancipadores, de justicia social, y conformaron “su gran sentido del amor a la Patria”, dice con nostalgia por la pérdida física del retoño,  y el hijo valiente  les devolvió a los pueblos de Nuestra América a Bolívar, en cuerpo y alma,  a guiar la lucha por la redención de los más humildes.

“Chávez pasó su juventud estudiando y practicando deportes, fundamentalmente el béisbol del que era un gran amante. Toda la vida de él fue estudiar. Sus actitudes llamaban muchos amigos a la casa, jugaban, pero más que todo estudiaban, les daba clases a los otros muchachos”, rememora.

La última vez que vino Hugo a Sabaneta “lo hizo como a las cuatro de la mañana y llegó cantando, y ahí,  cantaron abrazados los seis hermanitos Chávez y en esa casa hay puros recuerdos, yo apenas la abro, y Elenita –se refiere a su esposa Elena Frías de Chávez,  y madre de Hugo- viene muy poco por acá y siempre llora mucho por los recuerdos. La madre es madre y no hay como el amor de madre, eso es una gran verdad”.

Hugo de los Reyes asegura que para completar la obra de Bolívar, Martí, Fidel y Chávez “hay muchas cosas por hacer todavía. Nosotros seguimos trabajando a pesar de estas grandes dificultades por el bloqueo económico que nos tiene el imperio”

Y, desde sus conocimientos pedagógicos, considera imprescindible  elevar la conciencia del pueblo, porque “hay mucha gente que necesita más conciencia sobre el significado de lo que es la Revolución, de lo que es el socialismo”.

Estas reflexiones son parte de una entrevista mayor a El Maestro sobre el hijo, el líder que trascendió su terruño y es parte innegable de la historia de Venezuela, de América toda, urgida todavía de cambios a favor de las grandes masas populares, a las que el neoliberalismo  les niega sus derechos humanos más elementales.

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