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Si las medidas suenan… leche traen

“Si queremos vivir el renacer de la ganadería el ganadero debe estar en el potrero, y en torno a él la ciencia y el conocimiento”, indicó Ramón Catalá González, en la finca El Madero, de Cayo La Rosa, en Bauta; mas su mensaje encierra la clave para enderezar la rama accidentada, desprotegida y menos desarrollada de la agricul­tura.

Los campesinos y cooperativistas producen el 80 % de la leche vacuna lo que se obtenía antes en empresas estatales. Foto: Alejandro Rodríguez Leivf

Los muchos cambios estructu­rales a que ha sido sometida las­tran los resultados y dispersan la vista que debió enfocarse sobre el productor, la finca y el ganado. Las nuevas medidas para esti­mular la producción de alimentos destraban impedimentos, pero hay un daño de base que rápido solo salvarán los más emprendedores.

El estímulo hinca, espolea. La leche vacuna se consigue con la constancia del ganadero, no de quienes vean en las vacas un me­dio para el sustento, sino de los ex­perimentados o los que se han con­sagrado a aprender para sacarle el mejor provecho.

 

Buscar la eficiencia

Ramón Catalá habla de dos temas vitales: los bancos de semillas de plantas proteicas, “que no existen en las formas productivas para su­ministrarlas a los productores; y los servicios veterinarios, que son nulos”, sin embargo, Ramón Bal­maseda, especialista en Genética de la Delegación de la Agricultu­ra en Sancti Spíritus, pondera la inseminación artificial, la mejora genética y el respeto al flujo pro­ductivo en el empeño por alcanzar más leche y carne bovinas.

A estas alturas directivos y funcionarios continúan intercam­biando con los productores, pero es esencial que se capaciten, estudien las medidas y legislaciones para que las apliquen y exijan su cum­plimiento, informó Arian Gutié­rrez, director de Ganadería del Mi­nisterio de la Agricultura (Minag). “Las medidas obligarán a buscar la eficiencia, y los emprendedores sa­carán a flote su economía”.

Balmaseda, como experto, re­conoce que las medidas son nece­sarias y persisten insuficiencias que limitan la producción: “La empresa estatal está muy distante del campesino, su sistema de aten­ción es débil, descuida la capacita­ción y se centra en el control, a lo cual se le busca solución”, expresó a Trabajadores.

La entrega de leche a la indus­tria, su principal destino –pactada en 374 millones de litros este año–, está muy deprimida, aunque Arian Gutiérrez confía en la recupera­ción productiva de la etapa mayo-octubre, cuando logran tradicio­nalmente acopios superiores. “La sequía ha afectado la mayor par­te del territorio nacional y no hay suficientes alimentos para sumi­nistrar a los animales, que prác­ticamente han sobrevivido con los empobrecidos pastos”, aseveró.

La recontratación de las pro­ducciones de la ganadería, a partir de las resoluciones 139 y 140, que dictaminan el sacrificio de vacu­nos, la venta liberada de carne y le­che (luego del cumplimiento de los compromisos) y el pago por el so­brecumplimiento, que incluye una parte en divisas, constituyen forta­lezas pues sus trabajadores podrán crear su propio fondo para adquirir insumos y hacer inversiones.

“La industria láctea contrata la leche de productor a productor, hace las pruebas diarias de su cali­dad y asume la comercialización”, dijo el director de Ganadería, pero sobre ello hay insatisfacciones.

La vivencia de días atrás la tra­jo el propio Ramón Catalá, quien perdió 120 litros pues la acidez estaba por encima del parámetro permisible, ya que su producto se hallaba ligado al de otros produc­tores con leche de menor calidad. “Ahora la llevo hasta el termo de la cooperativa, le hacen la prueba y la certifico antes de unirla al resto”.

Sobre ello aclaró que en los centros de enfriamiento de leche tienen instrumental y personal capacitado; cuando existe discre­pancia el productor o la coopera­tiva pueden contratar el servicio en un laboratorio de referencia de la provincia. “Si la leche no tiene calidad se multará solo por lo aco­piado ese día, no por la totalidad del mes”, precisó.

