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Out en el trabajo, quieto en casa

La recta es dura y no ha parado de ser pegadita al cuerpo desde marzo del 2020. Los árbitros vis­ten de blanco o de verde, nunca de negro, y más de una vez cantan alto y claro los lanzamientos: ¡cuídense, protéjanse, cuídense, protéjanse!

A la hora de empuñar los bates es más efec­tivo hoy —contrario al béisbol tradicional—, si lo hacemos siempre para ponerle out a la COVID-19 en cada centro de trabajo, que dar un jonrón de irresponsabilidad o indisciplinas. Cada out hay que entenderlo como una de las maneras más efectivas de estar quietos y sanos luego en casa, en familia.

Pero sigamos con el paralelo para entender mejor este enfrentamiento que no es de play off, sino por la vida. ¿Cuántas veces recorremos las bases (oficinas, comedores, baños, pasillos, áreas comunes u otros espacios de empresas, fábricas, etc.) sin usar el traje perfecto de este tiempo: los nasobucos? ¿Por qué en lugar de sa­ludar con codos o puños en los batazos diarios todavía muchos se empecinan en estrechar ma­nos y hasta abrazar cuerpos a quienes todos los días entrenan (trabajan) por un país mejor?

Hasta hace un año usar pasos podálicos o to­mar la temperatura corporal para poder entrar a los terrenos era impensable. Ahora resulta impe­rioso. La necesidad de enviar a los jugadores vul­nerables hacia las gradas (sobre todo los mayores de 60 años), es solo para preservarlos de una mo­lesta respiración cortada o una indeseada terapia intensiva que puede provocarles la muerte.

Pero hay más. Este paralelo lo pudiéramos extender a no descuidar nunca la desinfección diaria con cloro u otra sustancia a todos los implementos que usamos. Reuniones innecesa­rias para estrategias definidas de antemano no propician ganar ningún juego, sino más riesgo de derrotas y enfermos. ¿Si nueve peloteros re­suelven en el campo, para qué sumar 10 cuan­do los emergentes no son reglas concebidas en tiempos de pandemia?

Ponerle out a la COVID-19 pasa además por celebrar campeonatos y terminarlos, es decir, velar por la vitalidad de una economía ya re­sentida desde cada posición que nos toca. La mayor cantidad de carreras (casos) salen hoy de los llamados “eventos institucionales” que ramifican hasta el municipio, la comunidad, la familia, nuestros seres queridos.

Y no valen ya alertas o llamados a la con­ciencia. La recta sigue dura y pegadita, por tanto el partido se define en el terreno hasta que entren a relevar con efectividad Sobera­nas, Mambisa y Abdala.

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