Con Filo: Maquillaje no, cirugías

Con Filo: Maquillaje no, cirugías

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Hace solo unos días supimos de una importante reunión que iba a tener lugar en una sala de convenciones que radica en una localidad con muchos problemas materiales y organizativos acumulados.

A la cita asistirían altos dirigentes del territorio y del país, por lo que las autoridades municipales se dieron a la tarea de embellecer apresuradamente el entorno y las vías de acceso al lugar, solo en los tramos visibles para quienes llegarían de visita.

 

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Foto: Francisco Rodríguez Cruz
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Foto: Francisco Rodríguez Cruz
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Dos o tres horas antes del inicio de la mencionada reunión, aún había una brigada que pintaba hasta los contenes de las aceras cercanos, como si cuidar las apariencias ante los asistentes al cónclave fuera la más trascendente de las misiones.

Como también cada día existen más personas que rechazan este tipo de argucias para adulterar la realidad, en esta oportunidad ese proceder se conoció oportunamente por quien correspondía, y en el acto ello les valió a sus promotores una dura crítica.

Porque cualquiera pudiera creer que prácticas como estas, tan severamente censuradas desde tiempos inmemoriales, ya serían cosas del pasado. Que solo funcionarían como material para parodias y programas humorísticos. Pero no. Todavía suceden hechos como este, por una inercia cómplice y muy dañina en el modo de actuar de determinadas instancias administrativas.

¿Qué se gana con armar ese tipo de teatro? ¿A quién y para qué se quiere disfrazar nuestras verdades desnudas? ¿Cuáles son los estados de opinión que generan esas acciones de maquillaje superfluo y poco ético?

 

 

Cuando se trata de disimular los problemas o preparar un escenario irreal ante los ojos de otros niveles de dirección, el principal perjuicio es para la credibilidad de nuestros dirigentes y de la Revolución.

Quienes primero comentan, con toda razón, son los trabajadores y directivos que se ven obligados a cumplir la orden de acometer tales maratones cosméticos, con recursos de que no disponen habitualmente.

También tarde o temprano la población que vive en esos sitios se percata. Se generaliza así en un poco tiempo un funesto estado de opinión: “pintaron y arreglaron esta o aquella parte porque venía fulano o mengano, pero lo demás sigue igual”, enseguida critica justamente la ciudadanía.

Pero lo peor es cuando las personas responsables de tales métodos no se percatan ni aceptan el daño que esto hace, sobre todo para el prestigio y la autoridad moral de a quienes supuestamente se pretende agradar.

Los autores de esas conductas, a veces sin mala intención, acuden a justificaciones y devaneos para explicar su lógica: “cuando alguien viene a la casa, siempre se trata de mostrar lo mejor”, suelen decir.

Pues no es lo mismo, sépanlo de una vez. Poco o nada tiene que ver la hospitalidad con esa manera superficial y oportunista de emplear los recursos de un territorio.

Porque no estamos hablando de barrios que se transforman para bien, y por resultados palpables y profundos, sistemáticos y duraderos, el trabajo realizado resulta reconocido en toda la comunidad. En esos casos, es completamente válido que después de un cambio favorable y sólido se reciba, con orgullo y entusiasmo por parte de sus pobladores, algún recorrido de dirigentes nacionales, como un auténtico y necesario estímulo por esa labor.

No es a eso a lo que nos referimos. Hablamos de comunidades donde a unas pocas cuadras de la porción embellecida a toda prisa antes de una reunión, para intentar impresionar a alguien, hay abandono, serias dificultades en infraestructuras vitales y otras muchas deudas materiales, en ocasiones comprensibles por las difíciles circunstancias económicas que vive el país, pero otras veces imposibles de justificar.

Contra esos vicios y disimulos que traen más daños que beneficios, no nos podemos cansar de luchar. Se trata de persuadir, pero también es preciso exigir y no tolerar tales artimañas. En nuestros barrios hacen falta cirugías profundas, no maquillajes.

 

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8 comentarios en Con Filo: Maquillaje no, cirugías

  1. Tales prácticas no son nuevas. Como la burocracia, llegaron a Cuba con el arribo de las carabelas de Colón. Cuentan que, tras un ciclón, que azotó la novísima población de la Habana, la corona española designó a un inspector para que constatara la utilización de los fondos que se habían asignado para la reparación de la afamada villa de San Cristóbal. Como es habitual, la mayoría de los fondos habían corrido a otros destinos y las autoridades citadinas procedieron a la reparación y pintura del frente de las casas quie daban a las callejuelas por donde pasaría el coche del susodicho inspector. Tiempo después del enjundioso informe a España, la voz popular, que entonces como ahora no tiene nada de tonta, y mucho menos pelos en la lengua, bautizó a aquel Capitán General como ¨el Marqués de las fachadas¨.

  2. Realmente es una situación muy común a la llegada de cualquier visita, en dos otros días te exigen hacer lo que no te exigieron en todo un año, solo para complacer al visitante, que después se va y la vida sigue igual como dijo Julio Iglesias en su canción.

  3. Lo peor de todo es que y cito «…..les valió a sus promotores una dura crítica….»
    Solo eso?
    Quién engaña con el maquillaje, también por lo general miente en los informes y falsea los resultados y como diría Estelbina POR ESO ESTAMOS COMO ESTAMOS.
    Y lo peor es que son 169 municipios más la Isla de la Juventud.

  4. Esta historia es vieja, cada vez que se aviza una visita de las altas instancias se hacen obras maratonicas en el territorio, en detrimento de la calidad. Por cierto en Las Tunas los hipertensos siguen esperando a que el Enalapril llegue a lo que una vez se llamaron farmacias.

  5. Vaya.. muy generalote el articulo de Paquito, sobre un tema recurrente en nuestra sociedad: atender a la visita de afuera. Traspolelo a su casa, si es que puede. Y, ¿cuesta mucho decir donde y cómo fue la cosa..?, o tambien esa es una fea costumbre de andar por las ramas criticando pero sin meter el dedo en la llaga, no ponerlo solamente..

  6. Totalmente de acuerdo que tenemos que combatir esas farsas que pretenden presentar imágenes tergiversadas de la realidad enmasarada en un poco se pintura y algunos anuncios y adornos. Pero creo que prensa puede hacer más denunciando los autores, las entidades que permiten esas actitudes o porque no, que las autoridades que visitan o controlan también hagan su parte. Detrás de un farsante pueden esconderse muchas trampas, desinformaciones, incumplimientos, en fin….combatamos todos lo mal hecho pero no ayúdanos mucho con generalidades que todos conocemos a diario en todo el país. Gracias

  7. Tiene toda la razón. Por suerte nuestro nuevo delegado «Paquito» como le llamamos porque se ha ganado en muy poco tiempo a sus electores, es exigente, combativo y no practica ese tipo de artilugios.
    Un voto de confianza y en poco tiempo , con la ayuda de la población de esa área, el panorama cambiará y el próximo artículo será para felicitarnos.

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