 

Tradición y realidad

En las provincias de tradición ganadera Trabajadores constató que todavía arrastran insuficien­cias que pueden enmendarse con creatividad, objetividad y control, como aseguró Jorge Luis Tapia, vice primer ministro, quien citó la escasa siembra de alimentos para los animales y poco abasto de agua, el inadecuado manejo de los rebaños y cierto descontrol por parte de los gobiernos locales.

Orlando Durañones, uno de los productores más sobresalientes de Guisa, persiste en que “estábamos olvidados, desatendidos; ahora te­nemos incentivos para hacer más”; otros consideran que no faltan al­teraciones de lo establecido que entorpecen y crean descontento.

Después de la recontratación el granmense lleva a la Empresa de Comercio diariamente 79 litros de leche fresca. “Los primeros días no había donde recogerla en el punto de expendio y regresé a casa con parte de esta”. Según él, el hecho continuó, lo que junto a reajustes entre el Lácteo y Comercio, que no se informan a los productores, provocan el incumplimiento de su plan. “El pago de la producción es otro problema que enfrentamos y no tenemos explicaciones”.

Gustavo Saavedra, especia­lista en la Delegación de la Agri­cultura, en Granma, aseguró que más ganaderos se han incorporado a la entrega de leche “aun cuando no hemos tocado la puerta a todos; falta por llegar al 40 % de los pro­pietarios y convencerlos de apor­tar; el impacto de las medidas no está en el alimento acopiado, sino en comprometer a los que nunca habían dado ese paso”.

 

Planes por encima de las medidas

Eliserio Rodríguez Cárdenas, presidente de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Bata­lla de las Guásimas, en Vertien­tes, intuía que las reclamaciones de los guajiros serían escucha­das. “Nuestros planes siempre han estado por encima de los que traen las nuevas medidas. Es­tamos hablando de algo que era utópico, impensable: ¡Nosotros mismos vamos a comercializar la carne y la leche!”.

Camagüey apenas lograba entregas por encima de los 75 millones de litros en el año, y a pocos días de la aplicación de las medidas ya sobrepasa los 230 mil litros diarios, sin llegar al pico productivo que aquí ocurre entre julio y agosto.

En esa provincia, y en otras, también hay impagos a los pro­ductores. Yeosvany Acosta, pre­sidente de la CCS Armando Car­doso, en Guáimaro, plantea que hubo morosidad de algunos cam­pesinos en la entrega de la certi­ficación de la producción, “pero ni a los que lo hicieron en tiempo les han pagado”.

“La situación con los insumos es compleja”, concuerdan los pro­ductores. El director de Ganadería del Minag admite que constituye la principal traba para la produc­ción. Algunos sugieren liberar la compra de los recursos, no depen­der solo del Grupo Empresarial de Logística, Gelma, pues hay or­ganismos que tienen ociosos, que ellos podrían adquirir.

Tal y como ocurre en el país, los campesinos y cooperativistas de Artemisa aportan el 80 % de la leche vacuna, mientras el sec­tor estatal, bien deprimido, se encarga de lo demás, y a veces no puede, como sucedió en los pri­meros cuatro meses en la Empre­sa Pecuaria Genética Los Naran­jos, que dejó de entregar unos 140 mil litros.

Rafael Ferral Fonseca, direc­tor técnico de la entidad, comen­tó que el incumplimiento ocurre desde el año 2018, y que ahora golpea la falta de agua, por ro­turas de los equipos de bombeo y escasez de combustible para lle­varla en pipas a las unidades.

“Tampoco tuvimos los ali­mentos necesarios por dificulta­des con la maquinaria forrajera, y perdimos unos 2 mil hectáreas sembradas de pastos a causa de los incendios, en menor cuantía incidieron las muertes y el hur­to y sacrificio ilegal del ganado”, manifestó Ferral.

“El panorama debe cambiar en el segundo semestre cuando en­tran en funcionamiento con pane­les solares 10 bombas de agua y ya completan 23, para abastecer es­tablemente el líquido a unos 2 mil animales”, puntualizó.

Siguiendo la misma línea de Catalá y Balmaseda, hay que lle­garle a los 154 mil poseedores de ganado del país, protagonis­tas del cambio que pide a gritos la ganadería, y tomará al menos un trienio en que se cumplan ci­clos biológicos y haya una recu­peración de los animales. Como advirtió un trabajador “no pode­mos pensar en los recursos, tene­mos que ser eficientes”.

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