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Con Filo: Medir las medidas por resultados

Resulta algo difícil pronunciarse desde la lejanía de la ciudad sobre asunto tan complejo como la agricultura, y las medidas que en fecha reciente se anunciaron para estimular la producción agropecuaria.

 

 

Lamentablemente, no es la primera vez que el anuncio de transformaciones organizativas en el campo cubano luego no tiene su correlato en resultados convincentes.

No obstante, el entusiasmo que aún en la distancia es posible percibir ahora, en lo fundamental a partir de testimonios y experiencias de los agricultores que nos llegan a través de los medios, parecería indicar que esta vez hay una mayor aproximación a la solución de viejas demandas de ese sector tan decisivo para el país.

Algunas de las trabas y prohibiciones que se suprimen podrían incluso considerarse no tan decisivas en cuanto a volúmenes de alimentos que involucra, pero lo cierto es que cualquier cambio que amplíe esa confianza en los productores agropecuarios, puede tener un efecto estimulante a mediano y largo plazo mucho mayor que el de la simple cantidad.

Es el caso, por ejemplo, de la comercialización de carne bovina y el autoconsumo por sus productores, después de cumplir con el encargo estatal, cuyas primeras pequeñas ventas en algunas comunidades ya han sido noticias por estos días.

Por supuesto, que en un contexto de aguda escasez de recursos por el recrudecimiento del bloqueo económico estadounidense contra Cuba y las afectaciones provocadas por la Covid-19, cobra especial importancia la prioridad que reciba la agricultura en materia de inversiones para sustituir importaciones y exportar más, un asunto donde el talón de Aquiles radica en la oportunidad y eficacia de cada centavo invertido.

La vieja aspiración de producir más alimentos a nivel local, incluyendo la agricultura urbana, suburbana y familiar, tiene ante sí quizás el mejor momento para demostrar su validez práctica, a partir de las transformaciones que buscan potenciar todas las formas productivas, incluyendo los pequeños agricultores y usufructuarios de tierra.

Recuperar la producción estatal porcina y multiplicar la capacidad de las empresas avícolas para entregar más carne y huevos; son otras deudas pendientes que para conseguirlas será preciso darles seguimiento al pie del corral, lejos de cualquier generalización burocrática.

En el campo, la vida sigue otro ritmo que casi nunca cabe en las prescripciones y reglamentos esquemáticos, los cuales luego no solo se incumplen, sino que se sienten como un yugo inservible.

Tal parece ser entonces el sentido liberador de estas recientes disposiciones, que al parecer defienden el principio de que lo bueno para el campesinado y para quienes trabajan la tierra, también lo es para el resto de la población, que recibirá de rebote sus beneficios.

Bienvenida entonces las nuevas medidas para estimular la producción agropecuaria, a las que sistemáticamente habrá que medir también, más que por sus buenas intenciones, por sus verdaderos resultados.

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