El fracaso de la protesta 15N de Archipiélago: ¿Represión, supresión, intimidación, detención– o revolución? (III)

El fracaso de la protesta 15N de Archipiélago: ¿Represión, supresión, intimidación, detención– o revolución? (III)

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Parte I. La “Cumbre por la Democracia” de Biden en diciembre: ¿Mensaje ominoso para Cuba?

Parte II. Fabricación de una disidencia

Parte III. Represión, supresión, intimidación y detención: ¿Valores universales?

Parte IV. Si “represión” no pega, ¿qué tal “revolución”?

Parte V. Conversaciones con cubanos: ¿Por qué fracasó el 15N?

Parte VI. La Coordinadora canadiense-cubana del grupo Archipiélago confiesa: Revolución y no represión

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Represión, supresión, intimidación y detención: ¿Valores universales? (III Parte)

El pensamiento único estadounidense es consecuencia del eurocentrismo, adaptando este último a las condiciones de los Estados Unidos. Este punto de vista centrado en los Estados Unidos se basa históricamente en la premisa del privilegio otorgado por Dios y que este país ha asumido desde la época de los peregrinos del siglo XVII, son el pueblo elegido, el “faro en la colina” para llevar la luz a los pueblos del mundo. Este complejo de superioridad se multiplica muchas veces en la élite estadounidense, sobre todo  en el actual Estado supremacista blanco y representa un  vestigio del sentir que propició el genocidio de las naciones indígenas, el expansionismo y la esclavitud.

 

aguila americana

 

Desde este punto de vista de la colina bíblica, los principales objetivos son los pueblos del Sur. Por lo tanto, ipso facto, esta “luz” la definen exclusivamente los círculos dirigentes. Sus conceptos se presentan como verdades universales que no pueden ser cuestionadas. Quizá el ejemplo más notorio sea la “democracia”. Mi libro del 2014 es un estudio comparativo de las democracias de Estados Unidos frente a las de Cuba, Venezuela y Bolivia, me basé en gran medida en el principal experto en eurocentrismo, el difunto Samir Amin (1931-2018), cuya advertencia es perfectamente aplicable a la actual situación cubana:

“La cuestión del eurocentrismo y su vástago, el pensamiento único estadunidense, es muy compleja y está muy arraigada, operando, como advierte Samir Amin, ‘subrepticiamente’. Por eso, muchos especialistas, historiadores e intelectuales pueden rechazar expresiones particulares del constructo eurocéntrico sin verse obstaculizados por la incoherencia de la visión global resultante.” Por ejemplo, aunque ciertos académicos puedan distanciarse de algunos de los rasgos más grotescos del eurocentrismo y del pensamiento único estadounidense––como sus pretensiones de ser los defensores de un modelo político y económico superior para el mundo––, son vulnerables a los principales fundamentos ideológicos y políticos del modelo del pensamiento único estadounidense.”

Si esto es cierto para los puntos de vista preconcebidos sobre la “democracia”, es infinitamente más válido aplicado a la actual controversia altamente cargada que se arremolina en torno a Cuba con respecto a las evocaciones de “represión” y “supresión”. ¿Es la cautelosa advertencia de Amin sobre una apreciación incoherente ––de selección–– del pensamiento único estadunidense, mucho más aplicable a la actual controversia sobre la “represión” cubana en comparación con el “debate sobre la democracia”? En mi parecer, lo es.

Tanto la “represión” como la “democracia” están, por supuesto, vinculadas, según la óptica del pensamiento único estadounidense. Un país etiquetado como “antidemocrático” es de hecho uno que ejerce “represión”. Se puede afirmar que, en el caso de Cuba, los Estados Unidos han destilado y refinado la “represión” del caldero de la democracia para machacar a la “Cuba supresora”.

Es innegable que la “democracia”, en su calidad de valor universal, es un concepto muy controvertido. No obstante, es una afirmación positiva anidada en los anhelos de la mayor parte de las personas, en la que todos “coincidimos”. Diez países tienen el término “democrático” como parte de su nombre, entre ellos la República Democrática Popular de Argelia, la República Democrática del Congo y la República Democrática de Timor-Leste.

Conjuntamente, la imagen internacional de los Estados Unidos como país democrático se ha visto cada vez más debatida tanto dentro como fuera del país. Incluso The Economist, un medio de comunicación típico de la corriente principal, ha cuestionado a este país como juez de la democracia en el contexto de la Cumbre por la Democracia de Biden. Si bien es la cada vez más desacreditada democracia estadounidense la que impulsó a Biden a celebrar su Cumbre por la Democracia en primer lugar, sus propias deliberaciones resultaron en gran medida contraproducentes, como atestigua The Economist.

