Consulta popular: Respeto y solidaridad

Consulta popular: Respeto y solidaridad

1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 Estrellas (10 puntos, 2 votos)
Cargando...

Ya está en marcha la consulta po­pular sobre el proyecto del Códi­go de las Familias, un asunto que atañe a toda la población cubana, en un análisis en el cual se aspira que triunfe no solo el derecho, sino también el respeto y la solidaridad.

Cada familia es un mundo, dice la sabiduría popular, y a la hora de considerarla, protegerla y garantizarle las condiciones para su pleno y saludable desarrollo, re­sulta muy importante el consenso social al que lleguemos sobre los alcances de esa futura Ley, cuyo proyecto sobresale por su carácter abarcador y progresista.

Lo digo, además, por la forma en que tendrá lugar esta consul­ta, en un proceso que se extenderá hasta el mes de abril, con la reali­zación de más de 78 mil reuniones dirigidas por las comisiones elec­torales de circunscripción.

El elevado número de encuentros obedece a la correcta estrategia de reunirse en grupos de como prome­dio 150 electores, lo cual debe fa­vorecer la calidad del análisis, algo esencial para un documento extenso y con especificidades técnicas que se precisa trasladar a la ciudadanía.

Como uno de sus elementos más novedosos, en esta ocasión la ciudadanía no solo podrá propo­ner modificaciones, eliminaciones, adiciones y plantear dudas sobre el texto del futuro Código, sino que se recogerán y contabilizarán tam­bién los criterios favorables.

Esto constituye una diferencia sustancial con el ejercicio que se hizo para la consulta del proyecto de la Constitución de la República, lo cual permitirá tener una idea más exacta del respaldo popular que se espera de los conceptos tan revolucionarios e inclusivos que trae la propuesta.

Entonces resulta crucial el clima de diálogo, de comprensión de las di­ferencias y de predominio de los más nobles sentimientos que consigamos en un paso que no es simplemente técnico o jurídico.

E insisto porque a veces hay per­sonas que dicen respetar a las otras, pero en su proyección y aspiraciones desconocen los deseos y necesidades de las demás, en una demostración dolorosa de falta de empatía y soli­daridad con la realidad ajena.

Son valores humanos estos que de alguna forma se presuponen y complementan. El respeto verda­dero estriba no solo en reconocer las diferencias que tenemos con alguien, sino también en intentar solidarizarnos con quienes pueden querer o sentir algo distinto a nues­tra manera de ver el mundo.

Y el primer paso para lograrlo sería escucharnos mejor como indi­viduos con diversas posturas, con­cepciones y maneras de ver y asumir la vida. No oír para enseguida reba­tir, sino para tratar de entender, y a partir de ese entendimiento tratar de construir un consenso donde na­die pierda y todo el mundo gane.

Respetar es además ponernos en los zapatos de la otra persona, aunque tal vez su número no sea el nuestro, ni nos acomode completa­mente o no nos guste la forma o el color de su modelo. Porque eso no debe implicar que queramos que ese otro sujeto ande descalzo. Y todavía más, nunca debe impedir­nos que hagamos lo posible, como expresión altruista de nuestra so­lidaridad, para que disfrute tanto como uno de la comodidad y segu­ridad al caminar.

Para que prime ese ambiente constructivo constituye una premi­sa informarnos bien, no dejarnos llevar por bolas ni por miradas ses­gadas que, en nombre de falsas ge­neralizaciones o fórmulas que pre­tenden ser inamovibles, se olvidan de la gente concreta, de quienes no caben en esquemas rígidos distan­ciados de la realidad social, y pue­den estar a nuestro lado en el ba­rrio, el trabajo, la escuela, la casa.

Démosles a nuestros semejan­tes entonces el respeto que se me­recen, junto con toda la solidari­dad de que seamos capaces. Porque de eso se trata, de una consulta po­pular para escucharnos e incluir, que haga justicia y esté a tono con el carácter renovador de un futuro Código que nos asegurará un salto en los derechos y protecciones de todas las personas, para que nues­tras familias, sean ejemplo siempre de comprensión y paz, de afecto y amor. Tenemos la oportu­nidad única de con­seguirlo.

Compartir...

Escribir comentario

© 2018 Trabajadores. Órgano de la Central de Trabajadores de Cuba
Director: Alberto Núñez Betancourt
Subdirectores Editoriales: Alina Martínez Triay y Joel García León
Territorial y General Suárez. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba. CP: 10698
Fax: 053 (7) 555927 E-mail: digital@trabajadores.cu