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Pasión de camarera

Centímetro a centímetro Miriam González Verde va dejando limpí­simo el piso de la sala de terapia intermedia del Hospital Pediátrico Docente Eliseo Noel Caamaño, en la provincia de Matanzas. “Siem­pre me esmero en lo que hago, no importa donde esté”, dice.

La experimentada camarera considera que la crisis sanitaria ha enseñado el valor del empleo como garante de vida. Foto: Noryis

“Para mí no existen diferen­cias entre la habitación de un cinco estrellas de Varadero y esta sala, porque lo mío es ponerle amor a lo que hago”, confiesa la camarera de piso del hotel Iberostar Bella Costa, en el principal balneario cubano.

Dos décadas en el turismo le ha enseñado a Miriam la magia que habita en hacer bien las cosas. Leal a esa máxima, disfruta dejar dispuesta con cuidado una sala a la que llegó en enero de este año.

“Trato de sobreponerme al cambio de labor. No es fácil estar rodeada de niños enfermos”. No pocas veces la realidad la vence y termina con el corazón roto. “Es­toy acostumbrada a trabajar don­de la alegría es lo normal. Aquí no, aquí se hospeda un poco de dolor”.

La actitud de Miriam al serreubicada en otro sector es la mis­ma de cientos de hombres y muje­res de todo el país que saludarán este 4 de marzo, Día del Trabaja­dor de Hotelería y Turismo, apor­tando donde más se le necesite.

Luego de cinco meses interrup­ta “está claro que aquí me siento muy útil, pero extraño a mis com­pañeros, el ajetreo del hotel, el sube y baja de piso con la ropa de cama para hacer las habitaciones y hasta el cansancio tan grande con que termino un día de trabajo. Ese es mi mundo…”.

El nefasto impacto del nuevo coronavirus en distintos ámbitos nadie lo olvidará, de eso está con­vencida Miriam, sin embargo cree que “después de tanto tiempo fue­ra de lo que hacemos, al regreso la gente querrá y cuidará más el tra­bajo”.

Neysi y Regla, otras dos cama­reras de Bella Costa, también están en el hospital pediátrico. “Tene­mos compañeros en comunales, la construcción, en cualquier parte, porque no le tenemos miedo al tra­bajo, pero la COVID-19 nos apar­tó de nuestra cotidianidad laboral. Vino a cambiarlo todo, a quitarnos mucho, a privarnos de lo que me­jor sabemos hacer en afectos que es dar cariño, abrazarnos, besarnos”.

Tanto el tiempo que estuvo sin trabajar como al momento de su reincorporación, han sido notables las atenciones del sindicato y de la dirección del hotel Iberostar Bella Costa, muy en particular, pondera, el gesto de dotarla de los medios de protección. “Nos siguen cuidando y eso nunca podremos olvidarlo”.

En Varadero, expresa, “siem­pre nos piden calidad y tiene que ser así, pero teníamos esperanzas de mayores salarios con el aumen­to hecho, y no sucedió. Seguimos cobrando poco para lo que trabaja­mos. Sería bueno estudiar nuestra realidad para que en un sector tan fundamental en la generación de divisas se encuentren mecanismos de pagos que estimulen el aporte individual, lo cualitativo, el ahorro y la eficiencia”.

Tras su hora de descanso, Mi­riam nos confiesa que la sala de terapia intermedia del hospital pediátrico de Matanzas tiene que lucir tan limpia o más que la me­jor habitación de cualquier cinco estrellas de Varadero. “Mi trabajo es mi pasión”.

 

 

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