Gerardo Alfonso: éxitos, utopías y esperanzas

Gerardo Alfonso: éxitos, utopías y esperanzas

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Autor de casi un centenar de canciones, entre las que gozan de gran popularidad, como Sábanas blancas (1992), Aquí cualquiera tiene (1984), Como si fuera un gato (1986),  Habana, dulce locura (2005) y Lo que Dios te dio (2007), las letras de las composiciones de Gerardo Alfonso (La Habana, 1 de noviembre de 1958) se caracterizan por una lírica fluida, atrayente y gramaticalmente cuidadosa.

 

 

Así puede apreciarse, entre otras muchas, su pieza titulada Son los sueños todavía (1996), dedicada al Comandante Ernesto Guevara, muy solicitada en sus conciertos y sobre la que apuntó: “ahora el Che es un sentimiento extrovertido en mí gracias a la canción que le compuse. Pero he vivido desde muy niño con ese sentimiento, dentro de mí, de cariño, de admiración, de respeto, de orgullo y hasta de arma y defensa de mis valores inculcados e inspirados en su ejemplo”.

Al ampliar esta idea puntualizó: “Quizás mantengo un sentimiento infantil con relación al Che, pero en mi trayectoria, en mi evolución y madurez, he tenido al Che como referente de casi todas las actividades humanas y por él mido muchos de mis pasos, y gracias a él entiendo muchas de las relaciones sociales y humanas, locales y universales. Así entonces una canción como esa me da orgullo y fuerza para enfrentar los huracanes circunstanciales que a veces son arrasadores. Y si desde la canción puedo transmitir sus valores e inspirar a la gente a que siga su ejemplo, mucho mejor”.

“Ya no se tiene una visión épica de la vida”

“El Movimiento de la Nueva Trova (MNT) me ayudó a enfocarme en un tipo de canción que abordaba la realidad circundante con un espíritu artístico elevado, con una conciencia social, con austeridad, entre muchos puntos. Casi todos, por no decir todos los fundadores del Movimiento, además de aportarme riquezas culturales enormes, me dan orgullo por lo que hicieron, en específico la etapa del Grupo de Experimentación Sonora del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), donde se iban descubriendo ellos mismos como artistas y creadores, y cantándole al período más orgánico, pienso yo, creativo y revolucionario de la Revolución, valga la redundancia”, dijo el afanoso artista.

Recientemente entrevistado con motivo de su cumpleaños 62, al referirse a las influencias ejercidas por el MNT en su formación artística, añadió que a su generación, como parte de ese movimiento, tanto a él como a otros músicos interesados en seguir esta corriente vanguardista, “nos llamaban ´topos´, o ´trovadores de la herejía´, pero allí aprendí casi todo lo que hoy aplico ética y estéticamente en mi vida artística y, por supuesto, al Icaic, a todos los que se expresaron con sus visiones honestas en esa época de los 80, marcando una diferencia/ruptura con los fundadores”.

Gerardo ama la intimidad del hogar, de la familia, entre la que se recrea su musa inspirativa que se desarrolló en los años 80 del pasado siglo como integrante de la  Nueva Trova cubana, que dio continuidad a la trova tradicional y al feeling y en la que se fusionaron la voz, el canto y la poesía, a través de sustentos y entornos tímbricos y armónicos.

Influenciado por la obra de algunos de los fundadores de ese extraordinario fenómeno gestado en la música cubana durante la segunda mitad de la década del 60, entre ellos Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, así como por las creaciones de los brasileños Caetano Veloso, Gilberto Gil y Milton Nascimento, el quehacer de Gerardo Alfonso también se nutre de otras muchas vertientes y  géneros de la música cubana y el rock.

Subrayó que la esencia que caracterizó el surgimiento de la Nueva Trova “cambió en la militancia, ya no se tiene una visión épica de la vida, se va más a lo lúdico, al aquí y al ahora, hay menos compromisos con la patria, con el proceso, que también ha cambiado, pero ha ganado en diversidad y en riqueza musical; se mantiene la poesía y se incrementó el discurso coloquial, más allá de las exigencias del arte poético. No te diré por qué, sería demasiada subjetividad mía; sin embargo, creo que la creación y más que la creación, el hombre es un resultado de las circunstancias en las que vive y eso condiciona todo su quehacer”.

Ante la presencia de la Covid-19

Cuando la pandemia provocada por el nuevo Coronavirus llegó a Cuba, el prestigioso cantautor  “estaba preparando un concierto de  Guayasón. Esperando qué rumbo tomaría mi último disco titulado La Luna, que está varado por ahí y viendo como la editora de mi libro de canciones a La Habana, Jamila Medina,  consigue finalmente terminar este hermoso proyecto”.

Dijo que en ese periodo igualmente se dedicó “a disfrutar del genial  video clip que le hizo el director de cine Alejandro Gil a Sábanas Blancas, ya tiene un año; y recientemente, como parte de la ofensiva que el Ministerio de Cultura está haciendo para colocar videos clips de cantautores y otros géneros alternativos a la cultura hegemónica, le realizaron un clip animado a la pieza Como si fuera un gato. Un día saldrá en TV y lo verán, es muy bonito”.

