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Historias de vida después de Ian: Las escuelas toman la palabra

 

Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

La carretera que conduce al municipio de San Juan y Martínez regala a sus costados y desde la dis­tancia algunas vistas dignas de ser portadas de revistas. Desafortunadamente también muestra las profundas y tris­tes huellas que dejó el paso del huracán Ian. Muchas demo­rarán en ser borradas; otras, poco a poco y dentro de lo po­sible, comienzan a subsanarse. Casas de tabaco derribadas, múltiples hogares destrozados y con secuelas del fenómeno natural, entre ellos la escuela primaria Ignacio Agramonte, forman parte del afligido pa­norama…

“Los vientos nos golpearon fuerte. De la dirección y la bibliote­ca quedó muy poco”, asevera Arse­nio Chacoi, maestro de quinto gra­do, mientras señala hacia varios de los lugares afectados. “Después de Ian dedicamos poco más de una se­mana a recoger escombros y a me­jorar los tres locales que tenían más condiciones para reanudar el curso escolar”, aseguró.

El docente dijo que cuando los niños regresaron al centro se les dio una explicación de por qué re­tomarían los estudios en esas cir­cunstancias.

“Informamos que solo serían dos horas de clase, pues no era la mejor de las situaciones para el horario habitual. Asimismo reanudamos el contenido para que no perdieran asignaturas”. Arsenio afirmó que la mayoría de los maestros tuvieron daños en sus viviendas, y que tres estudiantes sufrieron el derrumbe total de sus hogares.

“Hemos conversado con los padres. La idea es que no presio­nen a los niños con ese problema. Ellos deben asistir a la escuela y aprender.

“Fue desastroso el paso del ci­clón por acá”, expresa María Isabel Padrón, directora de la institución. “La escuela estaba muy bonita. Era de las más sobresalientes en el municipio. Después que empeza­mos a recuperarnos reunimos a los familiares de los muchachos. Les argumentamos las medidas a to­mar para terminar el curso escolar. Apoyaron la decisión e incluso las tareas de recobrar y aportar algu­nos materiales que pudieran servir para los techos”.

En el plano personal la especia­lista afirmó que su hogar quedó sin techo y ventanas, sin embargo, com­binó sus labores profesionales con las domésticas. “Tuve que dividirme, un rato acá y otro allá. No tenía tiempo para lamentarme. La recuperación llevará tiempo pues son muchos los daños. Una de nuestras prioridades son los niños y ellos siempre podrán contar con sus maestros. El curso terminará bien y empezaremos el otro igual”, enfatizó.

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