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Cuestión de números, de hechos, y también de conciencia

Por: Alina Perera Robbio

Cuba con su horizonte claro -que es la defensa de la vida como el primero de todos los derechos- se autoanaliza palmo a palmo y cada día. Las cifras del comportamiento de la COVID-19, nada alentadoras en sentido general, parecieran no dejar espacio a titulares de esperanza, o a puntos de equilibrios –puntos medios, por ejemplo, entre el movimiento de actividades cardinales para la economía, y el reposo inevitable que corte el paso a la enfermedad.

 

Cuba lucha a brazo partido contra la epidemia que ha reconfigurado la existencia de la civilización. Lo hace a tiempo completo Foto: Estudios Revolución

Sin descanso, desde el Palacio de la Revolución, quienes ejercen el complejísimo ejercicio de dirigir se mantienen interconectados, desde el máximo nivel de dirección, hasta los escenarios más pequeños. Cuba lucha a brazo partido contra la epidemia que ha reconfigurado la existencia de la civilización. Lo hace a tiempo completo. Se suceden por eso múltiples encuentros; y uno de los más importantes, ahora, es la reunión del Grupo de Trabajo Temporal del Gobierno para el enfrentamiento a la COVID-19.

Este sábado tuvo lugar la más reciente, encabezada por el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, así como por el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz.

Allí la videoconferencia es una herramienta que permite el intercambio de la dirección del país con las autoridades de cada provincia y del municipio especial Isla de la Juventud. Y los análisis tocan las estadísticas –donde cada caso de persona enferma, o cada fallecido son números que mucho importan-, y donde las ideas que la sociedad está necesitando para salvarse son compartidas una y otra vez, siempre atemperadas a las situaciones epidemiológicas que van presentándose en el curso de los días.

Este sábado, por ejemplo, el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, ofrecía argumentos surgidos de las diferentes visitas que los principales dirigentes, empezando por el Presidente cubano, están realizando a las provincias. Él hablaba sobre la necesidad de revisar en cada escenario la situación de la movilidad del transporte. Y sin dejar de alertar sobre los bandazos que suelen darse por obra y desgracia de los desequilibrios, abogaba por buscar soluciones bien pensadas en aras de cortar flujos innecesarios.

 

 

Foto: Estudios Revolución

 

De igual manera el también Miembro del Buró Político indicó a los responsables en cada provincia, a revisar los horarios en que se restringe la movilidad de las personas –porque, decía Marrero Cruz, si en la mañana el movimiento es intenso, no se habrá hecho mucho aunque después las medidas sean severas en horas de la tarde.

Viendo cómo los números de la transmisión crecen, y previendo que las capacidades no den abasto en más de un lugar del país, Marrero Cruz hizo alusión al valor de tomar muy en serio, como un programa, como una opción válida, el método de los ingresos domiciliarios. Y la idea se conecta con otras reflexiones que se han venido haciendo en este tipo de encuentros: enfrentar la COVID-19 es responsabilidad del Gobierno; y también lo es de cada cubana y cubano; de cómo, desde una reflexión personal y constante, asumamos estas horas pandémicas.

Es obvio que no bastará con arreciar las medidas, con diseñar otras nuevas, con actualizar protocolos clínicos, con la intervención sanitaria –la cual ha hecho posible que ya hayan sido suministradas a la población cubana más de 7 millones de dosis vacunales-: todo eso junto no hará que las cifras disminuyan si a nivel de conciencia individual no nos implicamos todos en una batalla que ya le ha cobrado al mundo más de cuatro millones de vida.

Mucho hace Cuba. Su esfuerzo es gigante: mueve como en un combate a varios de sus hombres y mujeres –que ostentan muy útiles saberes, largas ejecutorias como dirigentes, sistemas de trabajo capaces de organizar y de trazar tácticas y estrategia- a las provincias donde la situación epidemiológica es hoy más compleja.

Con lupa, la dirección del país ausculta cada problema local, cada necesidad de aumentar las capacidades hospitalarias, de monitorear cada algoritmo de diagnóstico, cada tendencia que la COVID-19 va mostrando. De todo se habla: de la necesidad de la transparencia en los partes, de asumir la comunicación desde los medios y otros espacios con estilo renovador y enfoque muy humano, de la empatía con quienes son golpeados por la terrible enfermedad, de cómo nuestros profesionales se mueven y moverán de un lugar a otro en dependencia de lo que haga falta.

Es cierto, como este sábado reflexionaba el Presidente Díaz-Canel Bermúdez, que para los tiempos duros que corren, el esfuerzo descomunal ha marcado la entrega de todos quienes han batallado contra la transmisión del nuevo coronavirus. Por eso hay que administrar bien las energías, como en una carrera de fondo, hay que obrar encadenamientos solidarios, y curar no sólo los impactos físicos sino también los psicológicos.

Los números que en este último encuentro compartió el Doctor Francisco Durán García, Director Nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (Minsap) – y como ya se decía al inicio de este texto son como para preocuparse- detallaron que en Cuba, en los últimos quince días, fueron diagnosticados 53 214 casos positivos a la COVID-19.

Lo anterior, apuntó el experto, representa una tasa de incidencia de transmisión de la enfermedad de 475, 7 por ciento por cada cien mil habitantes; y las provincias con indicador más elevado, en orden descendente, son Matanzas, Ciego de Ávila, Sancti Spíritus, Mayabeque, Guantánamo, Camagüey, y Santiago de Cuba.

Ya el país, enunció el Doctor Durán, acumula un total de 1 490 fallecidos a causa de la enfermedad, para una letalidad de 0,64 por ciento. Y así, se suceden los números, poniendo a muchos a meditar, y sugiriendo que esta batalla es también de conciencia, de sentimientos, de sentir, como expresó el escritor Ernest Hemingway, que cada ser humano que caiga en esta contienda nos disminuye, será como ese promontorio que se desprende y nos desgarra. Así que, en esta hora, la emergencia se anuncia estridente por cada uno de nosotros.

 

(Tomado de granma.cu)

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