El 15 de diciembre de 2021, Amigos de China Socialista fue invitado por el Departamento de Relaciones Internacionales del Comité Central del Partido Comunista de China a participar en una reunión virtual titulada “Democracia, Justicia, Desarrollo y Progreso”, el coeditor Carlos Martínez presentó lo siguiente:

“En años recientes, la idea de que los países socialistas son ‘atrasados’ o ‘subdesarrollados’ ha empezado a perder toda la resonancia que tenía antes, incluso entre la gente de Occidente. La República Popular China, en particular, ha surgido como una potencia en materia de ciencia y tecnología; se ubica entre los líderes mundiales de la quinta generación de tecnologías de telefonía móvil, en inteligencia artificial, en computación cuántica, en nanotecnología, en investigación espacial, y más.

«Las exitosas campañas de China para suprimir el Covid-19 y eliminar la pobreza extrema han llamado la atención del mundo, y la etiqueta de país “atrasado” es simplemente irrelevante… Como resultado, la campaña de propaganda contra el socialismo ha tenido que cambiar un poco. Su énfasis se ha alejado de las cuestiones de desarrollo y progreso, y se ha centrado en cuestiones de democracia y justicia. Esto es coherente con los intentos de la administración Biden de diferenciarse de Donald Trump, que tuvo una incidencia negativa en la imagen de los Estados Unidos como país defensor de los valores “democráticos liberales”.

Esta apreciación de la evolución de los países socialistas también se aplica a Cuba en cierta medida, pero no por supuesto, dado el bloqueo sin precedentes de 60 años, los recursos naturales limitados y otros factores, de forma tan espectacular como en China. En la actualidad, la supuesta violación de las normas democráticas contra Cuba no tiene que ver con las elecciones y la gobernanza. Se concentra más bien en las actividades en las calles, como las acusaciones de que el gobierno cubano y sus millones de partidarios “reprimen” y “suprimen” arbitrariamente a los opositores, los “intimidan” frente a sus casas y los detienen en la cárcel “sin justificación legal ni derechos”.”

Por un lado, lamentablemente esta idea de “represión” y “supresión” encuentra cierta resonancia entre algunos miembros de la izquierda y académicos tanto dentro como fuera de Cuba. Por otro, la acusación de “democracia” por parte de los Estados Unidos está ampliamente desacreditada entre estas mismas personas. Este electorado que sucumbe fácilmente a la narrativa de “represión” es muy rebuscado por los Estados Unidos. Por ejemplo, Yúnior, jugando la carta de la represión, apeló específicamente a “la izquierda mundial” para que apoyara su causa. Así, nos vemos obligados a considerar el acto de “represión” como una expresión concentrada de la supuesta violación de las normas democráticas.

¿Se dan cuenta estos amigos de Cuba, algunos de la izquierda y ciertos académicos, de esta intrusión? Me recuerda la justificada aprehensión de Samir Amin sobre cómo el eurocentrismo y el pensamiento único estadounidense se instalan en la mentalidad, como él dice, subrepticiamente. Así, salir de los estrechos confines de la “represión” aplicable a todos de manera universal, requiere un esfuerzo y un incómodo examen de conciencia. Al igual que la narrativa de democracia, la de “represión» constituye un arma utilizada por los Estados Unidos para servir a sus intereses.

Por lo tanto, permanecer dentro de los confines de “represión” solo sirve a los intereses estadounidenses. Invariablemente, esto da lugar a debatir hasta qué punto el Estado cubano y los revolucionarios están “reprimiendo”, con lo que, inadvertidamente o no, se hace el juego a la narrativa estadounidense. El argumento de que “Cuba no es tan represiva como los Estados Unidos” reduce este hecho a un enfoque de grado, a una escala móvil de represión, y así oscurece involuntariamente la razón por la que el 15 de noviembre fue un fiasco. Peor aún, la aceptación, incluso inconsciente, del marco de “represión” proporciona negligentemente credibilidad a la narrativa dirigida por los Estados Unidos sobre la noción de “represión”.

Hay que tener en cuenta que ninguno de estos medios de comunicación del conglomerado que ridiculizó la Cumbre por la Democracia de Biden desafiaría a los Estados Unidos respecto de la acusación de “represión” lanzada contra Cuba. Esta imputación recibe un pase de los círculos gobernantes, mientras que sus dudas sobre las credenciales democráticas estadounidenses crecen, tanto en el propio país, como en ámbitos internacionales, respecto de su función autoproclamada de “faro en una colina”. Estas son algunas de las ideas que pesan en el movimiento de apoyo a Cuba contra los Estados Unidos y sus aliados de la Revolución de colores.

Acerca del autor

Arnold August, periodista y conferencista canadiense, es el autor de los libros Democracy in Cuba and the 1997–98 Elections (1999), Cuba y sus vecinos: Democracia en movimiento (2014) y Relaciones Cuba-EE.UU: ¿Qué ha cambiado? (2018). Es un colaborador de Trabajadores. Twitter: @Arnold_August FaceBook: Arnold August

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