Asimismo enfatizó que en la etapa de confinamiento para evitar la propagación de la Covid-19, también consagró su tiempo “a leer, a corregir canciones que por alguna razón no cantaba. Y descubrí que había algunas ideas temáticas o gramáticas que no me hacían feliz. También compuse algunos temas, que no precisamente hablan de la pandemia. Y, además, me dispuse a organizar los tarecos en la casa y a escribir  algunas reflexiones que derivan de estos  tiempos, y ver series, conciertos…”.

 

Foto: Archivo

Contento como padre

Esposo amoroso de Claudia, su compañera y amiga, así como padre cariñoso y preocupado por el desarrollo de sus dos retoños, Tobías y Diego, quienes comienzan a dar sus primeros pasos en la música, en víspera de su cumpleaños 62, Gerardo habla con orgullo sobre la manera en que estos últimos enfrentaron el periodo de distanciamiento para evitar el contagio del SARS-CoV-2: “Lo que sí quiero destacar es en la manera que mis hijos han aprovechado su tiempo. Tobías Alfonso, que está pasando el servicio militar, a la vez se ha convertido en un productor musical de su trabajo. Ganó el premio de la crítica en el festival Havana World Music. Para ese certamen había compuesto una canción, a la que le hizo los arreglos, la grabó con sus músicos, pero vino el coronavirus y el distanciamiento, y algunos de sus músicos son de otras ciudades, entonces con las limitadas posibilidades técnicas, quiero decir la laptop con algunos programas de edición y el apoyo de amigos, hizo la filmación de un video clip titulado Fresko, que quedó magnifico y lo presentó. En fin, creció como artista y alcanzó independencia por sus propios esfuerzos.

“El más pequeño —aseveró—, Diego Alfonso, tiene mucho talento para la pintura. Era lo que yo conocía, pero en septiembre del año pasado empezó a chapurrear con la guitarra, más o menos. Cuando comenzó la pandemia, encerrado aquí en casa se puso a tocar más seriamente y a investigar y a buscar piezas y cómo aprenderlas, y en estos meses ha desarrollado la interpretación de la guitarra clásica a tal punto, que se aprendió la Leyendas o Asturias,  de  Isaac Albeniz —célebre compositor y pianista español—, una pieza súper poderosa y compleja de la suite ibérica de este autor, la cual grabó para el Canal Habana, en la revista Hola Habana que gentilmente  la promovió.

“Luego —subrayó— sacó Recuerdos de la Alhambra,  de Agustín Barrios —prestigioso músico paraguayo, de origen Guaraní, denominado El mago de la guitarra—; además de una obra del británico Steve Howe —guitarrista y músico de rock, de la banda Yes y Asia—, pero de guitarra española llamada ´ancient´; y por estos días está terminando de montar una versión muy personal de Malagueña —sexto movimiento de la Suite Andalucía (1933), compuesta por Ernesto Lecuona—. Esas conquistas de mis hijos me han dado la satisfacción mayor que pueda tener, sinceramente.

Incesante búsqueda y experimentación

Además de haberse hecho acompañar de la guitarra en toda su carrera, este creador posteriormente incluyó el piano como instrumento acompañante, ensanchando su diapasón expresivo como trovador; además ha trabajado con grupos acompañantes y orquestas sinfónicas cubanas e italianas con los que ha grabado la música de muchos de sus discos. De su incesante búsqueda y experimentación dentro del pentagrama insular, creó dos géneros musicales nuevos: el Guayasón y el O´Changa; el primero, según ha afirmado, está inspirado en Gabriel García Márquez y el son, y surgió mediante la fusión de elementos melódicos y rítmicos de la música campesina y la afrocubana; mientras que el otro, “es más loco”, e incita a bailar.

“El O´Changa no es que sea para bailar, es que me he obligado a convertirlo en un producto bailable, no con la intensidad, como pretendió Formell con el songo, puesto que él, desde que arrancó hasta siempre, pensó en hacer bailar a la población. Yo, siendo miembro de un movimiento que expresa ideas, no enfoqué este género en la danza, pero por ser un ritmo muy asimétrico, algo inusual para la cultura occidental, que es fundamentalmente binaria y ternaria, me empeñé en llevarlo hasta la danza, basándome en el presupuesto de que todas las músicas, desde el origen del hombre, debían ser bailadas y cantadas, y he querido convertir una música irregular a una cadencia, de modo que el bailador pueda danzar con comodidad, sin que sea un experimento, sin que pase por lo consciente, que sea espontáneo de su parte, y esta misión la he asumido relativamente desde hace pocos años”, dijo Gerardo.

