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Trabajo para destrabarse

Las empresas de la provincia de Cien­fuegos cuentan con 78 reglamentos apro­bados en asambleas de trabajadores para la distribución de utilidades, pero de ellas solo han podido hacerlo 26, el 33 por ciento. Una cantidad notable registra pérdidas económicas en este 2021 que recién terminó.

Este es solo un ejemplo de las compleji­dades que en todo el país debió enfrentar el pasado año el sistema empresarial cubano, el cual se debate entre nuevas y muy esperadas posibilidades, pero también antiguos y gran­des problemas.

Dirigentes sindicales, especialistas y funcio­narios coinciden en que fueron 12 meses de trans­formaciones radicales, que aún no consiguen con­cretarse en resultados palpables, por un contexto económico y social adverso, así como por ciertas fallas en su ejecución.

 

Un año duro

“Fue un año de dificultades económicas notables, por un efecto combinado del bloqueo económico y la pandemia a nivel internacional, incluidos con­tenedores varados en distintos puertos y aumen­to desmedido de los fletes, con el encarecimiento y dilación de las importaciones”, explicó Joha­na Odriozola Guitart, viceministra de Economía y Planificación.

Oscar Luis Hung Pentón, presidente de la Asociación Nacional de Economistas y Contado­res de Cuba (Anec), valoró que en tal escenario hubo que movilizar cuantiosos recursos para res­paldar el sistema de salud y una oferta mínima de productos y servicios imprescindibles para la po­blación, junto con garantías salariales destinados trabajadores afectados.

“La paralización total o parcial de un núme­ro importante de empresas, por la crisis generada por la COVID-19, provocó una disminución con­siderable de los niveles de actividad en la produc­ción y los servicios, incluidos los trabajadores por cuenta propia, con incidencia marcada en sectores fundamentales como el turismo, la agricultura, la industria azucarera, la alimentaria y el comer­cio”, resumió José Antonio Pérez Pérez, miembro del Secretariado Nacional de la CTC.

Para el dirigente sindical esa complejidad se tornó aún mayor con la implementación de la Tarea Ordenamiento, que entre otros aspectos contempla la unificación monetaria y la reforma salarial, lo cual hizo preciso corregir cualquier dificultad derivada de su aplicación, darle so­lución en el menor tiempo posible y realizar los necesarios ajustes para el mejor desempeño de la gestión empresarial.

 

Un año de cambios

Otros problemas tienen que ver con las prerroga­tivas otorgadas a las administraciones y su poca utilización, ya sea por desconocimientos, temores o demasiadas consultas a instancias superiores.

A las 43 medidas que estaban ya en marcha para fortalecer, perfeccionar y potenciar el ahorro en el sistema empresarial estatal, se sumaron en el año 2021 otras decisiones, con el objetivo de do­tar a las empresas de la ansiada y necesaria auto­nomía, desde la concepción del plan, pasando por la facultad sobre las principales decisiones de los aspectos de la vida económica y financiera de la empresa, incluida la fijación de los salarios; has­ta el estímulo a nuevos actores, encadenamientos productivos y otras.

“Ahora las principales decisiones y aprobacio­nes están en la empresa, por tanto el control de una economía cada vez más financiera depende fundamentalmente de ella”, razonó Pérez Pérez. No obstante, Odriozola Guitart aclaró que toda­vía no es medible el impacto de tales medidas, pero van en la dirección de más autonomía.

Al referirse al tema, la esfera de Asuntos Económicos del Comité Provincial de la CTC en Cienfuegos, en un informe presentado a la más reciente reunión del Secretariado Ejecu­tivo, planteó: “El sindicato tiene una alta cuo­ta de responsabilidad en el fortalecimiento de las empresas, para lo cual debe transformar sus espacios con el propósito de representar y dialogar de mejor manera a los trabajadores”. Y agregó: “Las asambleas de afiliados son más útiles que nunca, por la posibilidad que ofrecen de incorporar un pensamiento colectivo en la búsqueda de la eficiencia”.

Un ejemplo de lo que puede realizar un sindi­cato está en el de Trabajadores de la Construcción (SNTC). En visitas a las provincias del país, los integrantes del Secretariado Nacional no solo han tenido encuentros con los directivos para hacer, como se dice, “visita de médico”, sino que se han interesado por la materialización de las priorida­des del plan de la economía y las medidas apro­badas.

En aras de contribuir a la necesaria mejoría del funcionamiento sindical, los dirigentes del SNTC asisten a asambleas de trabajadores, reu­niones de burós extraterritoriales y de ejecutivos de base. También visitan obras en ejecución y se interesan por la atención integral a los trabajado­res, los medios de seguridad y protección, el cum­plimiento de los cronogramas y la calidad de las labores, entre otros aspectos.

Ese método fue resumido por Misael Rodrí­guez Llanes, secretario general del SNTC, en una frase abarcadora: “Se trata de dirigir con los pies bien puestos en la tierra”.

 

Un año de insatisfacciones

Uno de los asuntos en el cual no todas las em­presas estatales han encontrado el camino más acertado es en la distribución de las utilidades. El comportamiento no resulta parejo y los porcen­tajes a recibir son muy desiguales. Hay empresas donde los trabajadores indirectos perciben más ingresos por esa vía que quienes ejecutan de ma­nera directa los procesos de producción y de ser­vicios.

“La distribución trimestral de utilidades ge­neró una expectativa que no ha sido satisfecha, pues en no pocas entidades los ingresos obteni­dos por los trabajadores son menores que los que alcanzaban con anterioridad, sobre todo quienes ocupan plazas en las categorías inferiores”, enfa­tizó José Antonio Pérez Pérez.

Al respecto, el movimiento sindical plantea “diferenciar los cargos claves dentro de la em­presa y determinar los indicadores para medir el aporte individual, según los procesos de cada puesto de trabajo”.

El dirigente sindical alertó, además, sobre la importancia de emplear parte de las reservas voluntarias de las empresas para dar solución a viejos planteamientos de los trabajadores, como la vivienda, la estimulación moral y material, y más asuntos.

En contraste, la Viceministra de Economía y Planificación adujo que en algunos casos hubo empresas que hicieron desembolsos excesivos al distribuir utilidades, no sobre la base de mayor eficiencia y más producción, sino por elevación de precios.

Hung Pentón, por su lado, expresó que la au­tonomía dada a las empresas es un paso de avan­ce, pero aún las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial (Osde) y los ministerios interfieren en la actividad empresarial. “El diná­mico proceso normativo de los últimos dos años lleva un aprendizaje e interpretación rigurosos, para lo cual no siempre están preparados los em­presarios”, apuntó.

El presidente de la Anec fustigó igualmente la subsistencia de un “exceso de control”, con trá­mites burocráticos, autorizaciones innecesarias, atribuciones a directivos u órganos colegiados que no vienen al caso, lo cual entorpece los procesos productivos, de operativa logística, de comercia­lización, etcétera. Al respecto, dijo que todavía se escuchan frases como: “Hasta que el jefe no lo autorice”, “eso no está establecido”… “A veces queriendo controlar todo se enlentecen los proce­sos empresariales”, opinó.

Los cambios no pueden detenerse —concluyó Odriozola Guitart—, tenemos que seguir en esa búsqueda de autonomía empresarial, que debe ir más a la especificidad de cada industria o sector.

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