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Desde el Palco: Pedro Medina (Parte II +Video)

El 19 de diciembre de 1952 llegó al mundo quien se convertiría en uno de los mejores receptores cubanos de todos los tiempos. Elegido entre los 100 mejores atletas del siglo XX en Cuba e inmortalizado para siempre luego de aquel jonrón de película que conectó en Édmonton… Es tiempo para una conversación, Desde el Palco, con Pedro Medina.

El Latino…

El Latino es como mi segunda casa. He estado 50 años dentro del estadio. Llegué muy joven aquí a un equipo juvenil y después jugué 17 años en este estadio, siempre con Industriales y aquel conjunto de Metropolitanos que existió por el año ’75. Imagínate, muchas anécdotas… Principalmente el retiro. La última vez al bate fue algo impresionante, para mí inesperado. Anunciaron mi nombre y no pude llegar casi al cajón de bateo, porque la afición se paró espontáneamente y empezó a aplaudir, casi 40 mil personas en un juego entre La Habana y Las Villas y sinceramente fue muy emotivo y me dio una satisfacción grandísima. Un pueblo que me respetó mucho como los respeté yo a ellos y eso me dejó marcado.

¿Jugar o dirigir?

Me quedo como jugador porque dependes de ti mismo, aunque como director también tuve grandes recuerdos, pues dirigí por primera vez y gané y para mí fue un orgullo. Dirigir a jugadores que habían sido compañeros tuyos en un momento determinado y que hayan dado el cien por ciento para poder ganar el campeonato en 1996.

Armandito…

Armando en aquellos tiempos era… ¡número 1! En el año ’81 conecté un jonrón que, a pesar de que no ganamos el priemr lugar, fue muy popular o sigue siendo muy popular dentro de la afición y Armando cuando yo venía a batear siempre tenía esa delicadeza: «¡Viene a batear el hombre de Édmonton!». Pero lo gritaba y la gente le hacía el coro y para mí eso era muy bonito e impresionante y me gustaba muchisimo que el lo dijera, porque lo decía de corazón, de personas que te estaban apoyando, porque en home, aunque uno no lo crea, se escuchan muchísimas cosas que grita la afición en buenas y en malas y uno las tiene en cuenta.

 

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