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Las mil y una motorinas

Desde hace alrededor de un quinquenio un nuevo medio de transporte se ha hecho muy po­pular en las calles cubanas: las motorinas. Sin gasto de combus­tible y como solución práctica y económica para trasladarnos a corta y mediana distancias el aumento de motos eléctricas ha disparado, desgraciadamente, otros temas: incendios, acciden­tes, robos, explosiones e impru­dencias, por solo enumerar al­gunos.

Si bien comprar esas mo­tos eléctricas no es privilegio de muchos, la opción crece con la importación privada, en su mayoría, desde Panamá; pues la producción nacional todavía es poca. Los precios para ad­quirirlas andan por las nubes para el trabajador medio y oja­lá pueda disminuirse hacia el futuro con nuestra Minerva u otros modelos. No obstante, se calcula en alrededor de 300 mil las que ruedan hoy, de ellas un tercio en la capital cubana.

Desde el año 2019 las explo­siones de baterías van crecien­do y no siempre por problemas técnicos, sino por incorrecta manipulación o exceso de car­ga. Muertos, casas destrozadas y pérdidas económicas son da­tos elocuentes. Solo en el 2020 casi 500 motorinas se convir­tieron en auténticas bombas al estallar en parqueos, salas de vivienda o garajes.

En cuanto a la accidentali­dad vial, como es lógico, tam­bién ha aumentado. La diferen­cia estriba en que en la mayoría de los casos los culpables no son otros vehículos, sino los pro­pios conductores de las motos eléctricas, quienes intentan ser “Fangio sobre dos ruedas”, y se burlan semáforos, atraviesan el paso entre dos carros o simple­mente arriesgan velocidad con­tra tiempo de llegada.

Otro fenómeno reciente, sin alarmas aún, pero muy peligro­so, es el número de robos, tan­to en la vía pública (con ame­nazas incluidas), o mientras duermen en casa. No bastan ya las alarmas, se impone pensar en desarticular a ladronzuelos con modus operandi conocidos y que intentan acabar con la tranquilidad ciudadana.

Una disminución de lo co­mentado hasta aquí solo se lo­grará cuando se interiorice que las motorinas no son los famo­sos cuentos de uno de los libros más leídos y famosos: Las mil y una noches. Aquí no hace falta venganza, locuras ni arrebatos. Todo lo contrario, y así podre­mos llegar sanos, salvos y feli­ces a nuestros destinos.

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