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Libia: La “primavera” que provocó el caos

Hace una década la gran prensa occidental comenzó la parte que le correspondía en la llamada “primavera” inventada por Estados Unidos y sus aliados especialmente para los pueblos de varias naciones de Medio Oriente, entre esas naciones estaba Libia.

 

El caos llegó al límite; la venta “de esclavos” denunciada internacionalmente en ese país. Foto: hispany tv

Se preparaban así las condiciones para la otra guerra, la verdadera, que terminaría con la vida de Muamar Gadafi y su gobierno.

Los despachos de prensa destacaban casi a diario los disturbios y protestas  masivas en Libia que, como se sabe, terminaron con el fin del gobierno y el asesinato del entonces líder de esa nación, gracias a la intervención foránea, especialmente estadounidense.

Diez años después no hay mucho que celebrar, más bien maldecir la situación de caos en que se vive y la frustración de toda una nación, a la cual se le dijo que con el fin de ese gobierno comenzaba una era de libertades y democracia.

 

Desde el derrocamiento del gobierno Libia se vio sometido a una situación de guerra. Foto: AFP

Todavía en Libia se discute sobre lo acontecido. Para muchos fue el resultado de una conspiración internacional que buscaba, una vez más en la historia universal, la redistribución de riquezas e influencia para aprovecharse de las riquezas de ese y otros países de la codiciada región.

«Hace diez años, los enemigos de Libia, tanto internos como externos, engañaron al pueblo para que se echara a la calle organizando una revuelta de la población e involucraron a los medios de comunicación para ello”, declaró recientemente Naser Said, portavoz del Movimiento Nacional Popular Libio.

“Al final nos privaron de nuestro propio país: tuvimos ocho meses de descarada intervención militar de la OTAN. Después de todo, fue la mayor y más larga operación militar de la alianza fuera de sus fronteras desde la Segunda Guerra Mundial», destaca.

“Ahora Libia no tiene Estado ni infraestructura. Cientos de miles de familias han sido desplazadas y sus ciudades y pueblos destruidos, mientras que miles de libios han sido asesinados”, se lamenta.

Sin embargo, hay políticos que califican como una revolución las acciones organizadas por las fuerzas de la reacción internacional. Son los privilegiados de la “primavera”.

País ingobernable

Los autores verdaderos del cambio se sintieron aliviados de poder alejarse del caos provocado, declarando que el trabajo estaba bien hecho. Eliminar a Gadafi era una cosa, pero ayudar a construir un país era algo muy diferente, recién comentaba un especialista.

Lo que quedaba de Libia no tardó en hacerse añicos. Las llamadas milicias tenían sus propias agendas y no soltaban sus armas. Una serie de diplomáticos, en su mayoría bajo los auspicios de Naciones Unidas, intentaron, sin éxito, promover el diálogo y la reconciliación.

Para algunos políticos libios febrero de 2011 significa el inicio de una época negra en la historia del pueblo libio, que ahora debe «arrancar su independencia de las manos de países extranjeros y terroristas».

El escritor libio Husein Miftah fue preciso al afirmar:

«No hubo ninguna revolución. El caos en el que vivimos ha sido consecuencia de la redistribución del poder en la región por parte de actores externos. Es claramente visible si observamos qué fuerzas están presentes en nuestro territorio y con qué propósito», explica.

La intervención de las tropas de la OTAN y la «injerencia democrática» para desalojar del poder a Muammar Gadafi ha degenerado en una guerra interna y en la desaparición de facto del Estado libio.

 

El petróleo, verdadero objetivo de la “revolución” organizada por EEUU y la OTAN. Foto: Foto Álvaro Cánovas

El país, rico en petróleo y gas, debería poder garantizarles derechos que ahora solo pueden soñar: educación, asistencia sanitaria y un nivel de vida digno. No tiene ninguno de ellos, ni siquiera seguridad, comentaba recientemente un colega libio.

Detrás de las bambalinas

Los causantes del destrozo provocado en Libia tratan ahora de encontrar una salida decorosa e intentan por todos los medios evitar que en la normalización del conflicto existente en esa nación pueda tener un papel decisivo la Federación Rusa.

Incluso la OTAN aspira que uno de sus miembros, Turquía, termine su costosa presencia militar en esa nación. Según analistas árabes, los Estados Unidos temen que Turquía y Moscú puedan lograr una solución al problema existente en Libia.

Uno de los últimos comentarios sobre el tema lo formuló Ruth Ferrero Tumón, profesora de Ciencias Políticas y Estudios Europeos de la Universidad Complutense de Madrid al intentar entender la fuerte respuesta afirmativa cuando respondió la pregunta periodística acerca de que si Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa, era un asesino.

“Los analistas occidentales quedamos sorprendidos con su afirmación, ya que contradice la imagen que pretende dar de un Presidente conciliador en el plano internacional. Quizás quiso reafirmar una posición más intransigente con las políticas de Putin en Medio Oriente o en Libia”, declaró a Radio Francia Internacional a mediados de marzo.

No es un secreto que desde el derrocamiento y asesinato de Gaddafi, ese país se halla a la deriva y sus instituciones perdieron fiabilidad, en una intensa lucha por el poder, o más bien la riqueza petrolera.

 

Una escena que ha sido cotidiana durante años, los enfrentamientos entre las partes en pugna. Foto: Foto: AFPdos

En octubre pasado el gobierno de acuerdo nacional, asentado en el occidente de esa nación y el ejército nacional libio, radicado en el oriente, decidieron silenciar los fusiles y celebrar elecciones legislativas y presidenciales en diciembre venidero, en busca de una gobernanza unificada y de reconciliación, precisaba un despacho de la agencia Prensa Latina a  mediados de febrero.

Posteriormente, en ginebra y bajo los auspicios de la ONU los miembros del Foro del Diálogo Político seleccionaron el ejecutivo temporal hasta las votaciones.

En junio, El-sisi y el mariscal Khalifa Haftar, comandante del ejército presentaron la Declaración de El Cairo, una propuesta para decretar una pausa combativa y superar la larga confrontación.

Un solo dato que refleja el caos. El desaparecido colega Juan Dufflar Amel publicaba en este periódico un artículo sobre la trata de esclavos en esa nación y citaba a Othman Belbes, jefe de la misión de la OIM en Libia, quien afirmaba en el 2017 que “el inhumano comercio se practica públicamente, y “comprar” un inmigrante indocumentado para que trabaje como jornalero en otros países cuesta entre 200 y 500 dólares”

Los libios han vivido en un polvorín desde el derrocamiento y asesinato de su líder histórico, que provocó una controversial dualidad de poderes y enfrentamientos entre grupos rivales y la proliferación  de mafias que trafican migrantes irregulares, entre otros flagelos, unido a la injerencia foránea, destacaba por su parte, el colega de Prensa Latina.

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