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Pan que pica entre dos… ¿tiene dueño?

El pan nuestro de cada día no es un tema beisbolero, pero todos tienen una opinión y en medio de las limitaciones económicas actuales es el producto líder en cuanto a criterios de la población sobre su distribución y calidad. El ejemplo de la panadería Dos Ríos, en el municipio del Cerro, puede ser el de otras en la capital o del país.

Desde hace días, semanas, meses, digamos desde septiembre-octubre del 2022, sus consumidores allí no pueden adquirir el pan en el horario establecido, pues a las nueve de la mañana, a veces a las diez, otras hasta la una de la tarde, se acaba la oferta y un cartel anuncia sin más explicaciones: Pan hasta después de las seis.

Tanta ha sido la condena de sus clientes, que algunos pasan y al ver repetidamente la noticia y la cola gigantesca de cientos de personas esperando siguen de largo a pagar las bolsas de pan a precios exorbitantes (160, 180 o 200, según decida el vendedor particular) a solo dos o tres cuadras del propio establecimiento.

Tanta indolencia y explicaciones vacías (el censo arroja un dato y es otro superior, el horno es pequeño, la levadura es mala y el pan se demora para levantar en la estufa, etcétera) han llevado a irritaciones, peleas de puños entre los consumidores y hasta el rumor no confirmado, pero sospechoso, de que hacen esto en la unidad para poder tener un sobrante de harina y de productos, ya que muchos no pueden comprarlo a esa hora de la tarde-noche.

Luego de poner esta semana en conocimiento de la situación a la presidenta del gobierno del Cerro y al director municipal de las unidades básicas de la Industria Alimentaria (Ubia), este periodista pudo comprobar, que al margen de la deteriorada construcción y veteranía de los utensilios (carros, bandejas, mesas) lo que ha ocurrido todo este tiempo es un flujo productivo insuficientemente organizado. El compromiso de pasar esa página quedó en la palabra de esos trabajadores. Los días darán o no la razón.

Hasta aquí el hecho puntual y concreto. La interpretación es mucho más amplia. ¿Por qué las autoridades de la empresa y del Consejo Popular (delegados incluidos) nunca vieron por meses un fenómeno tan inmoral? Nadie pudo explicarlo. ¿Tiene motivos la población para pensar que el bache de producción se produce para robar materiales y desviarlos hacia el negocio privado? Claro que sí. ¿El pan por debajo de los 80 gramos establecidos tiene que ver con censos, hornos o bandejas en mal estado? Por supuesto que no. ¿Cuántas panaderías más en la capital o del país están pasando por esto? No sabemos, pero existen.

Esta pelota, digo este pan, picó entre dos y sí tiene dueño. El pueblo reclama con derecho.

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