Al referirse al Guayasón enfatizó que “es algo por el estilo, pero más potable. Su cadencia, sus patrones rítmicos, se relacionan más con algunas zonas de la música rural y con la afrocubana, aunque su proyección, desde el punto de vista de forma es más pop, más contracultural. Ambos géneros tienen una sonoridad que les identifica, que las he ido conformando con el tiempo. Ambos géneros siguen defendiendo la canción de autor. Y, parodiando a Vanito, diría: ´Menéate con lo que pienso y con lo que invento´. La suerte está aún rondándoles”.

Los sonidos del siglo XXI

El prestigioso artífice, acreedor —entre una veintena de reconocimientos oficiales— de la Distinción por la Cultura Nacional, que otorga el Ministerio de Cultura de Cuba; la Réplica del Machete de Antonio Maceo, que concede las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba; y la  Orden Alejo Carpentier; que confiere el Consejo de Estado de Cuba; se define “como un compositor de ´tantos ritmos que parece discontinuo´, como diría Caetano Veloso en su canción Tempo».

“Pero voy a empezar por el reggaetón. El reggaetón tiene dos componentes altamente atractivos, creo yo, uno es la cadencia. Esta cadencia aparece en casi toda la música binaria occidental y tiene su origen en el Magreb. Es tan común como darle una patada a una piedra, a un balón, es tan simple como el fútbol, el más universal».

“Por ejemplo —añadió—, hay un tema de Led Zeppelin que se llama Black Dog, y en su estribillo tiene el ritmo de lo que hoy llamamos reggaetón. Ese ritmo está en las habaneras, en muchísimas canciones de The Beatles, en el flamenco, en varios ritmos caribeños, en la tumba francesa, etc. Lo que sucede es que suena acústico porque está tocado con instrumentos acústicos, batería o cajones, o guitarras acústicas o eléctricas”.

En tal sentido expresó que “la construcción de estas canciones anteriores son mucho más elaboradas que las del reggaetón, y como eso un sinnúmero de diferencias y semejanzas que uno a simple oído no puede distinguir. Lo otro es el sonido del género reggaetón. Este está creado y ejecutado en su base y en las sonoridades dominantes con los sonidos del siglo XXI, los sonidos digitales, que para nosotros son reflejos condicionados. Los sonidos de esta música están en los teléfonos, en los aparatos digitales, computadoras, etc., etc., y estimulan zonas de la psiquis con una fuerza enorme, liberan endorfinas, dopaminas, adrenalinas, energías contagiosas, parecido a la presión que metió la guitarra rock en su tiempo o los tambores que son capaces de hacer entrar en trance a los bailadores y espectadores de una buena rumba.

“Frente a tal realidad —sentenció— no excluyo la posibilidad de hacer canciones con mis postulados estéticos y éticos, que se apoyen en las riquezas rítmicas del reggaetón. Ahora, el discurso temático es otra cosa y eso no es música”.

El mundo de la canción para ganar dinero es necesario también

Más allá de los lógicos intereses económicos, tan necesarios hoy en día, Gerardo Alfonso ha ofrecido su música, de forma desinteresada y altruista, en disímiles eventos nacionales e internacionales. En esos escenarios recibió la ovación de los espectadores. Al preguntarle que si esas palmas ciertamente suplen para él la ausencia de bienes monetarios dijo:

“Son dos dimensiones, son dos mundos diferentes. Quisiera dedicarme a hacer actividades sociales sin fines de lucro solo para estimular a sentimientos de mejoramiento humano. Si en cada presentación que hago de carácter comunitario, o político o social, lograra una milimétrica transformación para mejor de la sociedad o la comunidad a la que le esté cantando, para mí sería una gloria. Pero el mundo de la canción para ganar dinero es un mundo necesario también, y aunque no es antagónico con el de los compromisos y causas sociales o humanitarias, no se benefician recíprocamente».

“Para la agitación política —añadió—, las barricadas, las alabanzas y las conmemoraciones se precisa de la canción que movilice, que concientice; es una convocatoria de respaldo a causas, en muchos casos desfavorecidas o de resistencia, pero el arte lucrativo es una actividad que no precisa de movilizar a las conciencias, es una actividad que se apoya en la explotación del producto cultural traducido en negocio. Con el propósito de crear un ambiente de relax, de bienestar a través del entretenimiento, y el enriquecimiento cultural, necesario para aliviar la carga en la travesía.

“Convendría —precisó— que los organizadores de estas actividades sociales no lucrativas se empeñen también en ayudar a los artistas a colocarse en espacios comerciales que le den cierto sustento económico”.

Al arribar a sus 62 años de vida, Gerardo Alfonso tiene aún muchos proyectos que emprender. Ilusiones, utopías y esperanzas que, con los pies bien puestos en la tierra, tal ha dicho, continúa centrado en su rumbo, haciendo suya la premisa del gran poeta sevillano Antonio Machado expuesta en su célebre poema Caminante, no hay camino (Proverbios y cantares XXIX): “Caminante, son tus huellas/ el camino y nada más;/ Caminante, no hay camino,/ se hace camino al andar…

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