Pinar del Río: Cuarentena en el área, no en el CDR

Pinar del Río: Cuarentena en el área, no en el CDR

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“Mi esposa me llamó al trabajo: ‘Ven para acá que dicen que nos van a poner en cuarentena’. Cuan­do llegué había más de 100 perso­nas en los bajos del edificio, an­cianos, niños. Decían que estaban esperando para una reunión; pero la indicación era evitar la aglome­ración. Cada cual para su casa y luego se explicaría.

José Abel Palacios Díaz considera su participación, como miembro del equipo de dirección del puesto de mando creado en el área en cuarentena, una de las experiencias más intensas de su vida. Foto: Pedro Paredes Hernández

“Después los presidentes de los Comités de Defensa de la Revolu­ción (CDR) empezamos la opera­ción Tun, Tun. Puerta a puerta. Hablando con todos y solicitando voluntarios para que ayudaran en lo que hiciera falta. La respuesta fue increíble”.

El hombre y la memoria

Así evoca aquellos momentos José Abel Palacios Díaz, licenciado en Cultura Física y Deporte, profesor de la Facultad de Ciencias Médicas Ernesto Che Guevara, secretario del comité primario del Partido en ese centro y presidente del CDR 3, en el edificio 12 plantas, de la ciu­dad de Pinar del Río.

Estuvo en el puesto de mando creado dentro del área y se emo­ciona al narrar algunas anécdotas. Este hombre de 46 años fue presi­dente de un CDR por primera vez a los 21 años, poco después delegado de circunscripción, en el Consejo Popular Niceto Pérez, ciclo que re­pitió en el Hermanos Cruz; además formó parte del grupo de interna­cionalistas que partió a Venezuela con la misión Yo sí puedo. Fue pri­mer secretario de la Unión de Jóve­nes Comunistas (UJC) en los mu­nicipios de San Cristóbal y Pinar del Río, y participó en los VIII y IX Congresos de dicha organización. Aun así, considera esta experiencia en medio de la pandemia como una de las más intensas de su vida.

“Por la dinámica diaria, porque no eran solo las personas que vivían en el edificio. Cada cuadra tiene sus peculiaridades, había que llevar a las casas lo que necesitaran, desde una dipirona, hasta las almoha­dillas sanitarias para las mujeres; atender a los enfermos, distribuir todos los productos que se vendie­ron y enfrentar las indisciplinas, aunque no fueron muchas”.

A su juicio, las mayores dificulta­des estuvieron en los primeros días, dada la incertidumbre. Como un mo­mento importante señala el matutino de cada mañana, donde analizaban lo sucedido la jornada del día anterior y establecían las prioridades para la que comenzaba, siempre reconocien­do la labor del equipo.

En un inicio creyeron que con 20 mensajeros sería suficiente, pero hubo que incrementar la cifra hasta 37, con un promedio de edad de 25 años. Y hubo historias maravillosas.

Sus palabras son de gratitud para la población por toda la cola­boración brindada para enfrentar la situación epidemiológica; para el personal de la salud, de la Cruz Roja; al chofer del carro cisterna que ga­rantizaba el agua a las viviendas; y también a los bodegueros, carni­ceros, trabajadores del restaurante y a las autoridades del municipio y la provincia, que todo el tiempo les hicieron sentirse acompañados. “Igualmente para los vecinos resi­dentes, quienes asumieron labores de pesquisas, y los estudiantes de Medicina, Estomatología y Logofo­niatría”. La cuarentena llegó, pero no al CDR.

Abel y más

A Abelito, como todos lo llaman, correspondió un escenario harto complicado; pero al decir de Ovi­dio Miranda Rodríguez, coordina­dor provincial de la organización cederista, el rol desempeñado en cada comunidad ha sido vital, con las pesquisas activas, atención a los ancianos e identificación de personas vulnerables.

Para Miranda, esa es una de las razones para ser acreedores de la condición de vanguardias nacionales, junto al cumplimien­to por 90 meses consecutivos del aporte de las donaciones de san­gre previstas, el incremento de los patios productivos en más de 3 mil para fortalecer la agricultura fa­miliar, la participación de los jó­venes en las distintas actividades, el quehacer de los destacamentos Mirando al Mar para evitar el re­calo de drogas y tráfico de perso­nas, así como el funcionamiento desde la base.

Los CDR han demostrado en más de una ocasión su idoneidad para lle­gar a la puerta de cada hogar cuba­no. Nada de obsoleto, pues al decir de José Abel: “Mantienen su vigencia, con la idea inicial de su creación, mo­vilizar al pueblo, defender la Revolu­ción, que no es otra cosa que estar al servicio de ella”.

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