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Falleció el Héroe que nunca temió morir

Se ha marchado Enildo Pé­rez del Rosario, el hombre que consagró las energías a un oficio anónimo, difícil. Se pasó casi la mitad de su existencia como enterrador en el cementerio San Carlos Borromeo, en la ciudad de Matanzas.

Foto: Noryis

Con 17 años empezó a trabajar en ese camposanto. Se inició como albañil y tuvo que dar pala “como un con­denado”, batir mezcla, cons­truir bóvedas hasta conver­tirse luego en sepulturero. Asistir al último minuto de la vida de alguien signifi­caba algo grande para él. “Llegué a sentirme un hom­bre privilegiado”, me dijo en una entrevista.

Aquel propio día del diá­logo le brillaban los ojos al narrar la sensación de bien­estar que le producía calmar a los familiares del occiso para aliviarles el sufrimien­to, estar atento para que no fallara nada en la hora cru­cial del entierro o aconsejar en qué lugar debía ir el di­funto.

Fue precisamente en San Carlos Borromeo don­de Enildo forjó una histo­ria laboral de 25 años se­guidos como Vanguardia Nacional. Tan enorme re­sultó su entrega que ya no estaba allí cuando en el 2015 mereció el honor de ser Héroe del Trabajo de la República de Cuba.

Después de otros reco­nocimientos recibió el de Hijo Ilustre de la Ciudad de Matanzas, que sacó del ano­nimato el oficio de sepultu­rero para hacerlo trascender fuera de un camposanto que este 18 de diciembre lo reci­be sin lágrimas.

Murió el Héroe del Trabajo que nunca le tuvo miedo a la muerte, el novio eterno de Justina, a quien le cumplió la promesa de irse de este mundo después de ella. Junto a sus flores, sus medallas, el cariño eterno del pueblo que lo admiró, y del movimien­to sindical de Matanzas, que hasta sus últimas ho­ras abrazó a su Héroe. Vi­van Enildo y el ejemplo de trabajo que él representa.

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