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¿Y el anillo del dólar pa’ cuándo?

Es cierto que no todos los cubanos tienen acceso a los dólares a través de remesas o su trabajo directo con el turismo (hoteles, paladares, arte­sanos, etc.). Es cierto que la moneda nacional sigue siendo el peso cuba­no y los salarios se pagan en ella. Y también es cierto que las tiendas en moneda libremente convertible (MLC) han sido una vía para captar remesas ante la contracción turís­tica por la COVID-19, y financiar exportaciones destinadas a vender en CUP.

Pero en medio de todo hay un elemento nada despreciable: el mer­cado informal de dólares, que nada tiene que ver con el cambio de 1×24 que oficializó el Gobierno al iniciar la Tarea Ordenamiento. La tasa cambiaria en nuestras calles, la fa­mosa venta de dólares y euros para luego poner en tarjetas MLC o para salir del país en viajes personales, se dispara desenfrenadamente y este fin de semana oscilaba sobre los 100 pesos cubanos por dólar, en depen­dencia de la provincia o la urgencia de quien vende o compra.

Esta pura especulación cambia­ria no sería tan dañina si no tuviera una expresión directa en los produc­tos que adquiere la población, tanto por la vía formal de las tiendas en MLC como en productos del agro, cárnicos o cuando disfruta de servi­cios en negocios privados.

Sobran los ejemplos, eso sin con­tar que hay una tasa de MLC para ponerla en la tarjeta directo y otra si se quiere billetes en físico.

Surge entonces la pregunta que más dolor de cabeza da explicarla desde el punto de vista económico en la Cuba actual, la cual parodia una canción popular: ¿Y el anillo o tope del dólar pa’ cuándo? Se debaten los especialistas en posibles solucio­nes con una, dos, tres y hasta cua­tro variantes, en tanto el bolsillo del trabajador se descose a galope cada vez que tiene que comprar un dólar o un euro para meterlo en su tarjeta en busca de productos alimenticios, refrescos, cervezas, aseo, harinas, entre otros.

Y la cadena está clarita. Si el dólar informal anda por 100 al tra­bajador le alcanza menos su salario, pues quienes revenden lo adquirido en MLC convierten automáticamen­te con un plus el precio sin que otros gastos hayan aumentado. Dura rea­lidad, pero cierta.

Carne de cerdo, bolsas de pan, bebidas y así sucesivamente pudié­ramos citar muchos ejemplos, pues suben o bajan en la medida que se dispara el cambio de la moneda es­tadounidense. Este tema es vital re­solverlo porque forma parte de esa vida diaria, en la que le va también la credibilidad a nuestro sistema po­lítico, económico y social.

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