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Latinoamérica al servicio de necesidades ajenas

Mientras en América Latina y el Caribe crece el desempleo, la precarización laboral y la pobreza, los ricos se hacen más ricos, así lo han denunciado los manifestantes que desde hace unas dos semanas protestan en ciudades y pueblos colombianos. También lo han dicho los chilenos, indignados ante la certeza de que el patrimonio personal del presidente Sebastián Piñera ha crecido durante la crisis.

 

Foto: @Col_Informa / Twitter

 

Sobre esta disparidad reflexionó Julio Durval Fuentes, presidente de la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadores Estatales (Clate), durante la sesión América del Encuentro Virtual Internacional de solidaridad con Cuba realizado el pasado 1ro. de mayo.

La crisis sanitaria desatada en marzo del 2020 ha puesto de relieve el colapso del sistema capitalista mundial, que lleva décadas profundizándose a costa del sufrimiento de nuestros pueblos, afirmó Fuentes. Cuando a inicios del 2020 la pandemia comenzó a extenderse por nuestra región, quedó desenmascarada la falacia del Estado mínimo que durante años el neoliberalismo ha presentado como verdad incuestionable.

Nuestros sistemas de salud pública, vaciados y golpeados por constantes recortes presupuestarios, mostraron que en realidad esos servicios deberían constituir una necesidad primaria y un derecho fundamental de la población. Las ayudas estatales y medidas regulatorias se transformaron en urgentes y necesarias, pero si evaluamos los paquetes adoptados por los gobiernos de la región, la respuesta ha sido insuficiente, denunció.

 

Foto: tomada de PL

 

Durante la pandemia, los problemas de desempleo, pobreza y desigualdad que la región padece desde hace décadas, continuaron profundizándose. Según datos de la Cepal, en el 2020, existían 209 millones de latinoamericanos y caribeños en la pobreza y 78 millones más en la pobreza extrema. Por eso el sindicalista reconoce que es difícil ser optimista, sobre todo cuando los gobiernos insisten en modelos de desarrollo basados en el “extractivismo destructivo destinado a la exportación”.

En el interior de nuestros territorios, explicó Fuentes, en las comunidades originarias y campesinas, los pobladores ligados a las economías regionales resisten la expansión del agronegocio, la megaminería, el fracking, la deforestación y la sobrepesca; mientras en nuestras ciudades millones de personas se abarrotan en barriadas y padecen por el desempleo, la falta de acceso a viviendas, servicios de salud y educación. Por esos caminos nos ha llevado el neoliberalismo con sus ciclos de endeudamiento externo impagables y de apertura económica irracional.

Tal situación podría nombrarse TMEC, TPP-11, o Acuerdo Mercosur-UE, que son los tratados de libre comercio pactados por la región y que confirman que existimos “al servicio de necesidades ajenas”, como escribió Eduardo Galeano en su monumental obra Las venas abiertas de América Latina.

Mientras depredamos nuestro ambiente, no somos capaces de impulsar un desarrollo sustentable que reactive los mercados internos, genere puestos de trabajo o riqueza local. Por el contrario, el empleo se precariza, terceriza, y más recientemente se transforma en teletrabajo, poniendo en crisis la capacidad de organización y resistencia colectiva de la clase trabajadora, enfatizó.

Al abordar el tema de la Covid-19, el líder sindical reconoció que las esperanzas del mundo están puestas en la vacunación, pues la ciencia ha generado avances impensados en corto tiempo produciendo vacunas que podrían salvar millones de vidas si se distribuyeran a escala mundial y con rapidez. Pero ese conocimiento, financiado a nivel mundial con fondos públicos y aportes de universidades y centros de investigación muchas veces públicos también, quedan en manos de los grandes monopolios que controlan a través de las patentes.

 

Ilustración: Twitter (tomada de JR)

A esa realidad, se suma que las naciones más desarrolladas, haciendo uso de su poder económico y geopolítico, han comprado la mitad de las vacunas que se producirán este año, sostuvo, por lo cual casi la cuarta parte de la población mundial no podrá vacunarse contra la covid-19 hasta el 2022. Países como Canadá, Reino Unido, Japón, la Unión Europea y Estados Unidos acaparan entre 1, 5 y 5 veces lo necesario para inmunizar a su población.

En ese escenario, Fuentes destacó el esfuerzo de Cuba y su sistema de las ciencias que le ha permitido producir las primeras vacunas latinoamericanas contra la Covid-19: “Es una gran esperanza para las naciones más pobres que podría acceder a una vacuna pagable de acuerdo a sus economías, así como han recibido atención

sanitaria de las brigadas médicas durante años”.

“Resulta muy elocuente este contraste entre países ricos que acaparan más de lo que necesitan y una nación pequeña, pero de una grandeza insuperable como Cuba que ha puesto sus escasos recursos al desarrollo científico y a la salud pública”.

“Por eso, una vez más, como lo venimos exigiendo cada año en todos los foros donde participamos, decimos no al bloqueo criminal y genocida que mantienen los EE.UU. desde hace más de 60 años contra el pueblo cubano”, recalcó.

 

Foto: Joaquín Hernández Mena

 

Fuentes reconoció que es difícil ser optimistas, “pero no debemos dejar que nos arrebaten la esperanza. Esta pandemia nos exige cambiar el rumbo. Podemos y debemos transformar la crisis que estamos atravesando en una oportunidad para explorar nuevos caminos. Y que esta crisis, además de sanitaria y económica, sea ecológica nos obliga a idear otros modos de producir, otras formas de consumir”.

Y recordó el discurso del Comandante Fidel Castro en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medioambiente y Desarrollo, Cumbre de Río, en 1992 donde demandó: “Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre”.

Ese es el camino, junto a la integración regional, permitirán construir la América que soñaron San Martín, Simón Bolívar, José Martí y el Che, concluyó.

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