RETRATOS: Aprendizaje que nunca termina

RETRATOS: Aprendizaje que nunca termina

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El día que José Humberto Pérez Yero llegó a La Habana quedó impresionado. Tenía 18 años y hasta entonces solo había visto a la capital por la televisión y fotos. Pero la ciudad, inmensa y cosmopolita, no lo atrapó en sus inicios.

 

Foto: Agustín Borrego Torres

 

Para el joven nacido en Campechuela, provincia de Granma, el cambio era grande. Atrás habían quedado su familia, las amistades y la humildad de los coterráneos. Transcurría el año 2004 y formaba parte del Contingente de Profesores Generales Integrales que venía a prestar servicio en la ciudad.

“Al principio, hubo momentos en los que pensé que no iba a poder; llamé a mi mamá y le dije que iba a regresar. Era complejo enfrentar a los estudiantes y a la familia habanera; nuestra forma de hablar y tener casi sus edades hacía que nos vieran como sus propios hermanos y no como al maestro…mi madre me dijo: ‘Guapo ahí, usted demuestre lo que es capaz de hacer’… Y me quedé, también tenía un compromiso moral con mi padre, quien había fallecido en un accidente en su trabajo, y yo quería quedar bien con el viejo para que estuviera orgulloso de mí”.

El actual director municipal de Educación, en el municipio capitalino de Marianao, queda pensativo unos instantes. Al final, cumplió el reto. La preparación sistemática, el acompañamiento de los tutores y la autosuperación abrieron los caminos de un aprendizaje que nunca termina.

Al rememorar su infancia, dice que fue feliz, rodeado del cariño de sus padres, Jorge e Ileana de la Caridad; de la abuela, Alba Proenza, y una tía especial, Bertha Joaquina. A todos los menciona con amor y gratitud inmensas por los valores que le inculcaron para la vida.

Recuerda que hizo sus estudios preuniversitarios en el Instituto Nené López López, del Caney de las Mercedes, en el municipio de Bartolomé Masó, sitio donde el Comandante Ernesto ‘Che’ Guevara realizara el 22 de noviembre de 1959 el primer trabajo voluntario masivo en Cuba, convocado para construir la naciente Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos.

“Al concluir el duodécimo grado se hizo el llamado para estudiar magisterio y di el paso al frente. El primer año estudié en el Instituto Superior Pedagógico Blas Roca Calderío, en Manzanillo, y en el segundo vine para La Habana. Aquí fui profesor en la Secundaria Básica José Antonio Aguilera Maceira, de Marianao, a la vez que continué estudios en la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, donde me gradué en el 2009. Posteriormente, pasé posgrados y Diplomados en la especialidad de Historia y Marxismo-Leninismo”, agrega.

Como un momento importante en su carrera, señala su estancia en la provincia de Las Tunas, adonde el amor lo llevó. “Trabajé en la Escuela Secundaria Básica Cosme Torres Izquierdo, en Puerto Padre. Fungí como profesor de Historia en octavo grado y también tuve la responsabilidad de ser coordinador municipal de la asignatura. Ahí, una de las estudiantes que preparé para el concurso, cogió medalla de oro a nivel nacional, ese año fue la única en el territorio que alcanzó esa categoría”, alega.

Retorna a la capital y comienza a dar clases a estudiantes de décimo grado en el Instituto Preuniversitario Jesús Suárez Gayol, en Mariano, y luego de desaparecer dicho centro, empieza en el Instituto Cristino Naranjo, en el propio territorio.

En ese período, según sus palabras, tuvo una experiencia maravillosa, con el grupo de estudiantes a los que impartió clases hasta duodécimo grado. “Por primera vez tuve en el aula a un niño ciego, que tenía necesidades diferentes y tuve que adecuar los métodos de enseñanza.

“Todos nos tuvimos que adaptar al sonido de la máquina de escribir braille, algunos se quejaban de eso, pero el grupo lo aceptó, a las pocas semanas ya tenía muchos amigos. Reinier es un muchacho muy inteligente y sociable, resultó el mejor alumno del año y hoy estudia Periodismo. Él me dio la posibilidad de percatarme de que a veces los que no tenemos problemas visuales estamos más ciegos que ellos. Puedo decir que con Reinier aprendí a valorar más la vida, aprendí a ser maestro con él”.

José Humberto es un apasionado de la historia de Cuba, de sus héroes y mártires. Con seguridad afirma que “un pueblo sin raíces es como un árbol que pierde toda su vitalidad”, por eso insiste en la importancia de enseñar con amor la obra de la nación cubana que es prolífica en acontecimientos patrióticos.

Admirador del eterno Comandante en Jefe Fidel Castro, hizo un poema al querido líder y he aquí una de sus estrofas: Tú no te has ido Fidel/tu pueblo así lo reafirma/y juro no con mi firma/es con palabra empeñada/no apagar jamás la llama/de independencia infinita.

Luego de varias responsabilidades, el joven está al frente de una nueva tarea. “Es un reto grande, sobre todo dirigir en tiempos de la Covid-19. Estamos empeñados en la preparación metodológica de nuestros profesores y crear condiciones en el orden higiénico sanitario en todos los centros escolares para que la familia se sienta confiada y segura de que cuando los niños se incorporen a las clases presenciales, no habrá dificultad”.

Al concluir, este joven sencillo, que ya se hizo Máster en Didáctica de las Humanidades y tiene en la mira el Doctorado, subraya: “Todo lo que he logrado se lo voy a agradecer siempre a la Revolución y a la Educación cubanas. Soy martiano, fidelista, y cubano por encima de todo. Aquí siempre habrá un maestro presto a defender las conquistas de nuestra nación”.

 

 

Acerca del autor

Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.

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