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El Che para las artes

La imagen de Ernesto Guevara de la Serna ha sido —y sigue siendo— motivo de inspiración para muchísimos artistas cubanos y de otras nacionalidades. La particular visión de cada creador ha devuelto un Che disímil, idealizado por momentos, o abordado desde un realismo decidido, con el vuelo metafórico, con implica­ciones filosóficas y políticas.

 

El célebre retrato de Korda, en su composición original.

No se debería confundir la persona, la personalidad y el personaje, pero el artista no se detiene en esas consideraciones, más bien pragmáticas. El Che alumbrado por las artes responde a impulsos y compromisos que no se pueden uniformizar, que pueden llegar a ser, incluso, contradictorios.

El pintor cubano Raúl Martínez legó una de las más significativas obras inspiradas en Ernesto Guevara: Fénix, de 1968.

¿Por qué el Che ha sido objeto de tantas re­creaciones artísticas? Primero por su peculiar estatura romántica. Para muchos, el Che es el héroe idealista… que al mismo tiempo lucha por concretar esas utopías.

Hay en su itinerario numerosos hitos, que le dan color y grandeza a su historia personal. No era una persona simple: anidaban en él conflictos y lidias en permanente ebullición. Su sentido de la ética del deber, no le permitía la observación distante de los problemas del mundo. De ahí que innumerables artistas lo consideren un Quijote del siglo XX.

Otra razón: la belleza del referente. No es una razón menor, y menos si hablamos de arte.

La imagen del Che era (es) poderosa, muy plástica, empática. Basta con ver el más céle­bre de sus retratos, el que le hiciera Korda, ese que se ha convertido en uno de los íconos más reproducidos y versionados del mundo.

Imanta esa mirada, esa expresión. Los ras­gos armoniosos redondeaban esa apabullante personalidad. Por eso el concepto, la ideología, la dimensión histórica, van acompañados de una visualidad contundente.

Pintura, fotografía, diseño, música, dan­za, teatro, literatura, cine, televisión… Er­nesto Che Guevara es una presencia recu­rrente. Y la profundidad de su pensamiento y su abultadísima hoja de ruta reservan siem­pre nuevas vertientes a los artistas e intelec­tuales.

Al final, estamos hablando también de un símbolo cultural. Por ello —aunque no solo por eso— sigue motivando tantos debates y home­najes.

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