Las mejores clases de Historia

Los pasillos del seminternado Manuel Isla, del distrito José Martí en la ciudad de Santiago de Cuba, conservan el eco de los pasos de un gigante; en la plaza central está la impronta de ese hombre de dimensiones extraordinaria, capaz de dialogar largo rato con niñas y niños de los temas más diversos.

Fidel, el eterno Comandante en Jefe, es presencia permanente en esa escuela santiaguera donde cursan estudios 840 alumnos del seminternado y 120 de la enseñanza especial insertados allí, con 139 trabajadores.

En dos ocasiones el Líder Histórico de la Revolución visitó el centro, habilitado como colegio electoral durante las elecciones generales de 1993 y 2003.

Por aquellas fechas allí ejerció Fidel su derecho al voto, en su condición de candidato a diputado al Parlamento por Santiago de Cuba, y en la memoria de todos quedaron aquellos días y aquel hombre especial.

Gladis Veranes Lescay, maestra de sexto grado del Manuel Isla, no olvida ni un solo instante y los revive en sus clases de Historia de Cuba, esas a las que se reincorporó después de haberse jubilado.

“No hay mejor manera de hablar de los sucesos de la nación, desde el golpe de estado de 1952 hasta la Revolución en el poder, que narrándole a los alumnos la vida y la obra de quien vino a esta escuela, la recorrió, conversó con trabajadores y con alumnos.

“El punto de partida para cada encuentro es el sitial donde se conserva la urna donde Fidel depositó la boleta, ese es un sitio sagrado en nuestra escuela.

“Cuánta fuerza tenemos para hablarles a los niños de luchas libertarias, de lo prometido en La historia me absolverá, de lo cumplido después del triunfo de enero de 1959, de democracia, de poder del pueblo y de quien fue y es para Cuba y para los cubanos el querido Fidel”.

Sin dudas, las mejores clases de Historia se dan en el seminternado Manuel Isla de Santiago de Cuba, una institución con resultados de excelencia en todos los indicadores del sistema de educación, un sitio donde el Comandante en Jefe está, se hace tangible y se le honra día a día de la mejor manera: el cumplimiento del deber.