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Bertha Lidia y la Soberana

Su vocación por la enfermería ger­minó desde pequeña, en su Santia­go de Cuba natal, cuando su juego preferido era inyectar y curar a las muñecas; a menudo el padre se con­vertía en su paciente, y ante cual­quier molestia que este sintiera, por simple que fuese, la pequeña se empeñaba en atenderlo.

Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

Son preciados recuerdos de la li­cenciada Bertha Lidia Hernández Martínez, responsable de vacunación en el policlínico capitalino Plaza de la Revolución, quien en el instante de nuestra visita supervisaba los toques finales a la inmunización de los tra­bajadores de la salud de su centro con el candidato vacunal Soberana 02.

Graduada en 1986 en su provin­cia, pocos años después fue escogi­da para uno de los más hermosos programas humanitarios realizados por Cuba, del que tiene conmovedo­ras vivencias: la atención a los niños afectados por el accidente nuclear de Chernóbil.

Enfermera pediátrica, desde 1998 —cuando se incorporó a este policlí­nico— ha participado en todas las campañas de vacunación destinadas a proteger a la infancia. Manifiesta que es un orgullo haber realizado la inmunización de sus compañeros de labor y del personal de otros centros de trabajo reubicados allí para apo­yar la lucha contra la COVID-19.

“Debemos estar protegidos para poder atender mejor a la población”, expresa, en este policlínico que abarca 16 consultorios, con un uni­verso de unos 13 mil 500 personas.

“No hemos tenido reacciones adversas en ninguna de las tres fa­ses de la intervención sanitaria. Me siento muy contenta de poder par­ticipar en este momento tan impor­tante de la salud pública cubana”, concluye.

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