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CIMAvax-EGF: Otra vacuna por la esperanza

El tratamiento contra el cáncer de pulmón de células no pequeñas avanzado, el más letal y frecuente de los tu­mores malignos de ese órgano vi­tal, tuvo también el denuedo de la ciencia cubana, hace no pocos años.

Foto: Adriana Rojas Preval

Su desafío implicó inmunizar a pacientes portadores de la enfer­medad que hasta entonces morían, para devolverles la esperanza de vida mejor con una patología cró­nica no transmisible.

Las doctoras Dayamí Soler y Yamila Tabío estuvieron entre los investigadores guantanameros que participaron en los ensayos clínicos de la vacuna terapéutica CIMAvax-EGF. Sobre los afanes de aquellos días del año 2011 Tra­bajadores conversó con ellas.

Yamila llegó como graduada de Medicina General Integral y su historia evoca la inclusión al ensayo clínico del médico y en­fermera de la familia. “Tenía solo seis años de graduación y quedé tan motivada que luego me hice investigadora de Ensayos Clínicos. Fue todo un reto y la oportunidad de acercar un tipo de atención más específica, deta­llada y exquisita a nuestra aten­ción primaria.

“Logramos una compene­tración paciente-familia muy importante en aquel entonces. Fueron 31 enfermos de cáncer de pulmón de células no pequeñas, todos sin ninguna opción tera­péutica y ahora con la dicha de recibir un medicamento novedo­so. Además, nosotros realizaría­mos el seguimiento en sus hoga­res… Constituyó una experiencia maravillosa que ayudó mucho a su calidad de vida”.

Para Dayamí, farmacóloga egresada en la Universidad de Oriente, este fue su primer gran desafío en la actividad. “El im­pacto mayor radicó también en que se llevó a la atención prima­ria un estudio entonces privativo de la atención secundaria.

“En enero del 2011 incluimos al primer paciente de cáncer de pulmón de células no pequeñas. Se realizó con la vacuna EGF, uno de los productos del Centro de Inmunología Molecular que ya tiene registro sanitario y pro­bado además en otras patologías. Se registró desde el 2008, pero los ensayos no se detienen con ese paso. Se pueden hacer cuántos estime su investigador para vali­dar su efectividad u otros datos necesarios según el estudio.

“En aquel entonces se abrie­ron dos policlínicos: el Omar Ra­nedo (centro de la ciudad) y el Emilio Daudinot, en la zona nor­te. Al traer un ensayo clínico a la atención médica lo que haces es mejorarla completamente. Se modifican las dinámicas de aten­ción al paciente.

“Cuando un médico se invo­lucra en un ensayo cambia to­talmente su forma de trabajar. Cumplir con las buenas prácticas clínicas y apegado a un protoco­lo te obliga a una disciplina de la que difícilmente puedas desli­garte. Te forma mucho como pro­fesional”.

¿Cuál fue el temor más común en esa etapa de abordaje médico?

“Quizás fue la explicación al pa­ciente y darle ese nivel de con­fianza de que recibía algo segu­ro, subraya Yamila. Las personas interpretan equivocadamente que los ensayos son algo aún no confiable. A cada paciente se le dio un medicamento novedoso, un nivel de atención médica su­perior, un seguimiento delicado”.

Según Dayamí, el proceso su­peró cualquier temor justamente por esa certeza y confianza en lo que hacían: “En la atención pri­maria ese fue el primero, el otro de pulmón aún está en ejecución, que es el Predictor fase IV.

“Con el ensayo cambió la for­ma de ver el cáncer, antes con­siderado mortal. Ahora los pa­cientes, inmunizados cada 28 días, viven como si tuvieran una enfermedad crónica, diabetes o hipertensión”.

Del arrojo de quienes laboran en un ensayo clínico argumentó la doctora Dayamí Soler: “Los ensayos tienen gran exquisitez. Todo es al detalle. Las condicio­nes están garantizadas y se dis­pone de los recursos materiales requeridos. Se capacita al perso­nal, pues nadie sin preparación puede trabajar en un ensayo. Hay normas internacionales que cumplir. Primero son las buenas prácticas, seguir al pie de la letra lo que dice el protocolo.

“Sin embargo, lo más im­portante no es el producto de investigación sino el sujeto o la persona a la que protegemos en cualquier circunstancia. Todas las residencias médicas del país tienen en su primer año un mó­dulo de capacitación en Ensayos Clínicos, y se realizan maestrías y diplomados para adiestrar en manejos de eventos adversos y protocolos específicos”.

Asimismo afirma la doctora Yamila que cualquier ensayo clí­nico de una vacuna “es un tema sensible en el que se juega inclu­so el resultado de una investiga­ción de muchas personas.

“Hoy la pandemia ha obliga­do a que los ensayos se vuelvan más visibles y es bueno que se conozca cuánto estos procedi­mientos ayudan a la calidad de vida de los pacientes y al pro­pio servicio de salud. Gracias a los ensayos de la vacuna contra el cáncer de pulmón el Hospital General Docente cuenta con una consulta multidisciplinaria don­de evalúan hacia qué modalidad del tratamiento transita cada pa­ciente. Eso es cada vez más alen­tador”.

Desde Guantánamo cinco de los 39 ensayos clínicos realizados involucran exploraciones relacio­nadas con el cáncer de pulmón.

CIMAvax-EGF no provoca los desagradables efectos secun­darios de la quimioterapia y ra­dioterapia, se administra por vía intramuscular y posee un alto ni­vel de seguridad. Sus proyeccio­nes aún concentran esfuerzos de la ciencia cubana en aras de exa­minar sus posibilidades en otras localizaciones tumorales.

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