Icono del sitio Trabajadores

RETRATOS: Una profesión de la que te enamoras

A las siete de la noche del 24 de marzo, María Eugenia García Ancizar ya está lista y espera el ómnibus que la trasladará hasta el Centro de Tránsito Aéreo de la República de Cuba, cercano al aeropuerto internacional José Martí, donde cumplirá sus funciones como jefa de turno.

Ya dejó todo listo en el hogar que comparte con su esposo, José Rolando Alfonso, quien, ya jubilado, entiende bien la labor de su compañera, pues realizó igual oficio. Ella, regresará en la mañana y luego de descansar un poco, volverá a empezar con los quehaceres.

Fotos: Agustín Borrego

Asegura que aprovecha mucho el tiempo. “Este trabajo te obliga a ser muy disciplinada, rigurosa en todas las cosas que haces. Yo trabajo con el reloj en la mente”.

De no haber sido por un accidente que le provocó una fractura en un brazo, María Eugenia se hubiera convertido en física. Ya estaba en tercer año de la carrera, cuando ocurrió el suceso que cambió el curso de su existencia. “No seguí los estudios. En 1979 comencé un curso para controladores de tránsito aéreo que se efectuó en la base de San Julián, en Pinar del Río”.

“Fueron tiempos muy bonitos. La escuela nos preparaba con rigor, existía una disciplina ejemplar. Eso me formó”. Así descubrió un mundo fascinante del que nunca se ha separado. En el centro donde labora, se siente como en su propia casa. Domina perfectamente los procedimientos. “He pasado por todos los puestos, comencé de auxiliar y seguí preparándome, realizando cursos, porque aquí nos tenemos que superar constantemente. Nunca te puedes confiar”.

Al hablar, la pasión por lo que hace se refleja en sus palabras: “Esta es una profesión de la que te enamoras. Entra en el corazón de las personas y no la puedes abandonar”, acota. Refiere que el controlador de tránsito aéreo es el primero que establece comunicación con la tripulación que viaja a Cuba. Como un locutor, debe tener buena dicción, hablar en voz baja, además, tiene que dominar inglés”.

Durante sus más de cuatro décadas en este desempeño, alega que ha tenido la oportunidad de estar en momentos importantes para la vida de la Patria como el regreso de los internacionalistas cubanos de Angola y más recientemente, el retorno de las brigadas médicas cubanas que prestaron ayuda solidaria en otras naciones en el enfrentamiento a las secuelas de la COVID-19.

María Eugenia se siente feliz con su colectivo, que pertenece a la Empresa Cubana de Navegación Aérea, la cual recientemente obtuvo la condición de Vanguardia Nacional, del Sindicato Nacional de Trabajadores de Transporte y Puertos. “Son colegas muy profesionales y consagrados”, asegura y manifiesta que aún no piensa en la jubilación, aunque sabe que en los jóvenes está el relevo, por eso contribuye en su formación.

Cuando mira al pasado, María Eugenia agradece a sus padres, Gerardo y Esther, ya fallecidos, su apoyo y comprensión. “Mi papá fue muchos años maestro de cocina en el Consejo de Estado y de Ministros. Era un gran revolucionario, honesto, sencillo; orgulloso de haber conocido al Comandante en Jefe Fidel Castro. Con sus compañeros, hablaba de mí, se sentía feliz por lo que yo hacía. Mi mamá fue fundamental, pues me ayudó en el cuidado de mi único hijo, Randy Ariel, y gracias a ella pude realizar hacer esta función que tiene horario irregular, así como efectuar los cursos de superación”.

Ahora otro amor ha entrado en su vida. “Es mi nieta Hannah, tiene seis meses, el día que tengo libre, trato de pasar un rato con ella”, afirma. También le gusta ir a la playa junto a la familia.

“El mar proporciona paz y me reconforta el alma”, dice. Pero la playa está lejos de Fontanar, lugar donde reside. Lo más cercano son los aviones, que desde hace muchos años se convirtieron en compañeros de la vida. No lo oculta: siente orgullo por ser parte del equipo de hombres y mujeres que garantizan la seguridad en la navegación aérea en el país.

Compartir...
Salir de la versión móvil