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El «color cubano» de Nicolás Guillén

«Esta obra es todo un suceso. Ahora que Guillén se ha “desahogado” ya de lo más urgente, habrá que esperar que su lirica se eleve, sin dejar su raíz, a una posesión de acentos más universales».

Premonitorias palabras con que el ensayista y profesor Jorge Mañach saludaba, el 20 de octubre de 1931, en el diario habanero El País, la aparición de Sóngoro cosongo, poemario que ese propio año publicaba Nicolás Guillén.

Porque, como es conocido, Sóngoro cosongo, junto a Motivos de son, constituyen dos obras fundacionales no solo en la  producción lirica del autor, sino también en el panorama de la literatura de la isla.

No es sorprendente, por ello, la publicación del volumen titulado Sóngoro cosongo con Motivos de son (Ediciones Sensemayá, La Habana, 2018, 88 pp), en cuyas páginas se reproducen ambos poemarios.

La ensayista y profesora Denia García Ronda, directora de Ediciones Sensemayá, al comentar el propósito de reunir los libros citados, en «Sóngoro cosongo: confirmación y preludio», prefacio a esta entrega, escribe:

(…) su principal virtud es que estos poemas se han  quedado en la memoria y el sentir del pueblo cubano, que siempre los reconoce y se reconoce en ellos. Esa es la razón por la que Ediciones Sensemayá, de la Fundación Nicolás Guillén, los presenta ahora juntos, como en sus orígenes, demostrando, como entonces, su unidad dentro de sus diferencias, que parten, como se ha explicado, de la afinación de lo encontrado desde Motivos… y no de la renuncia a ello, y que siguen adelantando, en las circunstancias actuales, ese «color cubano» (no solo de la piel) del que habla Guillen en el prólogo a Sóngoro cosongo.

En la página «Ideales de una raza», dirigida por Gustavo E. Urrutia en el ultraconservador Diario de la Marina, el 20 de abril de 1930, aparecían los ocho poemas con la firma de Nicolás Guillén, conocidos como Motivos de son.

Se trata de «Negro bembón», «Mulata», «Si tú supiera…», «Sigue…», «Hay que tené boluntá», «Búcate plata», «Mi chiquita» y «Tú no sabe inglé…», poemas que integraron, ese propio año, una modesta edición costeada por el autor.

Textos que anuncian los presupuestos ideoestéticos que sustentan Sóngoro cosongo, publicado en 1931, en cuyas páginas se agrupan –en palabras de Alejo Carpentier— algunos de los poemas más logrados que se hayan escrito en Cuba.

He aquí uno de esos textos, titulado «Madrigal», dedicado a la mujer, muestra –en opinión de Cintio Vitier— de «preciosa y voluptuosa síntesis»:

De tus manos gotean
las uñas, en un manojo de diez uvas moradas.

Piel,
carne de tronco quemado,
que cuando naufraga en el espejo, ahúma
las algas tímidas del fondo.

Considerado una de las más trascendentales voces de la lírica de habla hispana de la pasada centuria, Nicolás Guillén (Camagüey, 1902-La Habana, 1989) es autor de una amplia y enriquecedora obra.

Poemario como West Indies, Ltd, El son entero, El gran zoo y Por el mar de Las Antillas anda un barco de papel integran su bibliografía, en que también apare Prosa de prisa, que recopila, en cuatro tomos, su fecundo ejercicio periodístico.

La publicación de Sóngoro cosongo con Motivos de son permite leer, o volver a leer, dos libros de incuestionable conocimiento para quienes pretendan acercase al legado del Poeta Nacional.

Dos poemarios, igualmente, que logran expresar, a través de sus páginas, ese «color cubano» a que se refería el poeta, para así contribuir a enriquecer –y, a la vez, exaltar— la propia identidad de la mayor de Las Antillas.

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