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LA GUAGUA: De imposible a posible y mejor

No es fácil ascender por el camino hacia lograr que los imposibles sean posibles, ni tampoco que lo posible alcanzado sea cada vez mejor.

 

 

El seis de abril de 1960 Lester D. Mallory, Vice Secretario de Estado Asistente para los Asuntos Interamericanos, en un memorándum secreto del Departamento de Estado definía que el único modo de restar apoyo interno a la Revolución Cubana es:

“mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales”

Ese documento ya desclasificado no fue redactado a la ligera, sino que cada palabra fue cuidadosamente escogida de modo tal que no perdiera vigencia ni a más de seis décadas de distancia como hoy.

El primer instrumento: el desencanto. Tomemos en cuenta que se define como:

Conjunto de cualidades que hacen que una cosa o una persona sea sumamente atractiva o agradable.

Mucho encanto tenía la entonces revolución triunfante, una de cuyas cualidades principales era el encanto que despertaba tras estar padeciendo la dominación foránea que tronchó la vida de los aborígenes que vivían en este archipiélago.

Deshacer ese encantamiento en todas las personas sigue siendo el propósito, para lo cual el malestar económico y las dificultades económicas son armas para que acentuar las insatisfacciones, provocar que se pierda la estima y la ilusión por un proyecto que comenzó en aquellas primeras horas de enero de 1959.

Quien pudiera considerarse el ideólogo del bloqueo, L. Mallory, también trazaba líneas estratégicas para hacerlo todo de la manera más habilidosa y discreta, pues había valorado correctamente el apoyo mayoritario del pueblo a una revolución que parecía imposible.

Luego de largos años de lucha, pudiera ser el triunfo de la Revolución el Primero de Enero de 1959 un primer imposible convertido en posible, seguido de la erradicación del analfabetismo, y la derrota militar del imperialismo en Playa Girón.

Otro imposible fue tener hoy una alta proporción de médicos por habitante, a pesar de que desde la caída de la tiranía batistiana empezaron a atraer médicos hacia los Estados Unidos, una política que se mantiene hasta nuestros días.

También parecía imposible que un país al cual le habían dejado cero dinero en las arcas del Estado pudiera sobrevivir con el cierre del mercado azucarero de Estados Unidos, desde donde cortaron totalmente el suministro de combustible.

Desde que se aplica la filosofía de Mallory, han logrado avanzar en reducir recursos financieros al país más el objetivo declarado de afectar los salarios, así como provocar hambre, y sobre todo: desesperación para derrocar a la Revolución.

Otro imposible, quizás el más inesperado para los gobiernos de EEUU ha sido que a más de 30 años de la desaparición del campo socialista del este de Europa y la desintegración de la URSS, Cuba soluciona con vacunas propias el control de la pandemia y empieza a resolver sostenidamente el déficit de generación eléctrica.

 

 

Sobre las preguntas:

¿Por qué decir que Mejor es posible? ¿Qué se quiere decir con esa afirmación? ¿Mejor es posible?

Edda Diz Garcés explica:

Todo es perfectible, así lo interpretó yo, a partir incluso de lo que nos indicó Fidel, cambiar todo lo que deba ser cambiado, para mejor

 

Ismael Alvarez agrega:

Todo debe ir en cambio y transformación, de ahí la dialéctica materialista, verdad?

 

En resumen: No solo a nivel social se han estado consiguiendo hacer posible los mayores imposibles, sino también en el plano individual, donde los enemigos tratan de crear desencanto y desilusión para sembrar pesimismo y desesperanza, sin lograrlo porque cada vez lo posible es mejor

 

Las Guaguas pasadas se pueden acceder desde aquí

En una reunión con trabajadores de la Cooperativa de Ómnibus Aliados en La Habana, el 30 de marzo de 1959, Fidel dijo: «Ustedes saben que uno de los lugares donde más se discute de política, de revolución, de economía y de todo, es en el ómnibus, ¿no? Es como una plaza pública el ómnibus, es como una mesa redonda; un ómnibus es como una mesa redonda permanente, donde todo el que sube opina. (…) a veces pregunto qué se habla en los ómnibus, para enterarme de cómo andan las cosas.»
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