Aunque joven aún, la Bienal de La Habana, con sus 37 años de existencia, ya tiene mayoría de edad, con un sólido prestigio nacional e internacional que, a pesar de las injurias, los boicots y las desidias, seguirá formando parte de la vida de los habaneros que reciben con afecto cada una de sus ediciones que colman de arte —diverso y reflexivo— galerías, museos, instituciones, calles y plazas con propuestas procedentes de áreas geográfico-culturales que generalmente no son tenidas en consideración por los circuitos mundiales del arte.
Y el 12 de noviembre último ¡se hizo la 14 Bienal! Abrió sus puertas, como siempre lo ha hecho, en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, su principal organizador. Será un encuentro diferente, que en vez de un mes de duración, como lo fue hasta ahora, se extenderá, por espacio de unos seis: ¡180 días! Sin sus organizadores proponérselo, porque así había sido pensada desde que hace buen tiempo se concibió su 14 edición.
Bajo el lema Futuro y Contemporaneidad, el prestigioso evento se dividirá en tres etapas: la primera, denominada Preámbulo, comenzó el pasado viernes en el Wifredo Lam con una gran exposición colectiva, sugestivamente titulada Caminos que no conducen a Roma. Colonialidad, descolonización y contemporaneidad, en la que participan reconocidos artistas de España, México, Francia, Perú, República Dominicana, Jordania, Argentina, Sudáfrica, Brasil, Bolivia, Reino Unido y Cuba.
Luego continuarán los proyectos que llevarán por nombre La Habana de la Bienal (del 6 de diciembre al 24 de marzo) y Regreso al porvenir (del 25 de marzo al 30 de abril).
