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Cuba: espectacular en prevención del VIH/sida

En 1993,  Ernest Massiah, natural de Trinidad y Tobago, vio morir a un amigo cercano como consecuencia del sida, cuando cursaba un doctorado en los Estados Unidos, donde percibió la exclusión social y el estigma hacia quienes padecían la enfermedad.

 

 

“En esa época yo no tenía una respuesta emocional para enfrentar la situación, y decidí que nunca me pasaría algo así otra vez. Desde ese momento me propuse prepararme para poder ofrecer apoyo a cualquier amistad, a cualquier persona en ese trance”.

Aquel compromiso individual lo llevó con el tiempo a la función que desempeña, como director del equipo de apoyo regional del Caribe en ONUSIDA, acrónimo con el cual se nombra al programa conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida, que coordina las actividades de los distintos organismos especializados de la ONU en la lucha contra la epidemia.

En su primera visita a Cuba, Ernest ofreció una entrevista exclusiva a Trabajadores, donde abordó las complejidades del enfrentamiento al sida en la región caribeña, sus valoraciones sobre el trabajo educativo en la mayor de las Antillas y la problemática común del área en el conocimiento y prevención de la infección por VIH entre los hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH).

Según el experto, hay grandes diferencias en el Caribe en cuanto al índice de prevalencia o proporción de personas afectadas en relación con el total de la población. “Por ejemplo, hay países como Cuba con una tasa muy baja, pero tenemos otros como Haití donde el índice es todavía muy alto.

“Lo que es común en nuestros países es la elevada prevalencia entre los HSH, y eso implica que una de las tareas más importantes es ver cómo podemos trabajar con una población que por siglos ha sido excluida y discriminada. Entonces hay que realizar una gran labor de prevención en esos grupos, y también asegurar los derechos humanos de los HSH: es el gran desafío en el Caribe”.

Massiah hizo referencia a las dificultades para hacer sostenible la respuesta frente al sida, a partir de que los países donantes de fondos ahora tienen menos recursos y otras prioridades, que en numerosos casos no son América Latina y el Caribe. “Necesitamos hacer mucho más con menos, y mejor”, añadió el director regional de ONUSIDA, programa que en el 2012 solo prevé contar con unos 2 millones de dólares para el área.

El experto sostiene, sin embargo, que la abogacía y educación necesarias “a veces no requieren plata, sino imaginación y trabajo”. Pone como ejemplo el hecho de que “en la región se ha sido tímido en la prevención y en hablar francamente sobre la sexualidad, en especial con los jóvenes, en muchos casos hay miedo de hablar sobre la sexualidad de los hombres, de las mujeres y de los HSH”.

De acuerdo con las estadísticas de ONUSIDA, el especialista valoró como el mayor avance en el Caribe que “casi estamos a punto de decir que esta podría ser la primera región del mundo en eliminar la transmisión vertical del virus, de madre a hijo, eso sería fantástico.

“Pero todavía —enfatizó— hay problemas estructurales: la pobreza, que implica no solo escasez de recursos financieros, sino de acceso a la información, de que la gente no tiene el mismo nivel de comprensión personal de lo que puede hacer, de los derechos que tiene y de su lugar y papel en el desarrollo del país”.

Por ello insistió en que es necesaria una posición de los líderes caribeños frente a la exclusión del acceso a los fondos de ayuda internacional contra la pandemia. “Aunque hay una percepción de que es una región con cierto nivel de desarrollo, también tiene una desigualdad muy fuerte, hay muchos países donde la economía no crece, donde el apoyo es necesario para cambiar la realidad.

“Porque no solamente se trata del VIH, es un problema de desarrollo económico y social, y cómo podemos alcanzarlo”, insistió Ernest, quien hizo referencia a la labor que realiza un grupo de trabajo de la Comunidad del Caribe (CARICOM) para identificar esas prioridades.

En relación con Cuba, Ernest manifestó entusiasmo, sin dejar de señalar las flaquezas: “En el trabajo de prevención han hecho cosas espectaculares, porque forma parte de una política más amplia, de la educación sociocultural de un pueblo. Aunque hay, como en toda la región, problemas en algunos grupos, por ejemplo con los HSH, producto del estigma y la discriminación.

Se empieza a comunicar con esa población y hacer prevención dentro de ella”.

Enseguida sonríe y agrega: “El machismo no es exclusivamente un fenómeno cubano, es caribeño, existe en todos nuestros países, en forma distinta, pero existe. Y todos están trabajando en ello, pero es un gran reto, no solamente para los cubanos”.

(Texto publicado originalmente en Trabajadores el 19 de marzo de 2012)

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