La guardia obrera: Como el ave fénix

La guardia obrera: Como el ave fénix

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Languidece el día en la infatigable tierra de Santiago de Cuba, el cie­lo cambia a tonos oscuros, la noche planta bandera, desolación por las calles en correspondencia con las medidas para reducir la movilidad de personas y vehículos. Pareciera que la quietud es norma, mas no es así. En cada centro laboral de la pro­vincia, en sus espacios interiores y exteriores, brilla pleno el sol.

Directivas y trabajadores de La Plaza, centro comercial de alrededor de 3 mil metros cuadrados, puntualizan detalles de la guardia obrera. Foto: Betty Beatón Ruiz
Directivas y trabajadores de La Plaza, centro comercial de alrededor de 3 mil metros cuadrados, puntualizan detalles de la guardia obrera. Foto: Betty Beatón Ruiz

Un grupo de trabajadores con­versan, algún que otro chiste anima la jornada de vigilia, se comparte el buche de café para espantar el sueño, se anda de aquí para allá, ojo avizor, presto a responder ante cualquier intento desestabilizador, cualquier acción que altere la tranquilidad del país, alguna tentativa de tomar lo que por derecho de conquista es del pueblo revolucionario.

La guardia obrera, que por años estuvo sumida en un marasmo —cri­ticada por unos, restada su impor­tancia por otros— renace en San­tiago de Cuba con vigor que alienta, con pujanza devenida reafirmación de las palabras del Comandante en Jefe Fidel: “Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; (…)”.

Bien lo saben Moisés Romero Acosta y Ángel Abel Muñoz Medina, trabajadores de la corporación Ci­mex, quienes ya peinan canas y en sus años mozos fueron protagonistas de esa manera en la que, organiza­damente y sin fallas, el sindicato li­dereaba la planificación, el control, e incluso, la estimulación por la guar­dia obrera.

De ello escucharon hablar a sus padres y a sus compañeros los jóve­nes Edwuar Santiesteban Guerra, Denis Rodríguez Cuesta y Alexei Contreras Pérez, dependientes de almacén y de piso de la tienda La Plaza, unidad que comercializa en MLC.

“Y ahora nos ha tocado vivirla, hacerla, con total sentido de respon­sabilidad, con conciencia de lo que queremos y por lo cual luchamos”, comenta el primero, en tanto Denis enumera las motivaciones que en lo personal lo animan a custodiar el centro en el que labora; y así hacen también los demás empleados de las 128 entidades de Cimex en el terri­torio.

“Esta es mi patria chiquita, no voy a permitir que nadie venga a destruirla, a saquearla, la defiendo a como dé lugar, al igual que defiendo a Santiago, a Cuba”.

Ninfa María Ríos, jefa de la uni­dad comercial La Plaza, siente legí­timo orgullo de contar con una tropa como la que dirige, con todas y todos en plena disposición de ser parte de esta reactivación de la guardia obrera.

“Nuestra tienda ocupa una gran área, custodiarla demanda de varios compañeros y compañeras. La planificación que hemos hecho permite que al día siguiente se des­canse, pero muchos han expresado su disposición de continuar traba­jando si fuera necesario”.

A varios kilómetros de La Pla­za, en la rada santiaguera, cientos de portuarios muestran y demues­tran el mismo espíritu de salva­guardar su centro laboral de aquel que intente un acto vandálico.

“A partir de los sucesos que pretendieron desestabilizar el país activamos las brigadas de respues­ta rápida y la guardia obrera”, co­menta Rudy Seguí Serrano, jefe de Seguridad y Protección de la UEB terminal portuaria Santiago de Cuba.

“Permanecemos muy atentos, prestos a salirle al paso a quien as­pire a socavar la tranquilidad que aquí se vive, y mientras tanto se­guimos cumpliendo con la misión que nos corresponde, descargar alimentos o cualquier mercancía que llegue a este puerto que no tiene, ni tendrá, más dueño que el pueblo”.

Estibadores como Maikel Jar­dines, Johmnys Hidalgo y José Luis Ramos; tapadores-amarrado­res como Rafael Bestard y personal de oficina como Mariusha Lenzano secundan las palabras de Rudy.

El sentir se expande de sitio en sitio de la geografía provincial, lle­ga al hotel de lujo, recorre los pa­sillos de una institución de salud, educación, desanda los rincones de las fábricas, los talleres, sube a la más empinada de las lomas, donde el cafeto y la palma real tienen su reinado, bajan al llano donde el la­briego abre surcos, está en las pla­zas, las calles, el caribeño mar…

Al influjo de las circunstancias, del momento que vive la patria, el pueblo responde, responden los tra­bajadores. Desatándose del inmo­vilismo la guardia obrera comien­za a moverse, renace, alza vuelo… como el ave fénix.

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